Un niño, sólo un niño entre cientos, entre miles, entre cientos de miles. Un bebé con suerte porque llegó a Melilla. Su madre luchó a la desesperada para arrancarlo de la “cuna del hambre”. Nada entiende aún, nada le preocupa. Ni siquiera sabe que es “negro”, ni que al parecer, hay colores. Ha llegado a un continente de blancos a los que le importa el color de la piel ¿De qué color será la piel de su mente, de qué color sus huesos? Ríe feliz con sus dientes de leche blanca, apurando la vida por si fuera corta. Sólo existe ese momento y un juguete, con forma de cámara fotográfica, al otro lado de la valla.

Si la fortuna le acompaña, si decide desafiar a la vida mirándola a los ojos, mañana llegará tan lejos como le dejen. Será camarero, científico, futbolista, profesor, político, payaso, albañil, fotógrafo... No le será fácil porque lo seguro es que será pobre. Por el camino olvidará lo que nunca llegó a conocer, el color bermejo de la tierra africana, la lengua de sus antepasados, el ritmo de los tambores. Será africano para siempre, aunque sólo vivió unos meses en una tierra tan suya como de todos ¿De quién es la tierra si siempre estamos de paso?

Crecerá en un mundo donde todo es normal, como siempre ha sido, los de arriba en lo alto, los de abajo, debajo. Cuando sea mayor, puede que mire con desprecio a los que viven en chozas de barro y paja porque no existe la memoria de lo no vivido. Será de los nuestros y no de los suyos, aunque los nuestros maltraten a los nuestros y también a los suyos. Puede incluso que le parezca que eso es lo correcto ¿Cómo saber qué es la sed si no se tiene?

Contribuirá, ladrillo a ladrillo, de madrugada a madrugón, a construir la casa de todos, pero lo más seguro es que viva en el sótano, donde hay poca luz y mucho ruido. De momento sólo es un niño lleno de ganas de ganar. Luego, el tiempo, el empeño, el esfuerzo, las circunstancias y el azar, lo convertirán en ángel o en diablo, en hombre o en homúnculo, más o menos como a cualquiera de nosotros.

La risa es lo primero que el mundo querrá robarle, pero se aferrará como ahora lo hace a su madre. Necesita a los dos para respirar. Su madre es su sangre que grita África con cada latido, el mundo su patria. La risa es la rebeldía del pobre, que sabe que perderá la alegría sólo si se rinde.

Ríete niño, aunque no sepas por qué. Nunca serás más libre.