Los lazos y cepos son trampas ilegales de caza que habitualmente colocan personas y gestores de cotos para acabar con los depredadores que pueden eliminar las especies cinegéticas de la zona, aunque al no ser selectivos, suponen una amenaza para especies protegidas e incluso para animales domésticos. El uso de este tipo de trampas masivas y no selectivas está tipificado como un delito contra el medio ambiente en el Código Penal y puede conllevar penas de hasta dos años de prisión para los autores, así como la suspensión de las actividades en el área de caza afectada.

En los pueblos es costumbre pensar que los cazadores son aliados de los agricultores. Que los cazadores van a eliminar los animales que tanto daño causan a sus cultivos, como los conejos, que roen los brotes de los olivos o el girasol. No deja de ser cierto que hacen daño, pero los agricultores suelen olvidar que estos animales han proliferado por la gestión en beneficio de la caza, lo que acaba rompiendo el equilibrio ecológico. Para favorecer las especies cinegéticas (perdices, conejos, liebres...) eliminan a sus depredadores naturales y eso hace que abunden y produzcan daño a la agricultura.

Durante muchos años se han utilizado con ese objetivo venenos y cepos. Todavía hoy se siguen utilizando esos sistemas no autorizados. En el caso del veneno, su uso constituye un delito ecológico. Lazos, cepos y jaulas trampa son herramientas muy utilizadas para eliminar todas las especies que puedan competir con los cazadores. Todos los años mueren muchas especies de depredadores, especialmente zorros, aunque también especies protegidas como tejones, ginetas, gatos monteses, garduñas, águilas y un largo etcétera.

Los métodos mal llamados de “control de predadores” (lazos y jaulas) han de ser autorizados por la consejería de Agricultura y sólo si cumplen determinadas condiciones de uso, que casi nunca o nunca se cumplen: hay revisarlos diariamente y quitarlos durante el día. Los lazos se realizan con un alambre en forma de círculo dotado de un nudo corredizo y sujeto a una piedra grande o árbol. Son colocados en un lugar de paso frecuentado por la especie que se quiere eliminar. Cuando el animal pasa por él, introduce la cabeza en el lazo y, al seguir hacia delante, se va cerrando el alambre sobre su cuello. Cuanta más lucha hace por liberarse, más sentencia su muerte.

La gestión de la caza consiste en favorecer a las especies cinegéticas que luego se cazarán como actividad deportiva, y para ello se eliminan los depredadores naturales, rompiendo así el equilibrio natural. Por eso nunca hay que olvidar que si en la actualidad hay una sobrepoblación de conejos, que tanto daño causa a la agricultura, es porque se ha actuado en la naturaleza para que esto ocurra rompiendo su natural equilibrio.

Por esto los agricultores no deben confundirse y saber que la proliferación de animales que causan daños a sus cultivos no es por una política conservacionista o ecologista, sino entre otras causas por unas actuaciones de fomento de la caza con medidas de eliminación de los depredadores naturales de estas especies.

Estas fotos de archivo muestran el «trabajo» de algunos desalmados que, amparándose en el supuesto daño que estos animales realizaban en sus cotos, llevan a cabo la carnicería que se puede ver. ¿Quién es la mayor alimaña de este planeta?

(Este artículo busca concienciar de esta problemática e invito a las personas que visitan el campo que cuando vean alguno de estos métodos ilegales de caza lo denuncien inmediatamente)