Amanece un nuevo día, quien sabe, quizá este sea bueno. Igual hay trabajo para todos y también para todas. Los jornaleros van al tajo, los panaderos apagan el horno, los bares tempraneros encienden las cafeteras. Manolo le echa aceite al tractor. “Este John Deere, tiene muchos años ya. Justo cuando has terminado de pagarlo, tienes que comprarte otro”, comenta en voz baja. Parece como si los años se midieran en tractores, Manolo lleva tres. Los críos se despiertan para ir a la escuela, después de haber soñado con raíces cuadradas, negras y peludas. Los viejos recuerdan sus años en Barcelona, piensan ganar esta tarde al dominó y en  el triunfo del Betis.

Josefa, suspira, “ya no hay tanta vida como antes, se fueron muchos jóvenes”, se lamenta. Instantáneamente se traslada con la mente, a aquellos bailes del domingo por la tarde, de su juventud, cuando conoció a Paco su marido, que hace ya cinco años que murió. El día está claro, hoy hará un sol de justicia andaluza. Las azoteas esperan sus coladas blancas. Un cartero prepara su carrito, no hay que ilusionarse, ya nadie escribe cartas de amor, serán cartas del banco. Julián sigue ahorrando para hacerse un implante, ya le falta poco para irse a Estambul, quizás así, con una melena imponente, se pueda ligar a Carmen, la hija de Pedro el del almacén. Rosario se quedó intrigada con el último capítulo de su serie turca favorita. María, la hija de Félix, que hace tres meses cumplió los dieciocho años, se está sacando el carné de conducir, tiene dudas ¿Qué será la luz de gálibo?

Dolores le echa de comer a las gallinas las sobras de la cena, pita, pita, pita. Pepe se queja siempre de la mala cobertura de Internet, la conexión se corta y no puede hablar a través de Zoom con su hija Luisa, que está en Berlín de Erasmus. Pablo el hombretón que reparte el butano sonríe  pensando  en lo que haría si le tocase la Primitiva ¡El Caribe, sí, El Caribe! Coral se recuerda a sí misma, que mañana es día de mercado y que no se le puede olvidar comprar una radio pequeña.

El tiempo transcurre despacio, o mejor dicho a su ritmo, en Fuentes de Andalucía, este pueblo levantado piedra a piedra a través de los siglos por hombres laboriosos; ah, qué habría sido de este pueblo sin el trabajo de las mujeres. De cosecha en cosecha, de matanza en matanza, de la aceituna al cereal; de jueves lardero a Semana Santa, de los Altares de San Juan, a la Velá del Carmen y de ahí a la Feria de Agosto, de Navidad a Carnavales, El tiempo se mide diferente, en una escala humana.
La vida fluye, pasa y se acaba entre jornadas, a veces, las más, de Sol, otras de esperada lluvia.
Comienza un nuevo día, no esperes que venga a visitarte.
Sal a buscarlo.