Margarita Barceló Vicent fundó en Fuentes la casta de los Margaritos, una estirpe de mujeres y hombres altos, fuertes, orgullosos, activos, alegres y generosos. Y, sobre todo, valientes como lo fue ella. Porque valiente tuvo que ser una mujer que, a mediados del siglo XIX, con apenas 18 años, decidió abandonar el confort del hogar paterno para subirse a un barco en Mallorca, desembarcar en Valencia, atravesar media España en diligencias y plantarse en Fuentes, cargada con un enorme baúl, buscando a Miguel Martín, el amor de su vida. Se había enamorado del soldado Miguel, que hizo la mili en Mallorca y regresó a Fuentes al licenciarse. Poco después, ella lo siguió, se casaron, fueron felices y comieron perdices... E higos.

La historia de la Mallorquina podría dar de sí para escribir una densa novela de amor y arrojo. Lástima que se hayan perdido tantos datos y que ni siquiera exista una fotografía de la protagonista principal de esta historia. La fotografía que abre este reportaje no es de Margarita Barceló, sino de Dolores Martín Barceló, la mayor de las tres hijas que tuvieron la Mallorquina y Miguel Martín. Dolores fue abuela de los Benjamines, que son también conocidos como Mallorquines precisamente porque a Dolores la llamaban la Mallorquina.

Miguel "Margarito" abre el baúl con el que su bisabuela, Margarita la Mallorquina, llegó a Fuentes

Lo que se sabe de Margarita Barceló a ciencia cierta es que nació en 1860. Miguel había nacido cinco años antes que ella, en 1855, e hizo la mili en 1875 o 1876. Por lo tanto, cuando se conocieron él tenía unos 20 años y ella quince o dieciséis. El noviazgo duró lo que la mili de Miguel, después de lo cual, él cogió el petate de vuelta a casa. La familia de Miguel no era de Fuentes, sino de El Rubio, y había recalado en Fuentes buscando trabajo desmontando los campos que se extendían a ambos lados del camino que partía de la Carrera y concluía en el cruce de la actual A-4. De ahí viene el nombre de la Puerta del Monte.

En la familia hay dos versiones sobre la llegada de la Mallorquina a Fuentes. Los Margaritos aseguran que los abuelos les contaban que había venido ella sola hasta Fuentes, cargada con su baúl, y que en la Puerta del Monte había preguntado por su novio Miguel. Tenía una extraña forma de hablar, medio castellana medio mallorquina. Cuando Miguel fue avisado y acudió a recogerla le espetó "¡pero qué haces tú aquí!" y se la llevó a casa de los padres. El palacio que ella había soñado encontrar quedó de pronto reducido a una modesta vivienda y ya entonces empezó a intuir que las grandes fincas de frondosas higueras de las que su novio le había hablado en Palma de Mallorca sólo existían en la mente del imaginativo Miguel.

La otra rama de la familia, los "Benjamines", cuenta que Margarita Barceló no llegó a Fuentes sola, sino junto con Miguel. Ella se había plantado en Sevilla y enviado un telegrama a Miguel pidiéndole que fuese a recogerla. Por lo tanto, llegó del brazo del novio, vestida de negro hasta los pies, como era tradicional en Mallorca, aunque muy guapa, con botines de buen cuero acordonados hasta arriba, seria y solemne. Cuenta Aurelio Romero Gómez, "Benjamín". que nada más entrar por la Puerta del Monte su bisabuela fue bautizada como "la Mallorquina".

Buen número de curiosos acudieron al bautizo oficiado al popular modo fontaniego, nada más verla aparecer en la Puerta del Monte. Aquella llegada de los novios en negro coche de caballo, reluciente, debió de ser un acontecimiento memorable. Fuentes entero vibró al ver a aquella forastera intrépida, imponente, que venía reclamando lo que consideraba suyo, Miguel Martín, al que sacaba dos cuartas de altura. Por poco tiene que intervenir la guardia por el tumulto que se formó en la Puerta del Monte para ver la llegada, como dos reyes, de Miguel y Margarita Primera de Fuentes.

