Como venas abiertas. Así se ven correr en estos días los arroyos de Fuentes de Andalucía. Será que esta tierra tiene ese nombre por algo. Hace algunos años que no se empapaba la tierra así, una Semana Santa pasada por agua abundante y bien caída, más de 180 litros se han recogido en algunos puntos de nuestra localidad, oro que cae del cielo desde el pasado mes de febrero. Pero esta agua reclama también su sitio, el que siempre ocupó, el que le pertenece, aunque haya estado ausente por un tiempo y casi nadie se recuerdan de sus nombres…

Ahora, el agua ha vuelto y tiene que romper las entrañas de la tierra ocupando su lugar, sus cauces, sus lagunas y los regajos que siempre fueron su recorrido, el que la lleva por su relieve y su suelo hasta la extensa campiña, generando numerosas lagunas, tantas como nombres tienen nuestros parajes. Y el encharcamiento de los terrenos que le pertenecían, desbordando enfadada los terrenos de labor que eran su casa. El hombre, con su afán de apropiarse de lo que es solo de la naturaleza, había olvidado que el agua siempre viene con las escrituras bajo el brazo. Por mucho que queramos imponer nuestro afán crecer y de usar terrenos que son cauce natural del agua, en fuertes temporadas de lluvias, el agua volverá a ocuparlos devolviéndoles su función original.

Ocurre que nos hemos apropiado de terrenos que no nos pertenecen, ejercido una posición de poder sobre la naturaleza, transformando el entorno natural, sin pensar en la fuerza y el comportamiento del agua. Hemos alterado el equilibrio ecológico e hídrico de nuestro entorno con edificaciones, carreteras y caminos, traillado lugares que ocupaban las lagunas o quitados cerros que nos estorbaban. Construcciones, desvíos de cauces, humedales que son los que suministraban agua durante todo el año a los pozos… y un largo rosario que ahora nos pasa factura. Lo peor de todo no es eso, sino que encima pedimos responsable, pese a que nadie nos ha dado permiso para hacerlo.

Mi olivar inundado, mi parcela anegada, mi casa arriada. ¿Por qué construiste cerca del arroyo, por qué tapaste la laguna? ¿Por qué desviaste el cauce? ¿Por qué moviste la tierra? Me estorbaba a mi o a mi vecino, no me convenía que el arroyo pasara por ahí. Ahora ya no hay arreglo. Y es que el término de Fuentes, que está situado entre los ríos Genil y Corbones, es donde confluyen sus arroyos, siendo su principal arteria fluvial el arroyo Madre de Fuentes, llamado Guadalbardilla por los árabes. También hay otros arroyos y lagunas como los de la Venta, del Palmarejo, del Gamo, de la Pulgosa, del Junco, del Alamillo, del Algarbejo, de la Raspa de Santa Mariana, de Zahariche, de la Aljabara, de Sanguino, de la Fuente de la Reina, de la Basta… Por la finca la Monclova, los arroyos del Águila, del Maluco, de la Viñuela, de la Alcubilla o la Laguna de la Breña.

Corren por ellos las aguas como por las venas abiertas de los campos de Fuentes. De una manera o de otra, todos ellos han sido alterados o borrados literalmente por mano avarienta del hombre, pero ahora emergen con las escrituras en la mano reclamando lo que les pertenece por derecho propio.