¿De qué hablaban los fontaniegos hace más o menos cuarenta años, en 1978, entre cante y baile, camino de la primera romería que se organizó en Fuentes? Poco más o menos, de lo mismo que hablarán en la romería de este 2022. Era conversación obligada entre los romeros de Fuentes hablar de la cosecha y el que no tenía cosecha hablaba de las peonás. Hablarán este año del covid y de la guerra de Ucrania que ha traído a Fuentes un puñado de refugiados, cosas inimaginables en aquellos entonces. Como inimaginable es hablar ahora de la dureza de los exámenes entre los estudiantes que pasaron por los salesianos. Hay cosas que perduran y otras, como los salesianos, que cambian. La gente de Fuentes y su romería permanecen.

El recuerdo de la dureza de la enseñanza impartida por los salesianos perduraba en aquella romería del 78. Y eso que hacía treinta años de su marcha de Fuentes. Los salesianos estuvieron aquí hasta 1948 y educaron a su modo a muchos de aquellos que éramos niños y ahora somos algo más que adolescentes. Aquel año, camino del castillo, a algunos de los romeros les venía a la memoria el nombre del cura salesiano José Olmedo, que fue profesor durísimo de roer y que azotaba a los "malos" alumnos. Eran tiempos del dictador Franco y la letra, decían, con sangre entra. Lo que ocurría era que salían las lágrimas y hasta la sangre a flor de piel sin que lograran meter una sola letra. A su llegada a Fuentes, en 1929, los salesianos encargaron una imagen de María Auxiliadora a José Alarcón, cuyo taller estaba en la Trinidad en Sevilla. Ana María Sevilla donó la imagen y la casa en la que los salesianos impartieron su magisterio.

Por lo tanto, la idea de crear una romería a María Auxiliadora nació treinta años después de la marcha de los salesianos de Fuentes. Para llegar a aquella primera romería hubo que trabajar mucho. No fue fácil. La idea brotó en un grupo de amigos reunidos en el mesón de la calle Mayor. Entre los impulsores estaba Juan Corzo López, el propietario del bar, que por aquella época era el más moderno de Fuentes. Era el bar de moda y se llenaba a rebosar. También estaban allí Antonio Fernández de Peñaranda Pérez, entonces estudiante de Medicina, y su hermano Paco, estudiante de Farmacia. Juan Corzo, conocido como "Juanito Corzo", era tabernero, artista, decorador y pintor. Tenía traza para todo. Siempre vivió en Fuentes, aunque en la actualidad vive en Córdoba. Antonio Fernández de Peñaranda tuvo una clínica dentista en Fuentes y vivió entre Sevilla y Fuentes. Su hermano Paco vive en Sevilla.

Juan, Paco y Antonio eran amigos y de ellos surgió la idea de crear la romería. Convencieron al párroco de entonces, Ramón Díez de la Cortina Consuegra, y propusieron celebrarla en el castillo de la Monclova. También eligieron la Virgen María Auxiliadora y la fecha para la celebración, el último domingo de mayo. A partir de ahí, Ramón Díez de la Cortina se entrevistó con el duque del Infantado para que autorizara la celebración.

Por lo tanto, el 28 mayo de 1978 se organizó la primera romería de Fuentes. Aquella primera romería nos dejó un sentimiento que causa pena por su lejanía, porque han pasado más de 40 años, pero también la alegría de recordar a aquel grupo de antiguos alumnos salesianos que la alumbraron. Aunque ya no estén entre nosotros. Representaba o servía para representar a la virgen María Auxiliadora, Manuel Álvarez, conocido como "Manolín el Cartero".

Allá íbamos haciendo el camino entre el cante y el baile, el buen vino y la buena comida. En mitad del Alamillo fingíamos que el tractor se había roto para obligar a los romeros a bajar del remolque y que se tuvieran que mojar los pies y rodillas. Era un bautismo por la fuerza. Al llegar a los chaparros se juntaban 4.000 personas que se esparcían por aquellas tierras recién segadas y cubiertas de aún de pasto para la celebración. Fuentes se volcaba, no sé si por amor o por afición a la fiesta. Por ese camino dejábamos atrás los trigales y campos de girasol, los "mirasoles". En ellos las parejas de enamorados aprovechaban para esconderse para darse besos, sin duda los mejores de nuestras vidas.

Entre los más fervorosos, siempre detrás de la Virgen cantando y bailando, iban Rogelio el electricista y el hijo de Diego Cochoba. En los albores del verano, la fecha de la romería era estremecedora por su luminosidad. Tanto al salir como al volver a la Carrera, la gente abarrotaba la calle. El camino se iba poblando del ronquido bronco de los tractores pequeños de aquella época. Los Renault, Land, Ford, Ebro, John Deere, enganchados y los remolquitos de la época. Entonces un tractor potente valía 700.000 pesetas, lo que hoy son poco más de 4.000 euros.

Al llegar a las tierras del castillo montábamos las barras, lo primero, acodados a las cuales iban saliendo charlas y reivindicaciones de algunos romeros. Que si el duque no daba peonás porque prefería la maquinaria, que si contrataba a jornaleros de los otros pueblos porque tenía castigados a los de Fuentes por rojos, que si había que ocuparle las tierras... A los chavalillos que teníamos 15 o 16 años siempre nos aconsejaban lo mismo: no seas de campo, que el campo es lo último. En aquella fecha el único anhelo de todos los chavales era tener un caballo para hacer el camino de la romería.

Un año íbamos a los chaparros y otro en los eucaliptos. Cuando se celebraba en los eucaliptos había que atravesar la carretera general con los caballos, las carretas, los vestidos de gitana, los tractores y remolques. El vino era la salsa de nuestra Romería. Daba profundidad a los sentimientos, eso decía todo el mundo y debía de sser verdad porque profundidad no sé, pero sentimientos corrían más que las aguas del arroyo la Madre. Al llegar al castillo, familiares, vecinos y amigos nos sentábamos a la sombra de la arboleda a comernos las tortillas de papas, picadillos de pimientos asados, filetes empanados y gambitas preparados el día anterior o por la mañana muy temprano.

De vuelta, por la noche, estaba de moda ir a la discoteca Silvia y sentarse en el reservado del bar de los Catalinos. Hasta el año 1986, la romería la tuvimos en el castillo, pero a partir del año 1987 fue trasladada al Torrejón, junto a la carretera de Travieso. En el año 1988 se trasladó a la vereda de la Fuente la Reina, en la zona del Molino de viento, en terrenos municipales. A partir de esa fecha la romería se celebró en estas tierras.