Sea cierta la versión humilde o la pomposa, la verdad incontestable es que la Mallorquina se quedó en Fuentes para siempre. Las primeras semanas, hasta que se produjo la ceremonia de la boda, se quedó a vivir en casa de sus futuros suegros, en la calle San Francisco. Ella debía de tener apenas 20 años y él 25. El planeta de los recuerdos familiares, tan lejano, sufre un eclipse a la hora de alumbrar los fastos de la boda. Se sabe que los padres de la Mallorquina, Juan y Jerónima, no aprobaron la decisión de Margarita de llenar un baúl con su ajuar, dejar todo lo demás atrás y seguir a Miguel. Ella no volvió jamás a Lluchmayor, su pueblo de entonces, ni los padres la visitaron nunca en Fuentes, su nuevo hogar para siempre.

Margaritos y Margaritas con el recuerdo de la bisabuela

Ella se instaló en el pueblo y asumió que Miguel no tenía más que una pequeña haza con cuatro higueras. A la Mallorquina le había sorprendido lo moreno que encontró a Miguel nada más llegar a Fuentes. Ella lo había conocido sin el color que imprime el trabajo bajo la solanera. Asumió que debía aportar su trabajo a la economía familiar y cambió los telares familiares de Lluchmayor por la recogida y venta de los higos de Miguel. Se convirtió en la más popular vendedora de higos por las calles de Fuentes, no sólo por la calidad de la mercancía que ofrecía, sino por su peculiar forma de pregonarlos. Vendía higos y enseñaba a bordar con una pulcritud desconocida por la mayoría de las muchachas de Fuentes.

Margarita la Mallorquina tardó poco en adaptarse a Fuentes y en hacerse popular por su forma de pregonar y por su llamativa pronunciación de las eses. La mayor tarea de la Mallorquina, y por la que fue recordada muchos años después de su fallecimiento el 21 de octubre de 1929, hace 92 años, fue vender "figas" acompañada por un borrico. Porque la Mallorquina recorría las calles de Fuentes voceando "¡figas, ricas figas!", a cuyo reclamo acudía la gente a curiosear qué era aquello que ofrecía. Levantaban el saco que cubría el serón de esparto y exclamaban "¡coño, pero si son higos!". En el serón llevaba siempre una canastilla con la que untaba el culo de las brevas con aceite de oliva para que maduraran antes. Cuando ya no era temporada de los higos frescos los vendía curados, "pasados" les llamaba ella.

Margarita y Miguel tuvieron tres hijas, Dolores la Mallorquina, Margarita y Pepa. La mayor de ellas, Dolores, tuvo dos hijos, Antonio y Margarita. Dolores enviudó con apenas 41 años, cuando sus hijos apenas tenían 9 y 5 años. Antonio, padre de Aurelio y Antonio, los Benjamines de Fuentes, fue conocido también como el Mallorquín. La segunda hija de Margarita Barceló se llamó como la madre, Margarita, y tuvo un único hijo, Julián el Relojero.

Y, por último, Pepa, la menor de las tres hijas de la Mallorquina, tuvo tres hijos: Juan, Manola y Margarita. Esta última fue la madre de los populares Margaritos de Fuentes, que son nietos de Pepa y bisnietos de la primera Margarita. En este caso, el nombre cambió de género y se volvió mote por obra y gracia del médico que llamó Margarito a Miguel Caro Caro cuando acompañaba a su madre Margarita. El primer Margarito fue Miguel, el segundo fue Kiko, que lo heredó cuando su hermano Miguel emigró a Francia, más tarde a Manolo cuando Kiko se marchó a Mallorca y de ahí pasó al resto de la familia. Margaritos se quedaron, pero que quede constancia de que la primera fue una mujer, Margarita Barceló Vicent. Margarita Primera de Fuentes.