No pretendo hacer aquí un análisis geopolítico sobre la guerra de Ucrania, entre otros motivos porque no tengo ningún conocimiento sobre ello. Pero sí quiero, o pretendo, expresar lo que pienso sobre una guerra, sobre todas las guerras, que es producto de la propaganda. A esta conclusión he llegado después de leer artículos, ver documentales, escuchar programas de radios independientes y películas. De todos ellos, recomiendo el documental "Ucrania: El año del caos", del periodista Ricardo Marquina, y la película "Donbass", del director Sergei Loznitsa; el primero realizado en el año 2015 y en el 2018 la segunda. ¿Por qué, os preguntareis, filmaciones de varios años antes de la guerra te pueden aclarar algo sobre ella? Porque ningún conflicto nace de la noche a la mañana y el de Ucrania no es una excepción.

Desde la desaparición de la URSS en 1991, Rusia ha intentado federar a la mayor parte las antiguas repúblicas soviéticas. Para ello creó la CEI (Comunidad de Estados Independientes). Como decía al principio, no tengo conocimientos de geopolítica, pero es fácil imaginar que Moscú ha intentado desde entonces crear un área de influencia en lo que ella considera territorio de autoprotección (igual que occidente lo hace con la OTAN o la UE) tanto económica como culturalmente. Además, el que   algunos de esos territorios esté habitado por ruso hablantes o/y de ascendencia rusa parece dar a Putin razones. Ocurre con los políticos autoritarios.

Dentro de este contexto, las políticas que Putin ha venido practicando estos años, han usado la propaganda de manera vergonzosa para crear un clima nacionalista que ha hecho creer a muchos rusos que el gobierno de Ucrania es su enemigo, que todo el que no esté con ellos esta contra ellos. Todo esto era de sobra conocido por la UE y por EEUU, no nos engañemos, pero los intereses económicos mandan.

Todo lo anterior ha ido creando enfrentamientos bajo un clima prebélico de violencia y divisiones en parte de la población  de Ucrania y en parte de la población rusa. Pero ¡cuidado! ni las ucranianas ni los ucranianos, ni las rusas ni los rusos son culpables, son víctimas, en esta ocasión el pueblo ucraniano, de unos políticos que los utilizan para sus fines, sin impórtales las vidas humanas, las tragedias que supone una guerra que es lo peor que le puede pasar a un pueblo.

Nada justifica la guerra, nada. Lo seres humanos “queremos tener una vida normal”, como decía una mujer en el documental arriba mencionado o la cara que se le ponía a un anciano en el mismo documental, cuando un periodista le preguntaba si todo aquello, la guerra entre pro rusos y pro ucranianos en Donbass, merecía la pena. El periodista comprendió que estaba preguntando una chorrada.

NO, la guerra nunca merece la pena. No merece la pena que niños y niñas, personas mayores, ancianos dependientes, mujeres, (ay, la voz poco conocida en las guerras, deberíamos escuchar más a las mujeres, su visión de las guerras) se vean violentadas y obligadas a huir, a perder todo lo que constituye una vida, segura, “normal”.

NO me cabe en la cabeza que una fuerza te obligue a abandonar tu casa y tu ciudad o pueblo para salvar tu vida. Si todos los seres humanos nos cogiéramos de la mano delante de las armas pararíamos las guerras…pero qué digo ¿TODOS? ¿Los señores de la guerra? ¿Esos que se enriquecen con la muerte y el dolor? ¿Los políticos que aman el poder por el poder? ¿Los que están al servicio de los oligarcas que los ponen y quitan? EN FIN...