Algo quijotesco tiene la vocación docente. Al menos en sus inicios, es muy común que el maestro, la maestra, quiera cambiar el mundo mediante la difusión del conocimiento y la transmisión de valores como la igualdad, la solidaridad, la justicia... No en balde hubo un tiempo en el que se pusieron en marcha "misiones pedagógicas" que perseguían lo mismo que siguen persiguiendo muchos de quienes se plantan delante de un grupo de alumnos y alumnas de una escuela. Sensibilidad social y entrega son dos de los rasgos, tan del Quijote, que comparten María José Alfonso (22 años) y Laura León (21 años), dos de las futuras maestras que han hecho prácticas este curso pasado en los colegios Santa Teresa y Santo Tomás de Fuentes. Laura termina este año los estudios y María José el año que viene, la primera en Sevilla y la segunda en Osuna.
Pregunta.- ¿Por qué queréis ser maestras?
Respuesta.- Laura: Siempre he querido ser maestra por que me gustan los niños y para ser parte de un cambio social que debe empezar por cambiar a las personas, tanto en conocimientos como en valores. Estamos hablando de formar a los adultos del mañana y, si queremos que ese mañana sea mejor, debemos mejorar a los niños de hoy. María José: Yo he tenido claro que estudiase lo que estudiase sería para ayudas a los niños. Quiero especializarme en educación especial. Tal vez porque tengo una dificultad que me ha condicionado desde niña y quiero ayudar a quienes desde pequeños se enfrentan a tener que hacer mayores esfuerzos para llegar a donde los otros llegan sin problemas. La dislexia a mí me ha condicionado y si la he superado ha sido por la ayuda que me han dado, especialmente mis padres.
P.- Querer mejorar el mundo presupone un cierto rechazo del que existe. ¿No os gusta lo que veis?
R.- Laura: El mundo que veo, en general, es bastante hipócrita. No me refiero a Fuentes. La sociedad dice unas cosas y hace otras. Una cosa es la teoría y otra la práctica. A las maestras se nos pide que eduquemos en igualdad, que ayudemos a integrar, pero alrededor de los colegios circulan discursos de odio al otro, al diferente. La sociedad pone en nuestras manos la educación de sus hijos, muchas veces desentendiéndose los padres de esa labor compartida, pero no nos da los medios necesarios para ello. Por eso esta sociedad sigue cargada de violencia de género, de rechazo al diferente. Nos pide que eduquemos, pero luego no le gusta lo que transmitimos en las escuelas. María José: Yo creo que nuestra sociedad va mejorando poco a poco. Reconozco que hay todo eso que dice Laura, pero en mis entorno cercano, en mi círculo de amistades no veo rechazo hacia el diferente ni odio hacia el otro. Conozco homosexuales y inmigrantes que conviven sin la menor discriminación. En Fuentes yo no veo odio y rechazo, aunque es evidente que en otros sitios los hay.
P.-¿Es la educación el remedio para los males de la sociedad?
R.-Laura: No sé si es el remedio, pero estoy segura de que es una parte importante de la solución. La educación no es, como la entienden todavía algunos, una mera transmisión de conocimientos. Es también educación en valores, utilización de herramientas para desarrollar las habilidades, despliegue de sensibilidades, actitudes y bases para el enriquecimiento personal. Frente a eso, los maestros tienen que formarse por su cuenta en muchas materias transversales porque el sistema no les da esa formación. Para mi trabajo de fin de grado he entrevistado a 8 profesores y profesoras y la queja común es que les falta esa formación, carencia que deben suplir por su cuenta. María José: La educación ayuda, pero no todo es la educación. Los educadores podemos cambiar el mundo, pero no solos. Hace falta que rememos en la misma dirección maestros, padres, medios de comunicación... Creo que, en general, remamos en la misma dirección, aunque unos pocos lo hacen en dirección contraria y como éstos son los que hacen más ruido, parecen más. Pero son menos.
P.-¿Son los colegios islas de igualdad rodeadas de desigualdades?
R.- Laura: Algo de eso hay, la verdad.Ahora, además de las carencia formativas, tienes que enfrentarte a la posibilidad de censura por parte de algunos padres que no quieren que se aborden determinados temas como la sexualidad, el feminismo o la diversidad. Hay miedo a un sector de padres que se creen con derecho a decirle al profesorado lo que debe y no debe impartir en clase. María José: Yo veo que en el colegio donde he hecho las prácticas, el Santa Teresa, impera la igualdad, el apoyo mutuo y la aceptación de cualquier diferencia como algo natural y enriquecedor. Puedo poner el ejemplo de un niño que un día vino a clase con las uñas pintadas y nadie se lo afeó, sino todo lo contrario. Ni las profesoras ni los otros niños le dijeron nada en contra y hasta algunos comentaron que querían pintárselas también. Eso, que es normal en la escuela, lo que echamos de menos en la sociedad.
P.- Oposiciones, difícil horizonte tenéis por delante.
R.- Laura: Sí, muy difícil. Tiene que estudiar mucho y sacrificarte para sacar plaza. Me gustaría trabajar aquí, pero lo más probable es que, si un día apruebo, tendré que ir a donde me manden. Toca seguir estudiando. María José: ¡Uff! Un reto difícil y a largo plazo, pero es lo que toca. A mí me gustaría acabar teniendo plaza en Fuentes, pero sé que eso requiere mucho estudio y tiempo. Tampoco hay que resistirse a salir, sobre todo teniendo claro que tarde o temprano puedes conseguir volver.
P.- ¿En qué os quedéis especializar?
R.- Laura: Yo me quiero dedicar a enseñanza primaria por afinidad con los niños de esa edad. Creo que es el periodo de la vida en el que se forma la persona, tanto en habilidades como en sensibilidades. María José: Lo mío es la educación especial. Creo que es donde más puedo aportar por mi empeño en la superación de dificultades. Soy de las que creen que hace más el que quiere que el que puede. No hay metas imposibles cuando estás dispuesta a esforzarte y a dedicarte a lo que realmente quieres. Y para ayudar a que eso sea posible está la educación.
P.- ¿Terminamos con un balance de vuestra experiencia en las prácticas hechas este curso?
R.- Laura: En el mes que he estado en el colegio Santo Tomás me han tratado muy bien y desde el primer día sentí que era una maestra más. No me han tratado como a una alumna en prácticas, como a una extraña. Mi tutora, Mari Carmen Hans, aplica unos métodos didácticos muy buenos y actualizados. En la universidad nos dijeron que ellos nos enseñaban unos métodos nuevos, pero que no nos sorprendiéramos cuando llegáramos a nuestra escuela porque podíamos encontrarnos con sistemas de enseñanzas más clásicos. Sin embargo, en el Santo Tomás no he visto ninguna diferencia entre lo aprendido en la universidad y la realidad. No puedo decir que una cosa sea la teoría y otra la práctica. María José: A mi me ha pasado lo mismo en el colegio Santa Teresa. El trato ha sido magnífico y mi tutora, Mari Carmen Martín, es una profesora estupenda. Yo fui alumna de este colegio, vivo al lado y he disfrutado unos meses como profesora. He sentido buenas vibraciones y confianza tanto con las profesoras como con los alumnos. Todo el mundo está dispuesto a echar una mano y la comunidad de aprendizaje es un sistema excelente para la enseñanza. De hecho, en este tiempo he sentido que realmente mi vocación es la docencia. Ha sido triste tener que decir adiós.