Romeros de votos, romeros de botos. Romeros de pancarta y romeros de sombrero con cinta azul e insignia de María Auxiliadora. Y devotos de la Virgen, claro. De zahones y vara con ramito de romero, unos. Los otros, romeros de devoción política, con una vela encendida a las urnas del próximo domingo. Francisco reparte 37 botellas de mistela, una por carreta. Da igual que sea carreta rica que carreta pobre. A tos por iguá. Chacón suda de buena mañana poniendo cafés con medias tostadas y copita de mistela a los romeros en el bar de su hermano, en la Puerta del Monte, pero de pago. Isidoro, el del PP, romero de visto y no visto. Ni está ni se le espera. La romería es una metáfora de la vida misma, donde cada quien es cada cual.

Romería traída este año en el momento preciso, en puerta de elecciones. Como si el calendario electoral también hubiese sido intervenido por la mano de Dios. No como el Rocío, que empieza el domingo que viene, cuando todo acaba. Por eso esta romería de 2023 pudiera ser una metáfora de lo que suceda después del próximo domingo. Un anticipo. Hasta entonces, el pueblo, a divertirse o a rezarle a la Virgen. Botella en mano, plato de jamón, plato de arroz. Romeros de misa madrugadora, vara de mando, bueyes mansos y mirada altiva. El cielo azul y la carrera de color celeste celestial. En el suelo, romeras con revuelo de volantes y rosas en el pelo, ay rosa caminaba, la flor de la canela.

Mientras unos romeros piensan en las urnas, otros sueñan bailes y requiebros al son de la flauta y el tamboril. Éstos asisten a misa y temprano echan a andar Carrera adelante. Aquéllos se echan en manos de la suerte, del dejarse ver y de la palmada en la espalda. Que Dios reparta votos y mientras tanto, que no falte la mistela. La Virgen anda al son pausado de los bueyes. Parada en las hermanitas de la Cruz. El protocolo es el protocolo. Luego, unos y otros ponen rumbo al campo, al andar bullicioso por veredas y caminos, el sueño del romero. Hay otros caminos más cortos que conducen a Roma, pero por la vereda de los Pajaritos y el camino de la Longuilla se hace más largo y en esto del peregrinar, como en la recogida de los votos, es preferible dar un rodeo.

El cielo está encapotado, quién lo desencapotará, el buen desencapotador que lo desencapotare, buen desencapotador será. Chispea cuando el reloj apunta que se acerca la una y el horizonte anuncia la cercanía de la ermita. Poca cosa, unos goterones por aquí y otros por allá, pero suficiente para demostrar que hay que sacar un Cristo o una Virgen para que llueva por estos lares. ¿Pero tiene que ser precisamente hoy? Son las cosas del cielo, que al final se apiada de los romeros y no llueve más que cerveza y mistela de los arcones de las carretas.

Milagro es que a pesar de los negros nubarrones no haya llovido ni haya habido polvo en el camino. Pero el milagro de María Auxiliadora no es que haya llovido y a la vez no haya llovido. El milagro es que dos de los tres candidatos a la alcaldía de Fuentes se hayan abrazado. Francisco y José María afirman solemnemente que se aprecian, en lo personal. Gloria a la fraternidad entre los hombres políticos. El tercer candidato anda como escondido. La excepción política que confirma la regla según la cual no hay un ser humano al que que le gusta más una fotografía que a un político. Francisco y Chacón, Chacón y Francisco, se han dejado fotografiar y han hablado entre ellos de política por primera vez ante la mirada enternecida de la Virgen. Amor de madre.

Pero no todos los políticos son iguales. Chacón es católico practicante. Francisco no cree más que en el ser humano. Chacón tiene a sus dos hijos bautizados y el mayor acaba de hacer la primera comunión. El único hijo de Francisco no ha pasado ni va a pasar por la pila bautismal. La fe les sitúa en posiciones distintas del tablero político. En lo personal se profesan afecto y respeto. Abrazos, arrumacos y buenas palabras. Augurios para una legislatura bastante menos bronca que la anterior. Buena gente que a los dos minutos de reconocerse afinidades andan enfrascados en diferencias sobre si una campaña puerta a puerta es nueva o vieja o si es un medio político o un fin en sí mismo.

Chacón antepone el valor de lo personal a la experiencia de gestión política. Francisco pone el acento en lo colectivo, en el proyecto. Alguien que se sorprende de verlos juntos se acerca y les dice "aquí veo al futuro alcalde de Fuentes". Las dotes adivinatorias no se le pueden negar al hombre. Ni el CIS acierta tanto. Entre los dos anda en juego la alcaldía. A Chacón le dice su gente que en esta ocasión hay partido, cosa que con el anterior candidato socialista no ocurría. A Magdalena, su esposa, le auguran que pronto tendrá que vestirse de alcaldesa. Ella es nieta de Sebastián el alcalde. Le vendrá de familia.

A Francisco le cuentan al oído que la alcaldía va a seguir siendo suya, por mucha nieta del alcalde que sea la mujer del candidato socialista. Qué galimatías. El poder es un plus porque maneja muchos resortes de influencia, aunque también se dice que desgasta al que lo ejerce. Lo que desgasta de verdad es la oposición, especialmente tantos años. Francisco parte y reparte. Chacón quiere partir y repartir. Al final, Francisco y Chacón se miran y responden a coro que pase lo que pase, el domingo que viene va a ganar el pueblo. Es lo que les toca decir antes de volver a sus particulares romerías de pedir el voto mesa a mesa, carreta a carreta. Que tengáis buena romería, expresa Francisco. Votadme si queréis, no os voy a fallar, pide Chacón.

Integrantes de la carreta ganadora de este año

Por la tarde, en el interior del parque rural la romería va luciendo una cierta falta de ángel. Fuera hay más jolgorio que dentro. Puede ser que hayan echado atrás el miedo al mal tiempo, al frío y al aire. Eso y la dichosa moda de la romería en las cocheras. Yo, sólo conmigo y con mi gente. Este año ha habido más carretas que nunca y más peregrinos recogidos en sus interiores. ¿Miedo? Ni al agua ni a las urnas. Mientras los candidatos buscan votos entre los botos, los romeros siguen a lo suyo, al baile, a la cerveza, al buen jamón y al plato de arroz campero. Luego vendrá la tajá de sandía y la tanda de cubatas, que abrirá la puerta final de la romería, la otra tajá.