Patricia Aroa es hija de Mercedes “La chamarina”, a la que ya entrevistamos en Fuentes de Información y prometimos hablar también con su hija. Patricia es una luchadora nata (igual que su madre). Inconformista y en su carrera no descansará hasta llegar al escalón más alto. Vive en Ciudad de México. Con más de 9 millones de habitantes, está clasificada como una de las siete ciudades más grandes del mundo. Patricia, que nació y se crió en Benidorm, donde vive su madre, es psicoterapeuta y actriz. Después de formarse como actriz, su inquietud la llevó a encontrarse con el programa "Buscadores de la Verdad" de Claudio Naranjo. Donde inició un trabajo profundo de auto conocimiento a través de las enseñanzas del doctor Claudio Naranjo y su programa que se basa en el aprendizaje, estudio y búsqueda personal y espiritual usando como herramienta el eneagrama de la personalidad. Fue a través de estos estudios donde Claudio le invitó a viajar a México para formarse en Psicoterapia Gestalt. (Es una filosofía y una forma de vida “relacionada con la búsqueda espiritual, con el reencuentro con la libertad y la naturaleza de uno mismo”). Lleva cinco años en México, donde imparte talleres de su especialidad y lo combina con trabajos como modelo y en series de telenovelas de Televisa. La principal seria en la que trabaja es "La rosa de Guadalupe", que lleva doce temporadas en antena y es uno de los programas más vistos de Latinoamérica. Además, hace anuncios y trabaja como modelo de imagen. Todo eso le permite ir tirando para adelante. Se niega rotundamente a que la llame hija adoptiva de Fuentes porque por sus venas corre sangre fontaniega a raudales. Pasó muchos veranos aquí con su abuela.

Pregunta.- ¿Qué recuerdas de tus estancias en Fuentes’?

Respuesta.- Recuerdo el patio de mi abuela, cómo jugaba con la manguera con mi amiga Chari y nos poníamos empapadas. Luego, cuando fui un poco mayor, salía con mis primas. Íbamos a la feria. Era sagrado ir en verano a pasar allí la feria, mi gran acontecimiento del año. Aunque fuera de año en año, en Fuentes hay una gente maravillosa y me acogían muy bien. Volvía siempre con amigos nuevos. Decían que yo era la Chamarina chica, nunca me sentí como una extraña en mi pueblo a pesar de no haber nacido ahí o de ser un sitio al que iba en momentos de vacaciones.

P.- Las circunstancias te llevaron a Ciudad México. ¿Cómo es este país?

R.- Al principio es atractivo llegar a otro país, ver su cultura, su gastronomía y sobre todo su gente. La gente de México fue la que realmente me ayudó a adaptarme. Los mexicanos son muy de acoger aunque no te conozcan o te conozcan poco, en eso se parecen a los fontaniegos.

P.- Cómo es un día de tu vida ahí?

R.- Antes de la pandemia, en un día normal, despertaba a las 8, iba al gimnasio y después me arreglaba para ir a hacer castings hasta las 6 o las 7 de la tarde. Luego la mayoría de días esta era mi rutina y los días que tenía grabación eso ocupaba todo el día. Cada 3 meses viajaba a Chiapas, a San Cristóbal de las Casas a tomar el módulo correspondiente de mi formación de psicoterapia Gestalt. Ahora, después de la pandemia, todo es más inestable y menos rutinario porque los castings se hacen desde casa y estoy con mucho más cuidado para no acudir a sitios donde pueda encontrarme a mucha gente. Así que ahora me centro más en hacer deporte, que me ayuda mucho a mantener la mente hasta que llega algún proyecto.

P.- Recuerdo que te pilló un terremoto y te echaste a la calle a ayudar. ¿Cómo fue aquello?

