Pura docencia. Don José Catalino era de izquierdas puras, de letras puras, de ciencias sociales puras. Pura energía transmitía en sus clases de la escuela de la Estación. Habría otros profesores que se ganaran el jornal, pero ninguno como Pepe Martín, perdón, don José Catalino, que pasados los años fue alcalde muy querido de Fuentes. Jamás se le vio dar una clase sentado, jamás decirle a los alumnos "empezad a leer", como hacían otros mientras se recostaban en su sillón de la tarima, su figura recortada sobre el encerado de la pizarra. Don José explicaba de pie hasta que se le secaba la lengua.

En cambio, la importancia de Ciencias Sociales don José Catalino la tuvo siempre claro, aunque por más que lo intentó, apenas logró transmitírselo a unos pocos de sus alumnos. Uno de ellos fue José Luis Rosillo, alumno del que nunca alcanzamos a entender aquel afán suyo por la lectura. En José Luis encontró el Catalino su espejo infantil y en él volcó todo su empeño docente. A través de los oídos de José Luis nos hablaba a los demás alumnos. A veces parecía querer vernos a todos en las pupilas de su alumno más entregado. Los otros estábamos más pendientes del timbre del recreo para salir en estampida en busca del balón de fútbol, de voleibol o de baloncesto.

A uno, mal alumno entonces (y siempre) aquello de las Ciencias Sociales se le antojaba un capricho del temario escolar, sin utilidad alguna. Otra de las "marías" del programa. Como Religión, Gimnasia o Formación del Espíritu Nacional. Las ciencias tenían que ser Matemáticas o Física y Química, todo lo demás era literatura. Pasados los años, comprobaba uno que unir las palabras Ciencias y Sociales en la probeta del laboratorio académico había sido una apuesta quijotesca por darle al alumnado el conocimiento más importante que imaginarse pudiera sobre el mundo que le rodeaba. Que la vida en sociedad es una ciencia lo descubrimos mucho después de dejar la escuela, posiblemente demasiado tarde.

Don José Catalino impartiendo clase

Qué frustrante debía de ser para un profesor de vocación el ver que sus alumnos soñaban sólo con darle patadas a una bola de cuero. Que el ortocentro no era el punto donde se cortan las tres alturas de un triángulo, sino el saque inicial -también denominado saque de centro- donde dan comienzo cada uno de los dos periodos de un partido de fútbol, el tiempo suplementario y después de la anotación de cada gol. Y eso que a don José Catalino le apasionaba el deporte. Pero no como las Ciencias Sociales y la política.

Don José Catalino no dejaba resquicio al desánimo tratando de explicar el golpe de estado de Pinochet en Chile contra el presidente socialista Salvador Allende. Decía que fue una acción militar llevada a cabo por las fuerzas armadas de Chile, conformadas por la armada, la fuerza aérea, cuerpo de carabineros y el ejército de tierra, para derrocar al gobierno de la Unidad Popular. En nuestras mentes infantiles esas cosas sucedían en los tebeos de hazañas bélicas, aunque los buenos aquí perdían la batalla y eso era incomprensible. Así que preferíamos pensar en el recreo.

El padre de don José Catalino era el tabernero Manuel el de Catalina de la calle Lora. Tenía Manuel ideas políticas muy diferentes a las de su hijo Pepe, aunque se parecían en lo tocante a la seriedad. Más serio que un plato de habas, pero camarero experimentado y sabiendo hablar con tacto, prudencia y sutileza con todos los clientes. Enfrente de la taberna de Manuel Catalina vivía otro maestro de la Estación, don Narciso, amigo inseparable de don José Catalino, y encargado de la asignatura de Ciencias Naturales. Tal vez de ahí le viniese la afición de regarle los mirasoles que su padre, sembraba por los pagos del camino de la fábrica Novales.

Todos los días lectivos del año, don José y don Narciso bajaban calle Lora abajo, mañana y tarde, camino del colegio de la Estación. No ha habido dos profesores que se tuvieran tanto aprecio como ellos dos. Starsky y Hutch les llamaban. Don José Catalino era fumador empedernido y en aquellos años comenzaba su noviazgo con Marina, que pronto se convirtió en su mujer. Futbolero como pocos, don José Catalino era del Real Madrid y hablaba de Amancio y Pirri como de dos héroes de una contienda entre demócratas y dictadores. A don José se le notaba a la legua que siempre era partidario de los primeros.

Gran aficionado al fútbol

Salvador Allende, el presidente chileno asesinado por Pinochet, podía haber sido perfectamente defensa central del Real Madrid. Y Pinochet podía haber sido delantero derecho de una selección inglesa que, mediante juego sucio, ganara el mundial de 1973. Contaba don José que habían rodado una película sobre el golpe militar chileno y a los niños nos parecía increíble que se pudiera hacer algo así de una historia en la que ganaban los malos y perdían los buenos. No tuvimos más remedio que creerlo cuando en 1979 la proyectaron nada menos que en el cine Avenida de Fuentes. "Llueve sobre Santiago" era su título y el cine Avenida se llenó a rebosar. La película fue rodada en Francia y Bulgaria bajo la dirección de Helvio Soto.

