"Los que tenemos unos ideales claros no podemos dejar de defenderlos cuando las condiciones son adversas. Es cierto que pocos años después del triunfo socialista del 28 de octubre de 1982, ayer hizo 40 años, vino el desencanto, pero eso le pasó a los que estaban en política por encantamiento temporal. Los que tenemos ideales no tenemos actividad política por encantamiento, sino por convencimiento, y sabemos que la historia da dos pasos adelante y uno atrás. Después del salto adelante de la victoria del PSOE por mayoría absoluta, con 202 escaños del Congreso, vino el paso atrás. Luego los trabajadores volvimos a dar dos pasos adelante y ahora, con la crisis, estamos otra vez en retroceso. Así se mueve la historia y eso no debe llevarnos al desánimo, sino a redoblar los esfuerzos para tomar nuevo impulso. Es el sentido de la historia".

En este penúltimo capítulo de su memorias, Paco Bejarano narra sus vivencias desde los primeros años de los gobiernos de Felipe González hasta el desencanto, primero con el ingreso de España en la OTAN, en el que los socialistas dieron un giro de 180 grados. La mayor contribución del PSOE durante aquellos años fue la consolidación de la democracia, cerrando el periodo de la inestable transición. Incansable, Paco siguió en política porque lo considera la obligación ética de toda persona a la que le duelen las injusticias.

"Entiendo que hubiera gente frustrada con la política desarrollada por el PSOE en el poder a lo largo de los diez años posteriores a su triunfo electoral de hace 40 años. En su lugar, yo también me habría sentido frustrado y, en consecuencia, desencantado. Fueron muchos los militantes y votantes los que no entendieron el cambio de Felipe González con respecto a la entrada de España en la OTAN. El lema del PSOE para ganar las elecciones fue "OTAN, de entrada no". Y al poco de gobernar Felipe González nos metió en la Alianza Atlántica. Que conste que me alegré mucho cuando el PSOE ganó aquellas elecciones, aunque no lo voté, porque la alternativa era Alianza Popular de aquel franquista disfrazado de demócrata que era Manuel Fraga, el mismo que siendo ministro decía que la calle era suya.

"La OTAN no fue el único motivo de desencanto. El PSOE llegó al poder con un insólito apoyo popular, pero en medio de una crisis económica brutal y los socialistas no apostaron precisamente a favor de los trabajadores a la hora de tomar medidas. Por eso CCOO no dejó de convocar huelgas y manifestaciones contra un gobierno que consideraba "amigo". Las empresas siderúrgicas estaban continuamente en pie de guerra, lo mismo que los astilleros. Especialmente combativos eran los trabajadores del astillero de Puerto Real. En 1987 esos trabajadores de Cádiz estuvieron seis meses detrás de las barricadas para pedir el mantenimiento de sus puestos de trabajo, amenazados por la reconversión naval. Llegó un momento en el que se temió lo peor porque habían empezado a fabricar bazucas con lo que se enfrentaban cada semana a los antidisturbios de la policía. La tensión era extrema.

Otro tanto ocurría en el campo andaluz, donde las ocupaciones de fincas, los cortes de carreteras y las manifestaciones eran el pan de cada día. CCOO del campo y el SOC mantenían a los jornaleros en permanente protesta en demanda de la reforma agraria. La Junta de Andalucía, gobernada también por el PSOE desde mayo de 1982, con Rafael Escuredo al frente, hacía malabarismos para no enfrentarse a los trabajadores del campo ni a propietarios de las grandes fincas. Al final hubo un sucedáneo de reforma agraria que, como en tantas otras cosas del PSOE, no contentó a unos ni a otros. Con frecuencia, la tibieza de los paños calientes no sirven parra nada. El alejamiento de las bases trabajadoras, el desgaste de tantos años de gobierno y la proliferación de casos de corrupción (Luis Roldán, Juan Guerra, Ollero... ) fueron la puntilla que, el 3 de marzo de 1996, acabó con 14 años de Felipe González en el poder. El presidente del PP, José María Aznar, le sustituyó en la Moncloa.

