A raíz de las los nuevos tramos horarios y nuevas tarifas de la luz nada he escuchado ni leído sobre los horarios para poner el aire acondicionado o el ventilador de aquellas personas que trabajan en condiciones duras en verano y llegan su casa cansadas y sudorosas. Nada de las personas mayores que se ven obligadas a permanecer en sus casas, especialmente en las ciudades, en pisos reducidos, muchas veces sin ascensor. ¿Se levantarán a media noche para poner el aire acondicionado o el ventilador?

Si no fuera por lo triste e injusta de la situación sería un chiste más de los que circulan estos días acerca de la hora del planchado. Como tampoco se habla de qué hacer con los frigoríficos, los congeladores y los ordenadores de las personas que teletrabajan o estudian online, de las lámparas eléctricas en hogares mal iluminados o de la cocina vitrocerámica que con tanta alegría nos vendieron años atrás (ahora nos dicen que con el gas se cocina mejor, al menos a la hora que te dé la gana).

Todo lo anterior nos lleva a una vida programada que como siempre, no nos engañemos, va a recaer en la mujer que tiene ahora que pensar cuándo y cómo pone la lavadora o hace la comida para ahorrar en la factura de la luz.

Lo expuesto más arriba nos lleva al tema de la pobreza energética, una injusticia que se une a las tantas que existen, como el precio de los alquileres o la precariedad laboral. Pero no importa, lo importante es a qué hora se cierran los bares o cuándo me van a terminar mi piscina que ya está aquí el verano.

Hace unos días una buena amiga me mandó un vídeo donde se veía a un grupo de personas dándose las manos y cantando “Grandola vila morena”, la canción compuesta por José Alfonso y que fue escogida para ser la señal de la revolución de los claveles en Portugal, con esta pregunta: ¿No te recuerda a Fuentes en otros tiempos? Nos pusimos nostálgicas de un tiempo que ya no existe, ni aquí ni en el resto de nuestro país. Porque si existiera no se explicaría que permanezcamos de brazos cruzados ante las tropelías señaladas más arriba. Nos conformamos con chistes y memes sobre a qué hora poner la lavadora o planchar. Cada vez somos más una sociedad dormida mientras los lobos se van comiendo a nuestras ovejas.