Aurora León no quiere más reconocimientos que la satisfacción de conseguir justicia para quienes ven sus derechos pisoteados por los poderosos. El ayuntamiento de Sevilla ya la nombró hija adoptiva y le puso su nombre a una calle cerca del palacio de Justicia. La Diputación le acaba de entregar la medalla de oro de la provincia por su larga trayectoria como abogada laboralista en defensa de los desfavorecidos. Antes, la Junta la premió con el galardón "Menina" por su papel en favor de los derechos de las mujeres. Tiene suficiente. Pero ¿y Fuentes, su pueblo? Por pudor, la abogada casi no quiere hablar del tema, pero algo no acaba de encajar en este rompecabezas de los reconocimientos institucionales, especialmente porque desde hace cuatro años existe una petición formal por parte de la Asociación de la Memoria Histórica para que sea nombrada hija predilecta de Fuentes, junto con el catedrático Francisco Muñoz Conde.

Pregunta.- ¿Aurora Muñoz no es profeta en su tierra?

Respuesta.- Yo me he limitado a ejercer mi profesión lo mejor que he sabido y no por el reconocimiento que me pudieran dar. Por lo tanto, no me corresponde a mí explicar nada sobre reconocimientos. En todo caso, si hay alguien que puede dar explicaciones es el ayuntamiento, si es que lo considera oportuno. Es libre de hacerlo o no y yo ni juzgo ni valoro lo que haga el ayuntamiento. Nunca he esperado reconocimientos ni nunca pensé que me los fuesen a dar por hacer mi trabajo lo mejor que he podido. Se da la circunstancia de que las instituciones que me los han dado ha sido pese a mis reclamaciones y demandas en infinidad de causas. En el caso del ayuntamiento de Sevilla, una demanda nuestra trajo consigo la anulación de un pleno municipal. Yo agradezco que se hayan cordado de mí, por supuesto, pero mi vida no es eso de los reconocimientos.

Aurora León en el patio de se casa de Fuentes

P.- Tan extensa trayectoria profesional como abogada laboralista debe de ser una atalaya inmejorable para saber cómo está el mundo judicial.

R.- No es mal observatorio. Tengo que empezar diciendo que el sistema de selección de los jueces es totalmente inadecuado para garantizar ingreso en la carrera judicial de los jueces que la sociedad de hoy demanda. El examen de ingreso es repetitivo y consiste en recitar unos temas en un tiempo tasado y la preparación consiste en memorizar los 328 temas ante un preparador, normalmente un juez o magistrado. Estas "clases" suponen un desembolso económico alto durante muchos años, algo inalcanzable para muchas familias y eso produce un sesgo ideológico de quienes acceden la jueces. Además, el temario no se ajusta a la realidad social porque de los 328 temas, sólo 14 son de Derecho del Trabajo y Seguridad Social, lo que muestra la escasa importancia que se atribuye a la solución de los conflictos laborales.

P.- Clase alta.

R.- Clase alta o media-alta. Además, no se les examina sobre cómo razonan o fundamentan un derecho, sino de que verbalicen rápido, porque el examen es oral, aunque después sus resoluciones y sentencias tengan que hacerlas por escrito. El juez debe escuchar, más que hablar, y resolver causas con fundamentos jurídicos mediante sentencias escritas. El resultado es que hay muchas carencias a la hora de resolver casos, en los que se echa de menos conocimiento y sentido común. Es más que dudoso aquello de que los jueces deben ser elegidos por un sistema de "igualdad, mérito y capacidad".

P.- ¿Y el mundo del trabajo?

R.- La reciente reforma laboral de Yolanda Díaz viene a paliar, en parte, el desastre creado por la reforma de Mariano Rajoy en 2012, que fue el culmen de una cadena de barbaridades que llevaron a los trabajadores al infierno en el que están ahora. Todas las reformas hechas desde la aprobación del Estatuto de los Trabajadores de 1980 han sido para flexibilizar las normas a favor de los empleadores y contra los derechos de los empleados. Han ampliado las causas de despido, abaratado los costes y aumentado la temporalidad hasta extremos de convertirla en la norma. Han generalizado los contratos de obras y servicios incluso sabiendo que en la mayoría de ellos no hay ni obra ni servicio. Los despidos colectivos necesitaban autorización previa, ahora hay recurso a posteriori. Hay infinidad de contratos a tiempo parcial que todo el mundo sabe que son de jornada completa. Oficialmente decimos que rigen 40 horas semanales y todos vemos que se echan 50 o 55. Y si no aceptas todo eso, a la calle.

