En la década de 1930, el filósofo y ensayista Walter Benjamin se preguntaba en una carta a un amigo: “¿De verdad alguien puede dormir tranquilo? Pues sí, dormimos tranquilas en 2023 mientras el mundo a nuestro alrededor aúlla de dolor, mientras la muerte y la violencia van machacando a las pobres gentes inocentes.

No voy a echar un sermón, no soy una aguafiestas en estos días de alegría y reencuentros. Yo misma he disfrutado de la compañía de mis hijas, me he sentido feliz, alegre, he bailado y cantado. Sé que mi vida es fácil, que disfruto de comodidades, que vivimos mejor que nunca, que no hay crisis que cien años dure. Sin embargo, en la oscuridad del despertar de cada día, cuando tu cuerpo aún está ausente y solo funciona tu mente, aparece esa voz que te dice que no se puede vivir de espalda a tu tiempo, que ahí fuera hay dolor, miseria e injusticias. Así que por ética hay seguir trabajando, confiando en las personas que han dotado al pesimismo de contenido político. Como advirtió mi admirado Saramago: “Si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan y no hacemos nada por contrarrestarlos, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos”.

Sí, disfrutemos de lo que tenemos, de la alegría, del amor de nuestras familias y amigas, de la belleza y de sentirnos seguros y arropados, pero sin olvidar que existe un mundo que va hacia el abismo si volvemos la espalda y decimos que no es nuestro problema, que “ya ayudo con lo que me sobra, incluso un poco más”. Practiquemos la frase del movimiento feminista “Lo personal es político” desde todos los ámbitos de la sociedad, desenmascarando el mantra franquista de que la política no es buena, que es cosa de políticos.

Nuestros problemas del día a día, nuestras carencias e injusticias, a pesar del bienestar, lo que tiene que ver con la vida personal está irremediablemente relacionado con la vida en común. La forma de alimentarnos, de amar, las relaciones laborales, la sexualidad, el aborto, la violencia de género, la sanidad, la educación ¿acaso no son política y no forman parte de nuestra vida y nuestros problemas? Debemos hacer un esfuerzo por sentirnos parte de la comunidad que formamos los seres humanos. No podemos permanecer en nuestra campana de cristal donde se reflejan las luces de navidad impidiéndonos ver más allá.