Esta tarde, dentro de la programación de la feria del libro, ha tenido lugar en el silo el concierto del trío "Nubosidad Variable". Así podría empezar una crónica cualquiera, pero no es esto lo que quiero contar. Ha sido algo más.

A veces la tarde te regala un soplo de belleza después de correr por las calles porque estúpidamente te quedaste dormida. Eso ha ocurrido hoy. Mientras el fútbol reinaba en bares y salones, un grupito pequeño de personas hemos tenido la suerte de escuchar cómo tres jóvenes, Julia, Ro y Mar, se transformaban en diosas creando sonidos, trayendo sentimientos lejanos que algunas creíamos olvidados. No puedo acostumbrarme a la belleza, siempre me duele. Eso ha ocurrido esta tarde. No ha sido un acontecimiento anunciado, aunque siempre está ahí esperando que alguien con el arte necesario rompa la sutil tela que separa lo cotidiano de lo mágico.

Mientras el fútbol se hacía dueño del especio y el tiempo, estas tres músicas nos hacían disfrutar de una manera suave, transformándose ellas y nosotras. Quien crea belleza es bella y hace bella a las demás. Ha sido (es) una pena que estos momentos transcurran casi clandestinos, ¿No hay forma de hacerlos conocer? Porque la cultura necesita del apoyo de todos y todas. La cultura se muere si no la cuidamos y la protegemos.

No basta con cumplir con un programa. Hay que mimar, buscar, llamar, traer al lugar, tomárselo en serio y apostar por lo efímero, lo permanente, lo bello, lo que te hace más buena, bella y, por qué no decirlo, te hace volar y merecer vivir.
Gracia Julia, Ro, Mar por reglarnos la música, la poesía (especialmente de Aurora Mediomanto) y traernos recuerdos de un tiempo donde fuimos “bellos y buenos” como dice la canción.