Está claro que la pandemia nos ha enseñado muchas cosas.

Hemos tenido 5 olas y cada una de ellas nos ha dado claves para lo que debemos hacer y para lo que no debemos hacer en el futuro. Hay errores que los hemos ido repitiendo, pero algunas de las cosas que han ido pasando han servido para cambiar de arriba abajo nuestras maneras de hacer.

Hay 10 lecciones entre las muchas que podemos tener en cuenta:

1. Necesitamos sistemas de salud resilientes
2. Necesitamos invertir en difusión y protocolos de vacunación
3. Necesitamos defender la integridad de la ciencia y plantear la importancia de la creencia en expertos/as
4. Necesitamos abolir la retórica y adherirnos a la verdad, desde el punto de vista de la unidad de acción
5. Necesitamos centrarnos en la equidad
6. Necesitamos cuidar la salud desde una perspectiva global con refuerzo de la salud pública  
7. Necesitamos apoyar el enfoque de "un mundo, una salud" con una visión de protección de los más vulnerables
8. Necesitamos hacer de las tecnologías sanitarias digitales un canal para la prestación de atención primaria de Salud y reforzarla
9. Necesitamos proteger a los trabajadores de la salud
10. Necesitamos estar preparados para situaciones especiales en la pandemia

De estas diez, me centraré en las tres primeras.

Primera: Necesitamos sistemas de salud resilientes

El elemento más importante de la preparación para una pandemia es un sistema de salud resistente para detectar, evaluar, informar y responder rápidamente a nuevos brotes. Aunque hay países con sistemas de salud sólidos, a menudo carecen de la capacidad suficiente para tratar a un gran número de pacientes con COVID-19 o proteger a los trabajadores de la salud de la infección al comienzo de la pandemia.

Además, los sistemas de salud demostraron la imposibilidad de brindar a las personas el acceso a las estrategias de tratamiento y cribado necesarias y vimos cómo se reducía el poder de los programas de prevención y curación, como los de enfermedades neoplásicas y crónicas como las cardiovasculares, pulmonares y neurológicas.

Segunda: Necesitamos invertir en difusión y protocolos de vacunación

La prevención es la forma más rentable de mantener la salud de la población de manera sostenible. La pandemia de COVID-19 en curso es un recordatorio de la importancia de la vacunación. Ya sabemos que la vacunación es una de las intervenciones de salud pública más impactantes y rentables. Sin embargo, es preocupante que se haya afirmado que si en generaciones anteriores hubieran existido prácticas similares relacionadas con la desinformación científica y las redes sociales, estas enfermedades nunca se habrían abordado con éxito. Ahora se acepta que la única forma de poner fin a la pandemia de COVID-19, minimizar la pérdida de vidas y volver a algo parecido a la normalidad es mediante la vacunación. Maximizar la difusión de la vacunación y la accesibilidad de la vacuna es de suma importancia a cualquier coste.

Es fundamental adherirse a una comunicación inequívoca sobre los beneficios de las campañas de vacunación amplias y garantizar la información más transparente y comprensible. Las redes sociales y los medios tradicionales deben cooperar para reducir la difusión de bulos sobre ellas.

Tercera: Necesitamos defender la integridad de la ciencia

La pandemia ha proporcionado a la ciencia el primer verdadero campo de batalla para ponerse a prueba desde principios de siglo, con una colaboración extraordinaria. La ciencia ganó algunas batallas importantes contra el Sars-Cov-2, pero no todo es de color de rosa en este período extraordinario.

De manera inequívoca, la grandeza del progreso científico y la presencia de grandes investigadores permitieron a las sociedades comprender el virus, sus modos de transmisión y las intervenciones de salud pública más efectivas. Se han desarrollado y aprobado vacunas seguras y efectivas a una velocidad récord, lo que nos brinda una nueva forma crucial de proteger a las personas del virus, además de las medidas tradicionales de salud pública. Por primera vez en mucho tiempo, el progreso científico ha estado en las portadas de todos los periódicos durante más de un año.

Debido al peculiar enfoque de la información que tenemos hoy en día, los científicos han intentado dar claves precisas y comprensibles, con transparencia y claridad, basándose en trabajos precedentes o, en su defecto, en el sentido común.

La ciencia se ha acercado a las necesidades de la información masiva, que tiene necesidades y características tales como: debe ser rápida, obtener una respuesta emocional y, en ocasiones, aplicarse a una visión precisa y orientada de la realidad.

La respuesta espontánea de la producción científica de la comunidad académica en la primera fase de la pandemia fue espectacular. Sin embargo, la gran cantidad de artículos propuestos, el liderazgo científico y la necesidad emergente de investigación, llevó a que no todos los artículos hayan sido de ayuda para la pandemia. Además, la falta de ética en algunos grupos y momentos puso en peligro la circulación de información científica adecuada y veraz, tanto en los medios de comunicación como en la investigación.

Por último, hemos visto la mezcla de intereses comerciales, fondos públicos y cuestiones organizativas vinculadas a la producción, experimentación y difusión de vacunas. La crisis también puso de relieve la necesidad de que las instituciones supranacionales como la UE, recuperen el control directo de actividades estratégicas como el desarrollo y la producción de medicamentos. Además, el sistema de financiación público debe insistir a las industrias en la necesidad de que no se permitan precios injustos.