Las nuevas tarifas eléctricas y el consiguiente aumento del precio de la luz han puesto sobre la mesa de los consumidores la necesidad de buscar otras vías para abastecerse de manera más acorde con sus necesidades y con su disponibilidad de dinero. La luz se está poniendo por las nubes. Y como las nubes, del cielo puede venir la posible solución al problema de la luz por poco que los gestores de lo público se afanen en poner el interés común por delante del particular. Las energías renovables (solar o eólica, principalmente) hacen viable lo que hasta ahora era imposible: descentralizar la producción de electricidad, acercarla al consumidor abaratando los costes de distribución y diversificar el número de proveedores.

El mundo está en fase de búsqueda de un nuevo modelo energético. Por un lado, lo demanda el precio desorbitado de la luz. Por otro, la necesidad urgente de encontrar fuentes energéticas no extractivas, basadas en fuentes renovables. La vida del planeta lo exige. Las energías fósiles destruyen el planeta y se agotan, así que la apuesta no puede ser otra que las fuentes limpias. En esta encrucijada, ¿qué modelo elegir? ¿Uno basado en grandes plantas u otro donde prime el interés común, un nuevo modelo más justo, democrático, sostenible y cien por cien renovable?

Los primeros síntomas del modelo elegido están sobre la mesa: grandes plantas solares o inmensos parques eólicos propiedad de poderosos oligopolios. Pero la alternativa a las grandes plantas solares existen y son posibles. Pueden impulsarse plantas pequeñas o medianas instalaciones para comunidades locales o para consumidores organizados en cooperativas u otras formas de asociación. Y finalmente, existen los módulos de autoabastecimiento que permiten ahorrar mucho dinero en electricidad. Todo eso lo hace posible la energía solar y la eólica, cosa impensable ahora porque los dirigentes políticos y la ciudadanía siguen instalados en el modelo del petróleo o del carbón que exigían grandes plantas y enormes inversiones.

A los grandes oligopolios eléctricos les conviene que se consolide la creencia errónea de que el futuro es idéntico al pasado, aunque basado en las renovables. Y lo más probable es que sus intereses triunfen de nuevo frente a quienes propugnan la diversificación de los proveedores y el acercamiento de la generación a los consumidores. Les conviene porque para controlar e imponer sus condiciones es imprescindible centralizar y reducir la oferta. La clave del negocio eléctrico, al menos según el modelo imperante, es centralizar la oferta y diseminar la demanda. Tienen a su favor el dinero, la política y los propietarios de las tierras. Disponen de ingentes cantidades de dinero para invertir en gigantescas plantas solares y en campañas de publicidad que convenzan a la ciudadanía de que esa es la mejor opción. Y tienen de su parte a los grandes partidos que gobiernan en instituciones que recaudan enormes sumas en impuestos por licencias para esas mega plantas solares.

Miguel Barceló, ingeniero industrial y economista, experto en energías renovables, asegura que la energía solar abre la puerta a la "lógica descentralizadora", justa y democrática que facilitaría abaratar el consumo, pero "los oligopolios defienden con uñas y dientes el modelo centralizado implantado para las energías fósiles" porque les garantiza el beneficio. Y añade que "tienen a su favor el interés de dos aliados fundamentales, los ayuntamientos que recaudan muchos impuestos y los propietarios de las tierras, que se vuelven rentistas con ingresos de 1.500 euros al año por hectárea sin más esfuerzo que cederlas a las plantas". Los impulsores de esas plantas buscan únicamente sol y conexión a la red, frente al modelo descentralizado, que prioriza la menor inversión en plantas pequeñas, que tienen la virtud de articular el territorio y estar conectadas directamente con los consumidores.

Hay otro modelo para salir de la crisis energética y hacerlo de forma más justa. Un modelo basado en el auto consumo y plantas de tipo medio que diversifiquen y amplíen el abanico de proveedores (más competencia=menos precio) y situadas cerca de los consumidores. Hace unos días la Junta de Andalucía sacaba pecho difundiendo unos datos según los cuales en esta comunidad hay 11.000 familias y empresas que han instalado paneles solares para su autoabastecimiento eléctrico. ¡Once mil familias! en la comunidad comunidad autónoma con más horas de sol al año y más dependiente de los suministros externos de energía. Alemania, con muchas menos horas de sol, tiene 8 veces más energía solar instalada que España y millones de familias autoabastecidas por este sistema. Lo mismo que muchos países europeos: Dinamarca, Escocia, Francia...

Fuentes tiene 3.500 horas de sol al año y apenas un puñado de casas y empresas equipadas con energía eléctrica fotovoltaica de autoconsumo. La ciudadanía sabe que existe la energía solar, pero no da el paso de instalarla en su casa. Salvo contadas excepciones. El ayuntamiento de Fuentes, con una subvención del Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE), va a instalar paneles solares en los colegios y edificios municipales. Eso abaratará mucho la factura eléctrica del pueblo. (Fuentes de Información hará un próximo reportaje para informar extensamente sobre este proyecto, así como de las ayudas a particulares y beneficios fiscales para quienes instalen paneles solares de autoconsumo).  

