Esta pasada noche todos hemos sido niñas y niños junto a la torre del homenaje del castillo del Hierro. Corría al principio una suave brisa que poco a poco se fue tornando ráfagas que nos aliviaba en lo íntimo. ¿A todos? No, a las dos protagonistas de la Compañía La querida, que nos han hecho reír les ha costado llevar a cabo algunos números de sus acrobacias.

Pero ellas con maestría y buen hacer han conseguido volver a su favor el viento que desde lo más alto de la torre pretendía ser el protagonista de la noche. Ellas nos han trasladado al circo en su más pura esencia. Con solo dos artistas que con un arte antiguo: han ido representando, con mimos, acrobacias y payasadas, una historia de explotación y turismo consumista mezclada con humor e inocencia que nos hacen reír y disfrutar como niños.

Los que ya vivimos desde hace mucho tiempo nos hemos ido a la calle Ancha cuando los triste circos de antes nos hacían soñar con aventuras imposibles de niñas buenas.

La pasada noche ha vuelto a ser mágica, como todas las que se asoman al Castillo del Hierro, como todas las que nos cuentan historias inocentes que nos hacen reír, abrir la boca con admiración  con un “todavía más difícil” con un ¡Oh! ¿Cómo lo han hecho? Con payasadas simples y por simples directas al centro de la risa.

Todas y todos hemos disfrutado, hemos sentido sensaciones olvidadas, ocultas por telarañas de espectáculos de oropeles vacíos y fuego fatuos. Bienvenida la inocencia, la risa y el buen hacer.