Escucho el discurso del Luis Rubiales diciendo que no dimite en la radio y no me lo puedo creer. No sé cómo se puede ser tan chulo y machista. Lo confieso, estoy cabreada y desilusionada porque a estas alturas no hayan salido en tromba los jugadores haciendo declaraciones parecidas a la de Borja Iglesias, jugador del Betis, o las de Isco. ¡Cuánto clientelismo! ¡Cuántos intereses creados ajenos al deporte!

El mundo del fútbol en este país debería hacer una reflexión profunda y sincera sobre sus maneras, creencias y ética. Esas que han posibilitado que una persona como Rubiales haya podido ser presidente de la RFEF y pretenda seguir siéndolo a pesar de haber llevado a cabo no solo actos tan deleznables como el beso forzado a una jugadora, hacer gestos tan desagradable, machistas y fuera de lugar para celebrar el gol de Olga Carmona, sino que durante su mandato la supercopa de España se celebrase en Arabia Saudí.Cuando leí la noticia no me podía creer que fuera a suceder. Pensaba, ilusa de mí, que los aficionados se negarían ver el partido, protestarían de la forma más eficaz: no encender la TV. Incluso llegué a pensar que algunos jugadores se negarían a jugar en un país donde los derechos humanos brillan por su ausencia. Tampoco creía que el mundial en Qatar allí, la FIFA tampoco se distingue por su ética por mucho que ahora se ponga espléndida con el caso Rubiales, se ve que no estoy al tanto del mundo del fútbol y sus negocios.

Soy consciente que estoy lejos del deporte del fútbol, aunque me gusta mirar y admira cuando veo sus requiebros, su jugar en equipo y la emoción que levanta un gol. No llego a entender que un presidente de una federación de clubs deportivos se crea tan poderoso que puede hacer lo que le dé la gana y debe de ser verdad que lo puede hacer porque se llevó la supercopa de España lejos de los españoles y españolas y no pasó nada. Para mí, lo repito, era y es absurdo.

Ahora, la Federación va a estar presidida por un cadáver político. Haga lo que haga, este señor carece de autoridad moral para estar al frente de una institución así. Él lo debe saber y, si no lo sabe, alguien se lo debe decir y ponerlo de patitas en la calle. Porque Rubiales representa el machismo más rancio y a la vez más actual, no os engañemos. Ese que no se cree que las mujeres tengamos los mismos derechos, que debemos ser respetadas, que podemos hacer lo que nos dé la gana dentro del respeto a la otra persona, eso mismo que él y los que son como él no hacen. Que nosotras las mujeres hemos venido a la sociedad a ser visibles y exigir, no a pedir, un espacio público donde ejercer nuestra libertad y nuestra dignidad como personas.

No se trata de ser tolerante con nosotras porque sea lo políticamente correcto. Se trata de aceptar que somos seres conscientes de serlo, libres e independientes, que estamos dispuestas a seguir peleando por serlo, aunque en esa pelea nos hieran y nos intenten chantajear con una vida placentera y engañosa de protección masculina que solo encierra el miedo de los hombres a ser descubiertos en su vulnerabilidad. Seamos una sola humanidad. Nos ira mejor. El fútbol, el deporte, no merece personajes de la calaña de Luis Rubiales. Ni a él ni a los que lo apoyan.