Fuentes siempre fue "más de izquierdas que Villares", luchador número uno de Fuentes. Más comunista que Santiago Carrillo y Dolores Ibárruri "Pasionaria" juntos. Los espectadores pudieron ver en la pantalla del cine de la calle Mayor lo que don José Catalino había contado tantas veces en clase. Las tropas del ejército y aviones de la fuerza aérea atacaron al palacio de la Moneda, sede del Gobierno, donde Allende se suicidó para no caer en manos de los fascistas, que de todas formas iban matarlo. En la película, Allende es interpretado por el actor búlgaro Naicho Petrov.

Salvador Allende

Por aquellas fechas de los años 70, Rafael Turutu se alistó en la Marina. Tenía espíritu aventurero aquel jeringuero de Fuentes y decidió darse una vuelta por el mundo a bordo del buque de la armada Juan Sebastián Elcano. Quiso la suerte que el barco de instrucción hiciese una parada en Chile. La suerte estuvo doblemente de su lado porque, además de turismo, se echó una novia chilena llamada Ruth, que acabó para siempre en Fuentes. Háblame del mar, marinero. Fue la historia de amor más bonita del Fuentes de entonces, aunque que no llegó a ser la felicidad completa porque el criminal Augusto Pinochet seguía violando asesinando impunemente a los opositores y a Rafael Turutu le recordaba a Franco.

Rafael odiaba por igual a Pinochet a los Estados Unidos, país impulsor del golpe contra Allende. El Turutu tiene un taller de pulseritas artesanales, donde da trabajo a mucha gente de Fuentes. Desde su pedestal de hombre culto, Rafael decía que el gobierno de los Estados Unidos influyó decisivamente en el golpe militar y que hay documentos desclasificados de la CIA que revelan la financiación de periódicos y revistas de derechas para desprestigiar al gobierno de Allende. Si Rafael no podía ver a los Estado Unidos ni en pintura, don José Catalino menos. Argumentaba don José que el alto déficit fiscal y las trabas económicas que impuso Estados Unidos a Chile, por orden del presidente Richard Nixon, ocasionaron una severa crisis económica que fue la excusa del golpe de Estado.

Foto electoral para las municipales de 1987

Si José Luis Rosillo era la vía por la que don José Catalino transmitía a los otros alumnos los conocimientos generales, Francisco Muñoz Mateo era el medium para comunicarse con el resto cuando se trataba de impartir cultura política. Este alumno prestaba especial atención a todo lo relacionado con la política y don José Catalino, que no sabía, le miraba directamente a los ojos como si en ellos viera la militancia personificada. La influencia de EEUU en la política chilena había comenzado durante la guerra de la independencia de Chile contra España. Desde entonces fue significativa la influencia estadounidense en el país sudamericano. En la Guerra fría, a mediados de la década de 1960, comenzó la operación Cóndor, que supuso el advenimiento de las dictaduras militares en América Latina.

El cantante Víctor Jara era en Fuentes más famoso que Pepe Marchena. Todo el mundo estaba horrorizado con su secuestro en un estadio de fútbol de Santiago de Chile y posterior asesinato después de haberle cortado las manos y la lengua. Decía su canción más popular aquello de "te recuerdo, Amanda, la calle mojada, corriendo a la fábrica donde trabaja Manuel". Músico, cantautor, profesor, escritor y director de teatro, Víctor Jara era un referente internacional de la canción protesta. Pero el cantante, compositor y músico preferido por don José Catalino era Paco Ibáñez, que cantaba "Soldadito de Bolivia, soldadito boliviano, armado vas de tu rifle, que es un rifle americano, que es un rifle americano, soldadito boliviano, que es un rifle americano. No sabes quién es el muerto, soldadito boliviano, el muerto es el Che Guevara y era argentino y cubano".

El niño José Catalino en una foto escolar muy típica de la época

Estaba cantado que aquel muchachote que trufaba las clases de Ciencias Sociales con lecciones de conciencia democrática y ética igualitaria iba a acabar dedicándose a la política. Con ello, Fuentes ganó un buen alcalde, pero empezó a perder un mejor profesor. De 1987 a 1993 compatibilizó la política con la docencia. Después, cuando en las navidades de 1993 sufrió un derrame cerebral que lo sacó definitivamente de la vida laboral, se dedicó por completo al ayuntamiento. Como alcalde, dejó una estela de buena persona y gestión intachable. Después de su triunfo electoral en 1987 vendrían otros dos, en 1991 y 1995. Antes de ser alcalde ya fue concejal con Manolo Enri (1979 y 1983) y después de dejar la alcaldía aún siguió de tercero con Pepe Medrano (1999).