Leo “Prometeo”, de Luis García Montero, sobre el personaje mitológico y todo lo que representa, o al menos lo que en nuestra cultura ha simbolizado como el acto de la entrega del fuego a la humanidad. Lo hizo a pesar de saber el terrible castigo que Zeus le infligiría. ¿Qué queda entre nosotros algo de esa forma de estar en la vida, de ese compromiso con la sociedad?
El neoliberalismo ha arrasado todo lo que no sea de usar y tirar. Incluso el tiempo, como dice el propio García Montero, se ha mercantilizado. Nada que no sea consumo es válido. No estamos dispuestos a resistir, a defender y a luchar por el bien común. En esta actitud tiene mucho que ver el descrédito de la política, actividad pública que no es otra cosa que la búsqueda del bien común.
Se nos ha dicho que la política es cosa “de los políticos”. Al parecer, éstos son unos seres ajenos a la realidad cotidiana, personas que cada cuatro años nos prometen cosas que todos sabemos que no van cumplir. Ellos y ellas se encargan de cuidarnos, saben lo que hay que hacer… para su propio beneficio. Mientras ¿qué podemos hacer frente al poder nosotros y nosotras, pobres mortales?
Miremos a Prometeo. Él conocía del poder infinito de Zeus y aun así robó el fuego para entregarlo a los humanos porque sabía de la injusticia que era dejar a los humanos sin su calor. Leyendo el "Prometeo" de García Montero pienso en cómo nos vamos olvidando de la verdadera política, aquélla que busca el bien de todos, la que sabe ilusionar a un pueblo creando esperanza en un futuro, futuro que debemos construir entre todas y todos.
Pero lo que hacemos es ir perdiendo poco a poco la ilusión y solo nos queda esperar una oportunidad de encontrar un hueco en un mundo cada vez más hostil desde el punto de vista laboral y social. Como bien dice García Montero en el citado libro, confundimos los deseos personales con los derechos y eso es peligroso. Eso nos lleva a abandonar la pelea por los demás, por una sociedad donde el fuego sea un derecho universal y no un capricho de los dioses.
Reivindiquemos la resistencia, la política como búsqueda del bien común. Algo tan serio e importante para la humanidad no podemos ni debemos dejarlo en manos de unos políticos que viven en sus torres de marfil dándonos pan y circo. Mientras nosotros seguimos aquí esperando el fuego para calentarnos.