Frida Kalho, Hannah Arendt, Juana I de Castilla, Santa Teresa de Jesús, Sor Juana Inés de la Cruz  son mujeres que desde que fui descubriéndolas me han atraído y han cambiado la forma de acompañarme. Me han ofrecido momentos de gozo, me han ido descubriendo un mundo de belleza, de lucha, de ser libre, de misterios. Mujeres que han brillado en la historia a pesar de haber sido ningunearlas algunas, tergiversado sus pensamientos, sus obras, otras veces.

Esta cita Teresa de Jesús escrita en el siglo XVI “Porque los gobernantes del mundo son todos varones, hijos de Adán, y no hay virtud de mujer que tengan por sospecha” o esta otra: “Veo secretos en nosotros mismos que me traen espantada muchas veces; ¡cuántos más debe haber!” nos dicen qué mujer tan poderosa y actual era la santa de Ávila. En sus escritos de las Fundaciones y en el libro de su vida se nos revela como una gran escritora, deliciosa y valiente. En el prólogo de la novela de Ramón J. Sender “El verbo se hizo sexo”, Cristina Morales no duda en calificarla de punk, matriarca del punk. La novela de la misma escritora “Introducción a Teresa de Jesús" reivindica a una Teresa de Jesús moderna y feminista.

La vida de Frida es como un volcán constante de pasión, marcada por el sufrimiento. Utilizó su pintura para expresar su dolor, su angustia y su pena. Luchó por ser ella misma con una arrolladora personalidad, estando prisionera en un cuerpo dolorido que la hacía sufrir. Aún me emociono al recordar la casa azul en Coyoacán donde vivió Frida con Diego Ribera. Entré en ella a ver una la exposición de sus pinturas en Roma. ¡Qué sorpresa encontrar aquellas pinturas junto a mi querida Trapa. Frida fue una mujer única en su arte y en su vida, una vida atravesada por el dolor y sin embargo, tan vitalista.

Sobre Hannah Arendt debo confesar que al principio, hace tiempo, al comenzar a leerla me costaba entender algunos de sus textos, pero me acercaba ella su pensamiento, las circunstancias y el tiempo histórico que le tocó vivir. Recuerdo que me atrajo su concepción del bien y el mal, su valentía e independencia con que escribe en Jerusalén en el juicio de Eichmann. Arendt nos enseña a distinguir el bien del mal, lo bello de lo feo, lo verdadero de lo falso. Su pensamiento aún está vivo, actual y nos enseña a caminar por esta época difícil, pero no más que la que le tocó a ella en la mayor parte de su vida.

Juana I de Castilla siempre me pareció digna de ser conocida. Fue traicionada por su marido, por su padre, por su hijo. No sé por qué desde siempre me atrajo esta figura histórica, las circunstancias de su desgraciada vida, la duda más que razonable de su locura revisada en los últimos tiempos por los trabajos de la estadounidense Bethany Aram y de los españoles Segura Graíño y Zalama. Recuerdo que la aparición de la reina Juana en la serie Isabel de TVE eclipsó, al menos para mí, a la reina Isabel. Siempre ha sido un misterio qué ocurrió de verdad en la vida de Juana, cómo se sintió al ser traicionada por los hombres de su familia que no tuvieron escrúpulos en saltarse las leyes sucesorias con el pretexto de una enfermedad mental y encerrarla durante más de cuarenta años.

Qué decir de Sor Juana Inés de la Cruz, una monja que en el siglo XVII escribía:
Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.

Mujer que escribía cartas y poemas de amor a una virreina. Su vida es una sorpresa de libertad y coraje. Mejor que hablar de ella es leerla. No acaban aquí las mujeres en la historia que siempre me han atraído, bien por su vida, su obra literaria o su pensamiento. Virginia Woolf, Simone de Beauvoir, Emma Goldman, Aspasia de Mileto, pero no quiero aburrir más, solo deciros que hay que leerlas, conocerlas