Eran tiempos en los que la vendimia francesa, los algodones de los canales, las aceitunas en Jaén y la fresa en Huelva hacían estragos en las escuelas de Fuentes. Eran tiempos en los que los hijos de los ricos iban a estudiar el bachillerato a los institutos de Écija, Marchena, Carmona o Huelva, mientras los hijos de los jornaleros dejaban los libros a media asta para mayor gloria del analfabetismo rampante. A lo mejor la historia habría sido diferente si Fuentes hubiese tenido desde mucho antes un instituto propio…
Hubo que esperar muchos años para que el sueño se hiciera realidad, para que el sueño tuviera nombre propio, el IES Alarifes Ruiz Florindo. Si los centros educativos de Fuentes llevaran los nombres de personas que han hecho mucho por la enseñanza no lucirían los de santos y santas, sino los de maestros como Pepe Martín y don Juan Ruiz, Jesús Cerro o de políticos como Sebastián Catalino. Pero eso sería mucho pedirle a unas autoridades más pendientes del cielo que de la tierra, aunque esa es otra historia. Lo que viene al caso aquí es que hubo que luchar mucho y esperar todavía más para que los hijos de Fuentes no tuvieran que viajar a otras localidades para seguir los estudios.
Eran tiempos de miseria escolar, de lucha y de espera. Hubo que aguardar hasta el curso 1996-1997 para ver que el sueño empezaba a hacerse realidad. Aquel año, Fuentes logró tener las primeras clases de Secundaria, aunque limitadas a tercero y cuarto. Había entonces alrededor de 240 alumnos y alumnas. El curso siguiente ya fue realidad plena que se pudiera cursar en Fuentes toda la Secundaria, aunque con edificios prestados. Cuando por fin contó Fuentes con instituto le pusieron el nombre de otros santos, los Alarifes Ruiz Florindo, santos locales y laicos, pero no precisamente luchadores por la democratización de la enseñanza.

De lo que se trataba entonces era de romper el antiguo maleficio que dictaba un futuro culto para los adinerados y otro muy distinto para los parias. Marchena y Écija dejaron de ser lugares reservados a los privilegiados, ciudades importantes, y Fuentes destino para los desheredados. Era más rentable crear un instituto en Fuentes que pagarle el transporte a quinientos escolares que debían cursar la secundaria obligatoria que establecía la LOGSE.
Eran tiempos de reivindicación democrática. Primero, elecciones locales, luego generales, después autonómicas. Esta semana se cumplen 48 años de las históricas manifestaciones del 4 de diciembre de 1977, fecha que ha pasado a ser el Día Nacional de Andalucía. Muerto Franco en 1975, la democracia política tardó poco -aunque no fue fácil: costó sangre, sudor y lágrimas- en ser conquistada por el pueblo español, pero muchos en llegar la democracia escolar a Fuentes. Nada menos que 21 años hubo que esperar para que todos los fontaniegos fueran iguales ante las aulas de la Secundaria, independientemente de su origen social y del volumen de sus carteras.
Écija, Marchena y Carmona dejaron de ser más importantes en el ámbito educativo. Aquel año saltó por los aires uno de los históricos complejos de inferioridad fontaniegos, aquél que decía que ellos tenían instituto y nosotros no. Fue como si el globo de esas poblaciones se hubiese desinflado de buenas a primera. Mirado desde este 2025, el dato tal vez pueda parecerles insignificante a muchos, pero para las familias no adineradas fue un momento crucial, un paso de gigante en la democratización de la vida cotidiana de nuestra gente más postergada. Las aulas del Ruiz Florindo eran un monumento a la justicia reparadora.
¡Cuánto lucharon Sebastián Catalino, don Juan Ruiz y Pepe Martín para que los niños y niñas de Fuentes tuvieran profesores propios de Griego, Latín, Matemáticas, Física y Química, Lengua Española, Literatura! Para que los niños pudientes de Fuentes no tuvieran que ser mirados en Marchena, Écija y Carmona como alumnos forasteros, que no tuvieran profesores “prestados”. Los no pudientes ni siquiera tenían esa opción.
Eran tiempos en los que el alumnado de Fuentes dejó de ser discriminado entre pobres y ricos a la hora de conocer que “el valor al que se aproximan los términos de una sucesión a medida que el número de términos tiende al infinito”. Una cosa así jamás se había escuchado en Fuentes, pueblo que ya soñaba con la cultura. Eran tiempos en los que estaban de moda los equipos de fútbol que primaban la cantera por encima de la cartera, en los que Luz Casal nos enamoraba con canciones como Negra Sombra, Lo eres todo y Besaré el suelo. Ha llovido desde entonces y ha cambiado profundamente la enseñanza de Fuentes, pueblo que este lunes recoge en Coín (Málaga) el premio Educa Ciudad en reconocimiento al esfuerzo realizado por toda la comunidad en pro de la educación.

