Indefensos. Así se siente medio Fuentes ante la posición de dominio y la falta de transparencia de la compañía eléctrica que copa el mercado local. Indefensos, ninguneados y burlados. Inquietos y preocupados. Medio Fuentes quiere pagar la luz y no lo dejan. Dicho así, suena extraño y hasta puede mover a risa. Los usuarios protestan porque quieren pagar, mientras la compañía se desentiende y no le presenta las facturas en tiempo y forma. Cualquiera que sepa lo que ocurre en Fuentes podría decir que aquí la gente se ha vuelto loca. Si la compañía comercializadora de la luz no quiere cobrar, mejor para los usuarios. Allá sus dueños. Esa podría ser la mejor respuesta y sin duda sería lo que haría todo el mundo si no temiera las consecuencias posteriores.

Hay temor porque la compañía no explica de forma clara lo que está pasando y porque la población está tan resabiada con las prácticas mafiosas del sector eléctrico que teme que haya algo escondido detrás de la inexplicable oscurantismo. La falta de transparencia es inexplicable porque si la empresa tiene problemas informáticos para elaborar las facturas, como parece ser la causa, que lo diga y pacte con sus clientes un modo de abonar de los cobros atrasados. Piensa mal y acertarás, dice el consumidor. Sobre todo teme que después haya que pagar de golpe todos los recibos atrasados. En muchos casos, siete, ocho, nueve o diez recibos. Si el atraso se prolonga más de 12 meses, la deuda se extingue.

Es verdad que los usuarios pueden exigirle a la compañía que les prorratee el cobro durante tantos meses como atrasos haya acumulado la empresa en presentarles las facturas. Pero los recibos actuales de la luz no son, como los de antes, de poca monta. Hacerle frente a un cargo acumulado, aunque sea prorrateado, no es fácil para familias que a duras penas llegan a fin de mes. Muchos llevan ocho meses sin pagar la luz, pero después pueden pasar ocho meses pagando el doble todos los meses hasta liquidar una deuda que les ha sido impuesta. Los clientes podrían guardar el dinero de cada recibo mensual para cuando llegue el momento de pagar, pero eso es mucho pedir, especialmente a quienes viven al día. Además, por qué tiene que cargar la población con un problema que no ha provocado y que le produce quebraderos de cabeza.

También podría cambiar de comercializadora, cosa que harán no pocos usuarios después de la incapacidad mostrada por la actual empresa. En la página web del Mercado Nacional de los Mercados y la Competencia hay un comparador de tarifas que, de forma sencilla, permite conocer los mejores precios del mercado eléctrico. Sólo hay que introducir el código postal de Fuentes y algunos datos del usuario para saber la compañía que más conviene a los intereses del consumidor. Pero la compañía se aprovecha de las dificultades de muchas personas, no sólo mayores, para moverse por el mundo de internet, que ha hecho desaparecer la atención presencial de todas las empresas.

El sector eléctrico adolece de altísimos precios, bajísima calidad de servicio y ninguna atención al público. Le sobra toneladas de desprecio hacia sus clientes. Si usted está satisfecho, perfecto. Si no, llame por teléfono a la compañía y, si consigue que le conteste, entiéndaselas con una voz mecánica que le dará opciones limitadas y respuestas descabelladas. Por eso, el desánimo y la desconfianza afligen a miles de usuarios, mientras las instituciones públicas hacen dejación de sus funciones. No garantizan los derechos de los más vulnerables. Entiéndaselas con la empresa.

El neoliberalismo ha traído la desregulación de todas las actividades económicas (sí, ya sabemos que existe una tarifa regulada por el Gobierno, pero el sector ya se ha encargado de darle la vuelta para hacer que no sepamos si es mejor la tarifa libre) y las autoridades se lavan las manos dejando a los usuarios a merced de la avaricia de los poderosa compañías, que se llenan la boca hablando de libertad de mercado, pero por debajo de la mesa pactan precios para repartirse una tarta de beneficios de dimensión escandalosa. Naturgy, Iberdrola y Endesa, tres de las principales eléctricas, suman unos beneficios de 3.548 millones de euros en la primera mitad de esta año, un 24 por ciento más que el pasado.

De lo que pasa hace ya demasiado tiempo en Fuentes molesta tanto el problema en sí como la falta de explicaciones de la compañía, la falta de sensibilidad hacia sus clientes y el silencio de quienes deberían lidiar con una situación perjudicial para centenares de familias. Molesta que nadie dé la cara. Molesta el abuso de poder, la posición de dominio de la compañía. Molesta la ausencia de asociaciones de consumidores capaces de hacerle frente a este despropósito. Molesta también, por qué no decirlo, la pasividad de la propia población afectada, aunque merece reconocimiento la iniciativa de un grupo de afectados que esta semana, por fin, han organizado una asamblea para analizar la situación y buscar unas soluciones que desde arriba no llegan.

Indefensos, burlados y cabreados porque tanto trabajo no debería costar que la compañía afectada dijera claramente cuál es el problema y, sobre todo, cuál es la solución. Bastaría con eso y con ofrecer una solución que no sea dañina para los clientes, que no han provocado esta situación y, por tanto, no deberían sufrir sus consecuencias. Aunque, dada la prepotencia con la que se mueven las eléctricas, a lo mejor pedirles al menos un poco de consideración y educación sea pedirles demasiado.