Conspirar, respirar juntas, eso es lo que hacían las brujas, lo que hacemos las mujeres intentando cambiar la realidad, intentando ser más libres, más solidarías, sin miedo a que te llamen bruja. Ya me lo han llamado y me gustó, vieja, lo soy y así me proclamé, estando allí donde la injusticia y los malos pensamientos se vuelven transparentes y así ser limpiado por las amigas. Al poder, sea el que sea, no le gustan las conspiraciones, que respiremos juntas y alegres a la puerta de un lugar para reivindicar un espacio, pensado y estructurado por el patriarcado que todo lo ordena y dicta la norma. Un espacio donde crecer, ordenado democráticamente, no fagocitado por ese mismo poder patriarcal que lo quiere todo controlado, que dice quiénes deben ser, la voz de su amo.
Tenemos que seguir respirando juntas en un acto de rebeldía que vaya suavemente subvirtiendo el orden establecido, aquél que cuando se ve mínimamente amenazado reacciona intentando hacerse con ese respirar juntas para ahogarlo sin remisión y, cuando no puede, insultar y hacer ver a los demás que hay intereses ocultos e inconfesables en el respirar, sin darse cuenta a que así da alas a la alegría que las mujeres tenemos como acto revolucionario. No, señores del poder, no vamos a callarnos. Tal vez hagamos retiradas de algunos espacios porque así democráticamente lo decidimos a pesar que, a veces, observamos con un poco de rabia que ese espacio por el que luchamos se ha convertido en coto privado.
Siempre encontramos causas por las que luchar. Respirar juntas en la alegría que es nuestra forma de intentar cambiar la realidad, una realidad que no nos gusta. Hay mucho por lo que seguir especialmente en esto días en que el horror de Gaza nos golpea en nuestra humanidad. No puedo dejar de decirlo aquí y en todos los foros que sea necesario. Estamos yendo hacia el abismo como especie. No tenemos donde huir ante una realidad que nos hiere. Apartamos la vista obedeciendo lo que los genocidas nos piden, dejándolos solos con su muerte y crueldad. No es tiempo de apartar la vista ante el horror para evitar que se convierta en costumbre.
Las mujeres somos la sal de la tierra. Quiero acabar con fragmentos de poemas de Edith Södergran cantados por María del Mar Bonet en su álbum Alenar (Respirar).
Nosotras las mujeres estamos muy cerca de la tierra.
Preguntamos a los pájaros que aguardan la primavera
Acogemos el pino desnudo en nuestros brazos
Buscamos en la puesta de sol señales y consejos
Buscabas una flor y encontraste un fruto
Buscabas una fuente y encontraste un río
Buscabas una mujer y encontraste una persona
Y te sientes desengañado.