Si en el norte hace calor, imaginaos en el sur. Abril aguas mil ya es una quimera. No vivimos un episodio anormal, una ola de calor, vivimos la normalidad del calentamiento global. El clima ha cambiado. Venid al sur, sentaos en una de esas llanuras de granito bajo las cuales hay un aparcamiento subterráneo. Luego levantaos con la cabeza y el culo achicharao, a ver si sois capaces de decir que el cambio climático es una invención de los ecologistas para joder la vida  de la gente.

No es tiempo para la precaución ni para la prevención, solo nos queda curar el clima y aplicar paliativos a la naturaleza, el campo y las ciudades. La precaución es la acción que evita un mal aunque no se tiene certeza de que vaya a ocurrir. La prevención impide un mal del que se tiene certeza que vendrá. Los cuidados y la cura son para cuando la enfermedad presenta síntomas y efectos manifiestos, ahí estamos

El clima ha cambiado, lo que vivimos no es un fenómeno meteorológico, es un nuevo estado de naturaleza. Resulta imprescindible la acción institucional, ley y norma. No basta la educación ambiental ni la voluntad individual para paliar los males de la principal enfermedad provocada por un modelo económico antropocéntrico. La enfermedad climática induce enfermedades antihumanitarias, no es ni será menor el incremento de los flujos migratorios huyendo del hambre.

La ecología política no se ha cansado, con escaso éxito en el sur de Europa y con éxito degenerativo en el norte (memoria de verdes alemanes), de decir que es más caro afrontar los efectos del calentamiento global, que intervenir para limitar las emisiones de CO2. Las advertencias de la ciencia chocan con el interés del capital y la ignorancia que promueve a través de los grandes medios de comunicación. El muro de contención de la verdad científica se desmorona estos días a fuerza de calor y sed. ¡Ojú, Juanma, qué caló!

Andalucía se abrasa con Moreno Bonilla encastillado en los frutos rojos regados con el agua ilegal de Doñana. El Partido Popular acusa al ministerio para la Transición Ecológica de mentiroso y a la Unión Europea de partidista, mientras el presidente andaluz envuelve su maletín de comercial de la engañifa en la bandera de Andalucía. En política es importante elegir los tiempos, hasta en eso son brutos estos señores de la derecha andaluza.

La inercia del gobierno andaluz, cuyo modelo colonial hereda del PSOE, insiste en el turismo, la minería, la agricultura intensiva, la construcción y la externalización de todo servicio público, para poner Andalucía al servicio extractivo de capital foráneo. Moreno Bonilla desprotege la condición de posibilidad de la vida en Andalucía, que es la condición de posibilidad de una economía sana. Peor que la ignorancia es el interés de unos pocos capaces de acabar con lo común.

Con temperaturas en abril catorce grados superiores a la media histórica, sin lluvias, la agricultura tiene sed de ayudas, los sistemas de salud se resienten con el incremento de las patologías respiratorias y cardiovasculares, las aulas son hornos, el trabajo en la calle, mortal. Cuidar y curar ya es prevenir.

El campo necesita a la agroecología, la industria el cierre de ciclos y la desmaterialización, las edificaciones y las ciudades el bioclimatismo, la movilidad la descarbonización. El modelo energético las renovables, con empresas públicas, sin concentración y antioligopolios. El calor nos mata, no cabe mirar para otro lado, urge invertir en vida antes de que nos abrasen el interés y la ignorancia. La naturaleza no tiene fronteras, tiene límites para la vida y la economía. Los vemos. ¿Los ves Juanma? ¡Ojú, la caló!