Fútbol y mucho más. O mucho más que fútbol. Muchos goles, ocho. Cinco del equipo de veteranos del Fuentes por tres de veteranos del Sevilla. Victoria local merecida, primera del Fuentes contra el Sevilla en este peculiar torneo anual. Aunque pocas veces tantos goles han importado tan poco. Porque el gol de la victoria, el que importa hoy, lo ha metido PADIS jugando contra el equipo de la segregación formado, en la portería, por la indiferencia; en la defensa, por la pasividad; en el medio campo por el egoísmo; y en la delantera por la desidia. Después de dos años sin celebrarse, este domingo ha vuelto al estadio del Barrancón el clásico de la temporada, el partido de PADIS.

Y como ocurre siempre en este clásico del fútbol fontaniego, la expectación ha estado más en la barra que en la grada. Un hormigueo incesante alrededor de la cerveza sustituye aquí al bramido de la grada propio de las contiendas por alcanzar el gol. El partido ha empezado a la doce del mediodía con algo más de media entrada, lo que no está nada mal para los tiempos que corren. Esta mañana lo que corría, sobre todo, era el frío de un viento del norte traído por un insólito invierno abrileño. Pero se ha notado que el calor de la solidaridad manda en Fuentes más que aire gélido.

El Fuentes solidario no se pierde cada año este partido, séptimo de la tanda de celebraciones. Los dos últimos fueron suspendidos por la autoridad competente para evitar los goles del virus. La que manda es la barra. Algunos de los asistentes es posible que incluso hayan visto el partido. Probablemente uno de ellos haya sido el concejal Luis Conde, juez de línea en este encuentro. No lo ha visto el señor alcalde, Francisco Martínez, camarero voluntario haciendo malabarismos detrás de la barra. Olfato político se le llama al saber estar siempre en el punto donde confluyen las miradas del pueblo. El alcalde no ha visto el partido, pero ha estado puntualmente informado del marcador.

Sobre el terreno de juego, algunas viejas glorias del fútbol y otros muchos jugadores veteranos que un día soñaron con la gloria. Un espectador ha calculado, de reojo desde la barra, que los dos equipos contendientes suman casi 900 años de fútbol. Veintidós jugadores a una media de 40 años=880 años. Más años que Al-Andalus. Casi mil años corriendo detrás de un balón mientras el público andaba persiguiendo una tapa de paella. Pendiente de casi todo, Millán ha visto cómo los porteros de la puerta, no los de la portería, le metían un gol cobrándole entrada a los socios de PADIS. Pide disculpas por ese error. Que un domingo haya cola para acceder al campo pelota tiene esas consecuencias. Falta entrenamiento.

En el mundo de los números, el tamaño es lo que importa. Porque la finalidad del partido anual de PADIS tiene la finalidad de recaudar fondos para esta organización que atiende a las personas con capacidades diferentes. Para eso todos los recursos son pocos. El balance se hará en su momento, pero como la solidaridad con solidaridad se paga, PADIS ha decidido donar el diez por ciento de la recaudación de este domingo a la ayuda al pueblo de Ucrania. La necesitan. El partido anterior, celebrado en 2019, recaudó diez mill euros, de los que mil fueron donados a la Cruz Roja.

Al terminar el partido ha habido entrega de trofeos y reconocimientos, entre otros a las jóvenes fontaniegos promesas del fútbol Alberto Flores (ausente por jugar en Jaén) e Iker Villar (presente aunque con muleta por lesión). El joven jugador del Sevilla se ha mostrado encantado con el homenaje recibido. Rápido intercambio de camisetas, regalos y abrazos que la paella se enfría. Seis actuaciones musicales programadas para la tarde auguran un extenso programa de diversión en el viejo Barrancón. Fútbol y fiesta para en encuentro solidario.