En Fuentes el PSOE nunca ha logrado tener una organización potente. Desde la época de la clandestinidad fuimos los comunistas los únicos organizados. Es verdad que el PSOE gana las elecciones generales, pero las municipales siempre los comunistas. Eso es así porque éramos los que trabajábamos en favor de los trabajadores, mientras que los socialistas, siendo de izquierdas, nunca han sido capaces de tener una organización potente. La vez que han gobernado el ayuntamiento ha sido porque los carrillistas del PCE pactaron con el PSOE su entrada masiva. Pero ganaban porque eran quienes eran y habían demostrado ser buena gente, no por las siglas. Eso sí, las generales las ha ganado en Fuentes siempre el PSOE, probablemente porque a la gente le asustaba la posibilidad de tener en Madrid un gobierno comunista. En el pueblo sí, en Madrid, no.

Ahora tenemos un gobierno de coalición que está dando buenos resultados, dentro de lo que cabe estando ahí el PSOE. Sin embargo, lo que predomina en España es una confusión tremenda. La ciudadanía sufre un despiste enorme. Durante muchos años los partidos se han desentendido de su obligación de dar formación política a la ciudadanía y hoy nos encontramos con un pueblo apolítico, mejor dicho pasivamente politizado. La gente dice que no es política, que es la forma de ser política que más conviene a los poderosos. El pueblo está manipulado hasta extremos inconcebibles.

Durante el franquismo yo sufrí la represión, pero no la manipulación. Franco manipulaba a los suyos para que le siguieran aclamando. A nosotros, como no nos dejábamos manipular, nos reprimía. Ahora la represión no hace falta porque ha sido sustituida por la manipulación masiva. Las redes sociales son mecanismo de alienación sin límites. Aunque tampoco me dejo manipular porque los veo venir desde lejos. De chico aprendí que alguien me puede dar un guantazo, pero dos no lo dejo. No doy segundas oportunidades y la derecha aquí nunca ha hecho nada bueno para los trabajadores. He sido toda la vida políticamente activo y de izquierda casi desde que tengo uso de razón.

Dejé de militar no por haberme ido del PSUC, sino porque el PSUC se disolvió en 1998. En él milité activamente durante 26 años, desde 1972 que llegué a Barcelona hasta 1998. Un año después, en 1999, me jubilé con 65 años y dos meses y medio. He trabajado en muchas empresas, pero sólo en una los empresarios han sido leales con los trabajadores leales,. Por lo general fueron cicateros y tramposos. Trataban siempre de que trabajaras al máximo y, a cambio, pagarte lo mínimo. Si les dejabas, por debajo de lo que legalmente te correspondía. Todas ponían de encargado al más déspota, aunque en el trabajo fuera un inútil. Una vez, haciendo una escalera, le dije al ayudante que se asomara a la calle porque creía que había llegado el dueño de la empresa. Volvió diciendo que sí, extrañado de que yo lo supiera sin haberlo visto. Le dije que no había más que oír las voces del encargado riñendo a todo el mundo.

De todas las empresas, la última fue la única que reconocía los méritos de sus trabajadores y pagaba incluso por encima de lo que te correspondía. Se llamaba Estructuras Condal y estaba formada por dos aparejadores, socios a partes iguales. Miguel era de Segovia y Alfredo, de Huelva. Pero fíjate por qué trataban bien a los trabajadores: Miguel era hijo de un juez y nos decía que si su padre llevaba toda la vida luchando contra la injusticia, él cómo iba a actuar injustamente con sus trabajadores. ´Si se entera mi padre me manda a la cárcel´, bromeaba. El otro socio, Alfredo, era hijo de un portugués militante del Partido Comunista y había tomado parte activa de la revolución de los claveles. ¿Cómo iba él a traicionar los ideales de su padre? Cuando estaba a punto de jubilarme, accedí a petición de Miguel, a trabajar dos meses y medio más por necesidades de la empresa. Cuando en octubre me dio por fin la liquidación, Miguel añadió otro sobre con una gratificación extra. Sin duda, hay buenas empresas, ¡pero hay tan pocas!