La energía solar hace posible crear una pequeña planta fotovoltaica capaz de alimentar al pueblo entero con una inversión rentable. Y generalizar las instalaciones colectivas de urbanizaciones, comunidades de vecinos o de particulares, las llamadas comunidades energéticas. En este sentido es interesante la propuesta que hace la Fundación Renovables: "lo mejor es que la energía que se genere localmente se consuma localmente. Para ello se deben establecer prácticas que ayuden a los ciudadanos a participar en la transición energética, como la explotación de los tejados, no solo los particulares, sino también los de los edificios administrativos, que suelen disponer de amplias superficies. Así, incluso las entidades privadas se pueden dotar de un servicio de cercanía beneficiando al sector residencial o comercial que les rodea con una rebaja en la factura de la luz".

Añade esta Fundación que "sin duda, las instalación de plantas de pequeño tamaño en torno a los núcleos rurales potenciaría el empleo local, las economías familiares y mantendría la productividad agrícola de la zona". Y concluye: "otro pilar fundamental es la potenciación de la regulación administrativa a nivel autonómico, hasta ahora poco exigente, con la inclusión de medidas para que los beneficios de las energías renovables se compartan entre las comunidades locales, compensado la desigualdad entre la ciudad y el territorio y que las rentas que se están ofreciendo por hectárea retirada no vayan exclusivamente a grandes propietarios por la lógica facilidad de la implantación". Estos criterios y compromisos tienen que ser aún mayores en las zonas rurales y más aisladas, en las que las energías renovables deben ser un elemento de progreso y no generar una pérdida de valor en las actividades agrícolas y ganaderas implicadas. El Banco de España identifica 3.403 municipios en riesgo de despoblación, lo que supone un 42% de todos los municipios del país. El dato está muy por encima del conjunto de la eurozona.

España es el país con menos hogares autoabastecidos. Y eso que Andalucía cuenta con el 22% de la potencia total fotovoltaica instalada en España, a la cabeza junto con Extremadura, que dispone de unas cifras muy similares, según los últimos datos oficiales ofrecidos por Red Eléctrica de España (REE). Esas 11.000 instalaciones para el autoconsumo suman una potencia total de 127 megavatios (MW). Esto supone que en 2020 se multiplicó por 3,5 veces la potencia fotovoltaica conectada a red (36 MW en 2019) y que en 2020 ha experimentado un crecimiento del 250% en comparación con el ejercicio anterior. Pero todavía es insuficiente.

Una instalación de un metro cuadrado de superficie de captación solar da una potencia media de unos 150 Wp (Watios pico). Es decir, una cubierta de 10 m2 da para una instalación de 1.500 Wp y puede proporcionar 2.400 kWh/año de electricidad, lo que equivale al 60% del consumo medio de un hogar andaluz. El coste de una instalación para autoconsumo en una vivienda suele tener un tamaño de entre 1,5 kW y 4 kW de potencia fotovoltaica y un precio que puede oscilar de 5.000 a 6.000 euros, si bien lo recomendable es que se consulte al menos a tres instaladores autorizados para analizar bien el perfil de consumo y buscar la mejor solución. ¿Y cuánto puede ahorrar en el recibo de la luz? Una instalación bien dimensionada puede producir suficiente ahorro en la factura eléctrica como para que el coste se amortice en un periodo de entre 6 y 8 años. Todas las dudas y más información, como los pasos a seguir para poner en marcha una instalación de autoconsumo de hasta 100 kW o las ventajas que supone, pueden consultarse en la web de la Agencia Andaluza de la Energía. Guía que está disponible en la página web de la Agencia Andaluza de la Energía.

¿Enanos frente a gigantes? Los dos modelos son compatibles, dicen los expertos. Y convenientes. Lo inconveniente para el bolsillo de los consumidores es el oligopolio. Porque impone precios y porque genera desigualdad. Además de que produce un considerable impacto en el territorio al destinar a plantas solares suelos generalmente fértiles. Hay proyectos que plantean hacer compatibles los módulos solares con algún tipo de agricultura o ganadería. Dice la Fundación Renovable que "la capacidad de evacuación de electricidad es escasa y limitada, lo que origina una divergencia entre las rentas que obtienen las fincas en las que se instalan las plantas y en las que no, aumentando la brecha económica entre los vecinos".

Generalmente, cuando se va a instalar una gran planta de generación, se suele favorecer a las fincas de gran tamaño y, consecuentemente, a los mayores patrimonios de las áreas rurales, "por lo que es necesario establecer una metodología de concentraciones parcelarias para beneficiar a todos los agricultores de la zona que quieran acogerse y para que los emplazamientos no disminuyan la disponibilidad de terreno agrícola y, por lo tanto, de puestos de trabajo en el área rural. Cuanto mayor número de ciudadanos y propietarios de los terrenos perciben los beneficios, aumentando su calidad de vida, mayor será la buena percepción de las energías renovables, y estas acciones deben apoyarse desde las entidades locales", concluye la citada fundación.

Es decir, los permisos administrativos deben estar sujetos a criterios de concentración y selección por sus características e implicaciones sociales, agrícolas y ganaderas para aumentar la confianza en las entidades locales al potenciar los valores locales y del territorio. La conclusión de los expertos es que se necesita una combinación de ambos modelos (grandes y pequeñas plantas) para llegar a un sistema mixto basado en renovable cien por cien.

La previsión de crecimiento de las potencias instaladas para 2030 son enormes, según el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima:

•50.333 MW de eólica, (+83%).

•39.181 MW de solar fotovoltaica, (+234%).

•7.303 MW de solar termoeléctrica, (+217%)