El pasado, pasado está y aferrarse a él sólo conduce a la nostalgia. Pero como esta sección de artículos se debe a la nostalgia, aquí va uno de toros. En Fuentes hay pocas cosas tan del pasado como la fiesta de los toros. Bueno, los toros y el hambre y el boxeo y los bailes del twist y la yenka en la discoteca el Patio. Hubo un tiempo en el que era impensable encontrar un sólo fontaniego contrario a la fiesta taurina. Hubiese sido como mostrarse en contra del aire helado que el invierno mandaba a espuertas calle Mayor arriba. O protestar porque los palomos se cagaban en las azoteas del vecindario. Esas cosas son cosas propias de este tiempo. Como exigir a los propietarios de los perros que recojan las caquitas que dejan en las aceras.

De pasado es también aquel aroma inconfundible del café recién colado por el Bobi que subía por la callejuelilla del cura procedente del Catalino... Pero a lo que vamos, a los toros. Primero y principal, los toros eran la Fiesta Nacional, así, con mayúsculas, título compuesto por palabras indiscutibles en los años de "Academia de corte y confección sabañones, aceite de ricino, gasógeno, zapatos topolino, el género dentro por la calor", que cantó Sabina. A ver quién era el guapo que discrepaba sabiendo que por San Blas descansaba el pelotón. Claro que los toros no eran en aquellos tiempos ni de derechas ni de izquierdas. Más taurino que el Catalino no hubo nunca uno igual en todo Fuentes. El Catalino era el bar de los comunistas, sobradamente sabido es, en tiempos en que los comunistas daban con sus huesos en la cárcel por quíteme allá esas octavillas.

Como todo pasa -especialmente el tiempo- con el paso de los años los toros se hicieron de derechas y del pasado. Se marchó el pantalón de campana como vino la moda del animalismo. Igual que el perrito piloto de la feria y la konga. Como fumarse un habano acodado a la barra del bar. En aquellos años el tabaco no mataba, o eso nos decía Tabacalera Española. Como no existía el animalismo, sino la animalidad. Un poco animales éramos en Fuentes cuando nos apedreábamos los niños de la calle la Luna contra los del Cerro. Aquello sí que era maltrato animal con secuelas físicas en forma de escalabraúras. Era lo que había y nadie lo cuestionaba. Como correr a las niñas calle Lora abajo y cogerles el culo. O echarle a una mocita un piropo subido de tono. Bueno, ellas sí lo cuestionaban, algunas devolviéndoles una sonora guantá en toa la cara.

Un poco animales éramos en Fuentes cuando los chavales disfrutábamos yendo al matadero a ver cómo sacrificaban el ganado bovino. Amarraban las vacas a una argolla en el suelo y le pegaban la estacada con un cuchillo grande. Hacíamos cola para entrar al matadero y después nos íbamos al Catalino a escuchar las tertulias taurinas, en las que participaban Román -que quiso ser torero- el Bobi, Sebastián y Antonio. Allí supimos un día que Paquirri había sido corneado en Pozoblanco por el toro Avispado, un animal de poca envergadura pero con mucha mala leche. Pequeño y toreado con antelación son dos rasgos de los toros más peligrosos. Cómo era posible que de una vaca vieja había nacido un toro tan pequeño, decían en el Catalino. En el cartel de aquella tarde en Pozoblanco figuraban Paquirri, el Yiyo y El Soro. El Yiyo siguió la misma suerte que Paquirri, en su caso en Colmenar.

Trágico cartel aquel de Pozoblanco porque El Soro -que aprendió de Paquirri- también salió herido años más tarde de una plaza de toros, la de Montoro, que lo llevó a pasar por quirófanos de medio mundo y acabó con una pierna artificial. El Soro ganó fama de invencible cuando, después de 21 temporadas sin torear, regresó a los ruedos con 52 años y dio una lección de torería a Ponce y a Manzanares. La vuelta de El Soro coincide con el declive de la tauromaquia como gran fiesta nacional. Ya nadie habla de toros en las tabernas de Fuentes. Ni los niños organizan batallas campales en el Rueo, ni corren a las niñas hasta la Alameda, que en este 2025 parece un parque en el que los domingos sólo pasean los viejos fantasmas de aquellos tiempos. "Niño, sube a la suite dos anisettes, que hoy vamos a perder los alamares. De purísima y oro, Manolete cuadra al toro en la plaza de Linares"