Las ocho capitales andaluzas van a vivir este sábado, a las 12 del medio día, manifestaciones en defensa de la sanidad pública, amenazada por los recortes a que la tiene sometida la Junta de Andalucía. Precariedad laboral, descapitalización, desorganización... Un ejemplo claro de lo que la política sanitaria está provocando en todos los centros sanitarios es la unidad de gestión clínica salud mental de Osuna, sometida primero a un proceso de deterioro, cerrado el servicio de agudos a finales de diciembre y reabierto a primeros de febrero, aunque parcialmente, por la presión de los alcaldes del área y de los sindicatos.

La unidad de gestión clínica de salud mental de Osuna tiene tres niveles de atención: uno de hospitalización para pacientes que sufren una crisis aguda, otra denominada hospital de día, para atender a pacientes que precisan atención continua, aunque no hospitalización, y dos unidades de salud mental comunitaria, ubicadas en centros de salud de Écija y Osuna. Para atender todo eso, la unidad está dotada, en teoría, de 12 plazas de psiquiatras, 6 de psicólogos y ocho enfermeras, además de otro personal auxiliar.

Lo que se cerró en diciembre es la unidad de hospitalización para pacientes que sufren crisis agudas. La causa de aquel cierre fue que, a finales de diciembre, se había quedado sin el personal necesario para su funcionamiento debido a varias bajas por enfermedad y renuncias voluntarias por las malas condiciones de trabajo. La situación era (y es) que de las 12 plazas de psiquiatra con que está dotada teóricamente la unidad de gestión, sólo estaban realmente ocupadas cuatro, si bien dos tienen jornada reducida y uno está exento de guardias. Tres de los psiquiatras han recibido la baja por el estrés acumulado por sobrecarga de trabajo. Uno más se ha jubilado y su plaza sigue sin ser cubierta. Otro ha sido trasladado a Córdoba. Y otros tres han renunciado a sus contratos de trabajo, también por las condiciones a que se ven sometidos.

En resumidas cuentas, en la unidad quedaba un único psiquiatra a pleno rendimiento, aunque especializado en infantil, dos psiquiatras a tiempo parcial y uno exento de guardias. Eso fue lo que llevó a la dirección del hospital a ordenar el cierre de la unidad de hospitalización. Este cierre se "compensaba" dejando un psiquiatra de guardia en urgencias de ocho de la mañana a ocho de la tarde y de lunes a jueves. Los casos agudos que diagnosticara debían ser derivados a los tres hospitales de Sevilla. La decisión provocó de inmediato la protesta unánime de los alcaldes de la comarca, entre ellos el de Fuentes, y de los sindicatos del sector. El servicio de salud mental debería atender los problemas de unos 170.000 habitantes del área sanitaria y hay pueblos de la Sierra Sur que distan más de cien kilómetros de la capital. El deterioro de la imagen que ocasionaron las protestas y presiones llevaron al consejero de Salud, Jesús Aguirre, a ordenar la reapertura inmediata.

Reapertura

Y el servicio de hospitalización ha sido reabierto, pero en peores condiciones que había cuando la dirección del hospital decidió cerrarlo. Han quedado sólo seis de las once camas que existían. En cuanto al personal, lo que se ha hecho es obligar a psiquiatras de los tres hospitales de Sevilla a desplazarse cada día a Osuna. De esta forma, el paciente ve cada día a un psiquiatra diferente. Dos profesionales de la unidad de salud mental de Osuna, que prefieren mantener el anonimato ante posibles represalias, afirman que la situación es desastrosa y que es "injustificable que el paciente se vea maltratado de esta forma. Si malo es que un enfermo sea atendido cada día por un médico diferente, en salud mental eso es un auténtico disparate". Tanto es así que los profesionales de Sevilla están moviéndose para negarse en bloque a continuar con esta forma de asistir a los pacientes.

La unidad de gestión clínica de salud mental cuenta, además del citado servicio de hospitalización, de otro llamado "hospital de día", antes dotado con dos psiquiatras, un psicólogo, dos enfermeras, dos auxiliares y una monitora. Queda un único psiquiatra, que además es de atención infanto-juvenil, un psicólogo y una enfermera. La otra enfermera se jubiló hace un año y su plaza sigue sin ser cubierta. Esto hace que, de hecho, el psicólogo, que vive en Málaga y tiene que desplazarse todos los días hasta Osuna, tenga una sobrecarga de trabajo insoportable. Otro dato llamativo de la situación de esta unidad d gestión es que los profesionales viven fuera de Osuna. Dos de los psiquiatras viven en Sevilla, otra en Écija y la cuarta, que trabaja en la unidad de salud mental comunitaria de Écija, vive en Córdoba. El citado psicólogo vive en Málaga.

Esa circunstancia de trabajar en Osuna pero vivir fuera hace que ahora, con el nuevo funcionamiento impuesto, se produzca una situación de agravio que empeora aún más las relaciones entre los profesionales. Ocurre que a los psiquiatras obligados a desplazarse desde sus puestos en los hospitales de Sevilla se les compensa por viajar a Osuna. Pero no a sus compañeros que también viajan a diario. Éstos concluyen que el área de salud de Osuna maltrata a sus empleados porque no les garantiza igual trato que a los que vienen desde Sevilla. La tensión entre la plantilla del hospital y la dirección es palpable, según los profesionales consultados por Fuentes de Información.

A raíz del cierre de la unidad de hospitalización, el equipo de enfermería que prestaba allí sus servicios fue asignado a otros departamentos. Luego, a reabrirse la hospitalización por orden de la consejería, ninguno de ellos ha querido volver a salud mental debido a las tensiones internas y al estrés de provoca trabajar en este servicio. La situación se ve agravada por el vertiginoso aumento de la demanda de asistencia de salud mental ocasionada por los dos años de pandemia de coronavirus. La demanda se ha disparado, triplicado en menores de edad, pero sin respuesta de la estructura sanitaria. Irse a la atención privada es casi imposible para la mayor parte de la población porque una consulta de psiquiatría cuesta entre 100 y 150 euros, con el agravante de que este tipo de dolencia no se soluciona con una o dos consultas.

La conclusión de todo esto es que si alguien en el área de Osuna, que incluye a Fuentes, acude a su médico de cabecera con un problema de salud mental y necesita tratamiento especializado, puede sentarse a esperar cita. "Probablemente nunca lo llamen por la sencilla razón de que no hay profesionales para atenderlo", dicen los sanitarios de la unidad de gestión clínica. Lo que ocurre en esta unidad es extrapolable a muchos otros servicios sanitarios y explica el deterioro de la sanidad pública andaluza. "Esto es una salud mental de locos", concluye uno de los profesionales.