P.- Por eso la gente está cabreada y muchos compran el discurso de la ultraderecha.

R.- Eso es lamentable. Aunque eso no es nuevo. Ya ocurrió en la Alemania de Hitler después de la situación desesperada a la que fue llevada la población alemana por el tratado de Versalles que cerró la primera guerra mundial. Al no tener respuesta a sus problemas reales, hay una parte de la población se echa en brazos del populismo. Y hay que decirle a esa gente que está engañada, que salir de los problemas de las sociedades complejas es difícil y que le está engañando el que le ofrezca soluciones fáciles. Lo que pasa es que la gente compra soluciones fáciles. El paradigma de esto es la ley contra la violencia de género, que han con vertido en la bestia negra. Es posible que tenga defectos y que haya que mejorarla, pero se trata de la mejor herramienta que tenemos para luchar contra una lacra que cuesta vidas humanas casi todos los días.

P.- ¿Qué hacer?

R.- Mucha pedagogía desde los partidos democráticos, especialmente desde la izquierda. Los artículos que estáis publicando en el periódico Fuentes de Información me parecen ejemplares. Os tengo incluido en mi carpeta de favoritos, lo visito todos los días y me parece una labor encomiable. Hay que decirle a la gente la verdad porque está muy intoxicada por las redes sociales y falta de información porque los medios de comunicación no son libres y están condicionados por los intereses de sus propietarios. Hay que decirle a la gente que los políticos que tienen más posibilidades de solucionar los problemas son quienes están más dispuestos al diálogo, no los que más gritan o insultan. En política es mejor el entendimiento y el acercamiento de posiciones que el enfrentamiento por el enfrentamiento.

P.- Volvamos a Fuentes. Tú te haces comunista en plena dictadura, dentro de una familia acomodada.

R.- En casa vivíamos de forma acomodada. Mi familia es originaria de Fuentes desde hace tres o cuatro generaciones. Yo nací en Fuentes y sigo muy vinculada a Fuentes. Mis padres eran conservadores y católicos convencidos, vinculados a los franciscanos. Austeros, por tanto. Digamos que en casa se era partidario de la vuelta de una monarquía parlamentaria. Mi relación familiar fue y sigue siendo buena. Mi ideología tiene esa raíz cristiana, que mantengo al entrar en contacto con el movimiento de cristianos de base de la universidad y con el activismo político estudiantil de los años 60. Sigo siendo cristiana de base, en línea con el Concilio Vaticano II. Después cree el despacho laboralista, me comprometí políticamente y me aparté de nuevo, aunque sigo convencida de que la política es una las actividades más dignas que puede tener el ser humano. Siempre que se haga lo correcto.

P.- ¿Tu familia aceptó que fueses comunista?

R.- Nunca he tenido obstáculos políticos en la familia pese a que mantenemos posiciones tan distintas. Dudo que hoy eso fuese posible por la confrontación política tan fuerte que hay, muy superior a la que había en la transición. La actual confrontación es provocada expresamente, no es natural, con intenciones políticas porque este enfrentamiento da votos a la derecha.

P.- ¿Cómo ves Fuentes en la actualidad?

R.- Fuentes ha mejorado mucho desde aquellos años 70 en los que había carencias de todo tipo. Desde mi modesta opinión, al Fuentes actual le falta sociedad civil. No es bueno que todo dependa de la iniciativa o de las decisiones de las instituciones públicas. Fuentes necesita una sociedad más movilizada, activa, propositiva. Falta intervención social y cultural. No se trata sólo de organizar un concierto el fin de semana, que también debe haberlos, sino de generar debates en torno al futuro del pueblo, a sus tejidos creativo y económico.

P.-¿Eso cómo se hace?

R.- Falta articular un proyecto colectivo de abajo arriba, un objetivo con rumbo claro y compartido por la mayoría. Insisto, la iniciativa de crear este periódico me parece muy importante para Fuentes. Lo digo en serio, pocos pueblos pueden presumir de tener este lujo de periódico. Hay que promover iniciativas así que generen debate y confluencia de propuestas. Por otro lado, sobran tics sectarios. No todo debe depender de lo que haga o digan las instituciones. La sociedad debe tener su propia agenda política, social, cultural, económica... La gente tiene que hacer y decir sin esperar a las instituciones. Creo que cuanto más se dialogue, más se puede ayudar al pueblo. Esto es difícil, pero lo podemos hacer si nos lo proponemos.