R.- Fue un terremoto de 7.1 grados en Ciudad de México. Cayeron muchos edificios y todo el mundo salió a la calle a ayudar. Digamos que cada uno en lo que podía. Sacábamos escombros, otros daban comida, agua…. Vivimos en las calles por unos días porque en una colonia donde yo vivo hubo muchos afectados y muertos. Digamos que lo que ocurrió fue que hasta que llegó la ayuda del ejército y la ayuda humanitaria los que estuvimos de primera mano nada más ocurrir fuimos los habitantes de la ciudad. Después estuvimos pendientes de si se necesitaban manos para algo. Los militares lo pedían y nos organizábamos para responder. Trabajamos todos juntos para tratar de sacar a quien pudiera haberse quedado bajo los escombros cuanto antes. Fue algo realmente impactante y emocionante ver al pueblo en las calles dando lo que tenía y ayudando.

P.- Y de los españoles que dicen?

R.- A los españoles algunos nos llaman “gallegos” en lugar de españoles. Nos dicen que somos de la madre patria. Se ríen mucho cuando hablamos con estos tecnicismos ingleses, de cómo los pronunciamos. Por ejemplo “wifi”, “Spiderman”, “iceberg”. En España las pronunciamos tal como se escriben y aquí, al tener la influencia de Estados Unidos tan cerca, adoptan la pronunciación inglesa de todas las palabras que derivan de ese idioma.

P.- ¿Cómo ves España desde la distancia?

R.- España ahora que vivo aquí ya hace algunos años, la veo más rígida, más estructurada, como la población está más adoctrinada y aquí es todo un poco más salvaje, por decirlo de alguna manera. Las leyes no se cumplen igual allí que aquí. Y claro que también España se ve como un país súper seguro. Aquí hay que cuidarse más con la seguridad personal, salir a algunas horas y cómo hacerlo para moverte de forma segura. Pero finalmente son “formas” que aprendes cuando llegas e integras y sigues haciendo una vida normal, porque también normalizas que tienes que cuidarte.

P.- Háblame más de tu Fuentes.

R.- Llevo 5 años en México y a Fuentes fui el año anterior a venirme a vivir aquí. Así que yo diría que hace 6 años que no voy. A mí lo que me gusta de Fuentes es su gente y una sensación de familiaridad que siento aunque no conozca a la gente que veo o con la que estoy. Siento que aunque no viva ahí, cuando voy me hacen sentir en casa. Además de que siempre terminan diciéndome “esta es Chamarina”. Como un pequeño reconocimiento que me hace sentir a gusto y que tengo un lugar. Y a España desde que estoy en México suelo ir una vez al año, que suele ser en las fechas navideñas. Cuando puedo lo alargo un poquito más y me quedo un mes o un mes y medio.

P.- Y de amores, ¿cómo andas, cómo son los mexicanos en el trato con las mujeres?

R.- Vivo rodeada de amor. Tengo mucha suerte con la gente que llega a mi vida. Incluso diría que es uno de los regalos que me da la vida, en Mexico y en España. Siempre llegan a mi vida las personas adecuadas que me permiten seguir creciendo y evolucionando. Los mejicanos son muy educados, tienen mucha conciencia del cuidado de la mujer. Y precisamente esa conciencia de que la mujer es más frágil no deja que haya una igualdad, pero podría decir que es en México o en cualquier otro país. Estamos en un momento de cambio en el que el mundo está tomando conciencia de muchas cosas. Por eso están alzando la voz tantos sectores de la población. Estamos cansados de la desigualdad en todos los ámbitos y no queremos que nos sigan imponiendo normas discriminatorias. Los niños en la escuela juegan indiferentemente con cualquiera sin ningún tipo tabú o conflicto, aceptan al otro como es y buscan la manera de poder jugar juntos. Tenemos tanto que aprender de los niños y de las niñas...

P.- Los mejicanos tienen fama de machistas, más incluso que los españoles.

R.- Generalizar me parece un error, ninguno es igual a otro. Todos somos diferentes aunque intentemos encajar en los patrones estipulados por una sociedad enferma. Si fuéramos iguales no existiría el ADN. Seríamos clones unos de otros y no es así. Cada uno tiene su autenticidad y es eso lo que nos enriquece. Como despedida me gustaría agradecer a cada una de la personas que se ha detenido unos minutos a leer esta entrevista y sumergirse en la vida de alguien que tal vez ni conozcan. ¡Las raíces nunca mueren!