Ayer, mientras la tarde de domingo transcurría entre meriendas, pipas y copas en las terrazas, unos músicos, Sara Marina y Emilio Villalba, componentes ambos  de “La pequeña juglaresa”,  iban narrando historias de la juglaresa, Sara, mientras que Emilio tocaba instrumentos antiguos. Un concierto didáctico distinto a la monotonía de las tardes de domingo cuando el atardecer nos recuerda que el lunes está cerca con sus obligaciones y solo nos brinda, una y otra vez, las terrazas inundadas por la luz del ocaso.

Poco público infantil y pocas familias han disfrutado del concierto, no sabemos si debido a la poca publicidad o la dificultad que la app del Ayuntamiento conlleva, no es el medio más popular ni asequible para acceder a las  actividades culturales de nuestro pueblo. Los que han asistido han disfrutado de música antiguan han conocido instrumentos y compases  de música medieval, incluso han bailado cual moradores de castillos legendarios.

El poco público asistente a este tipo de espectáculos nos debe llevar a una serie de preguntas: qué ocurre en Fuentes. Qué idea de cultura tenemos cuando no nos atrae una oportunidad de aprender y disfrutar con la música. Por qué no llega a más público este tipo de actividades. Las respuestas a estas preguntas no son fáciles de responder, aunque alguna tenga respuesta más arriba, aunque sería solo una causa entre otras.

Un pueblo con futuro, con vida propia, es un pueblo que piensa, que sabe disfrutar de la cultura, sea esta literaria, musical, teatral, monumental o histórica. No nos podemos quedar atrás, al sol que más calienta, aunque disfrutar de él sea también una forma de diversión, de vida. Tenemos la oportunidad y la obligación de brindar a nuestros niñas y niñas, a nuestros jóvenes, otra forma de diversión y de amar el arte y la vida.