Las puertas de la basílica de la Macarena se abren y por ellas salen dos furgones funerarios. Uno con los restos del general Francisco Bohórquez Vecina, que fue auditor de guerra y responsable de la ejecución de las sentencias de muerte en aplicación del bando de guerra. A continuación sale un furgón blanco con los restos del “virrey de Andalucía”,  el general Queipo de Llano. La inmediaciones de la basílica, tantas noches repletas de una ingente multitud, ahora sólo son testigos del acto unos veinte reporteros y otros tantos familiares.

Separados de ellos, en la acera de enfrente, se erige una figura solitaria, que en silencio contempla cómo los furgones que transportan los restos de tan denostados personajes salen lentamente del templo que han alojado sus restos durante 71 años. El silencio es roto por los aplausos de los familiares y un insulto a la figura solitaria.
Paqui Maqueda rompe su silencio proclamando a los cuatro vientos sevillanos “¡honor y gloria a las víctimas del franquismo!", seguido del nombre de sus familiares víctimas de la represión franquista.

Ya se aleja el furgón blanco con los restos de Queipo de Llano, general que en otro tiempo apoyó la dictadura de Miguel Primo de Rivera, pero por ciertas críticas que realizó a su gobierno le condenaron a la reserva. Tras su fracasado intento republicano en el asalto al aeródromo de Cuatro Vientos, junto a Ramón Franco Bahamonde, se exilió en Francia, donde mantuvo contactos con Indalecio Prieto y Marcelino Domingo. En la quietud de la plácida noche Macarena aparece el recuerdo de este general que al proclamarse la República fue nombrado capitán general de Madrid, asumiendo los valores republicanos y convirtiéndose en una de las personalidades militares de la democracia al ser nombrado jefe del cuarto militar del presidente Alcalá Zamora.

Paqui Maqueda

Se elevan al espacio sideral las voces de las más de 45.000 víctimas a las que mandó al paredón con sus juicios sumarísimos, en aras de su bando de guerra que sometió a la Andalucía a una represión cruel e ignominiosa llevada a cabo tras el golpe de estado del 18 de julio de 1936. Catorce mil sevillanos, 5.000 malagueños de la Desbandá  y 116 fontaniegos claman porque sus restos sean también hallados y rescatados de las oscuras y ocultas fosas para que sus familiares sepan que hay justicia y reparación, sientan la tranquilidad de haber acabado un largo camino de búsqueda, de infructuosa búsqueda de más de 80 años.

El silencio de la noche es roto por los recuerdos de las proclamas lanzadas a través de las ondas de la radio como jefe del ejército del sur:
-“¡Sevillanos! La suerte está echada y decidida por nosotros y es inútil que la canalla resista y produzca esa algarabía de gritos y tiros que oís por todas partes…….¡Viva España!”.
-“Nuestros valientes legionarios y regulares han enseñado a los cobardes de los rojos lo que significa ser un hombre. Y, de paso, también a las mujeres”...
-“Si algún afeminado, algún invertido, se dedica a lanzar infundios alarmistas, no vaciléis en matarlo como a un perro o entregármelo a mí al instante”.
-“Sí, canalla roja de Málaga… ¡Esperad hasta que llegue ahí!. Me sentaré en un café de la calle Larios bebiendo cerveza y, por cada sorbo que dé, caeréis diez. ¡Malagueños! Me dirijo en primer lugar a los milicianos engañados. Vuestra suerte está echada y habéis perdido. Un círculo de hierro os ahogará en breves horas, porque si por tierra y aire somos los más fuertes, la escuadra leal a la dignidad de la patria os quitará toda esperanza de huida, ya que la carretera de Motril está cortada».

Madrugada sevillana

Los familiares de las víctimas gritan a los cuatro vientos que se busque la verdadera concordia entre los españoles y que se reconozca la injusticia cometida por el bando sublevado con quienes defendieron la libertad. Que la reciente aprobada ley de la Memoria Histórica Democrática sea el vehículo para restablecer el honor y la gloria a las víctimas del franquismo y así saldar la deuda de gratitud con quienes se comprometieron con una España democrática para formar una sociedad que anhela estar en paz con su pasado para avanzar en el futuro en democracia y libertad, buscando la verdad, la justicia y la reparación.