San Sebastián es patrón de Fuentes desde hace 5 siglos por votación popular, la escultura que está en la parroquia fue hecha por un imaginero francés y la primitiva, que se conserva en la iglesia de las Hermanas de la Cruz, está en concepto de depósito, no en propiedad porque el alcalde de entonces consideró que el único dueño de la imagen es el pueblo. La historia es como sigue.

Corría la última década del siglo XVI, cuando en el año 1596 una epidemia de peste bubónica asoló la península ibérica. La villa de Fuentes se acogió a la protección de San Sebastián, que era el protector de las gentes frente a la peste, debido a que él se libró del contagio.

Por eso fue declarado patrón de la villa y para ello realizaron un cabildo abierto y público con el fin de que en su elección interviniese todo el pueblo. “En la Villa de Fuentes de Andalucía a 26 de marzo de 1599 el Concejo, Justicias y Regimiento de esta villa y el Común de ella se juntaron a Cabildo abierto en la plaza pública, habiéndolo pregonado públicamente para tratar y convenir acerca de que un número de vecinos quieren votar por patrón de esta villa (hay una relación de vecinos que acudieron al cabildo). Acordaron unánimemente y conformes que se haga perpetuamente una fiesta en que haya vísperas y misas al bienaventurado San Sebastián por este voto, la cual se diga y haga en el domingo primero de mes de octubre de cada un año y que el primero sea el venidero de este presente año de noventa y nueve...”.

La fiesta de San Sebastián comenzó a celebrarse en la cuarta dominica del mes de septiembre, es decir, cuando las cosechas estaban recogidas y la gente tenía medios para celebrarla y, debido al voto perpetuo, el concejo se comprometía permanentemente a dicha celebración. Eso vino ocurriendo año tras año hasta que el Papa Urbano VIII, por medio de la Bula-Constitución del 13 de septiembre de 1642, ordenaba las fiestas de la iglesia y asignaba a cada santo un día único para toda la cristiandad.
Para adaptar la fiesta del patrón de la villa de Fuentes, se celebra otro cabildo abierto el día 6 de enero de 1644, en el que todos juntos cabildo y regimiento y demás vecinos asistentes dijeron ser cierto que siempre habían tenido y tienen por patrón único y principal de esta villa al mártir San Sebastián y como a tal se le hacían fiestas todos los años por el cabildo y vecinos de esta villa, por los favores recibidos, y por ello solicitaban al cardenal de Sevilla le concediese el permiso de celebrar su fiesta el 20 de enero de cada año. Este acuerdo fue firmado por el corregidor de la villa el licenciado Pedro de Alfaro Luna; el alguacil mayor, Cristóbal Bermudo, y los regidores Juan Ramírez, el licenciado Pedro Carmona, Juan Ruiz y Francisco Caro y testificado por el escribano público y del cabildo Juan Cid de Villanueva.

El ayuntamiento, junto a la cofradía de San Sebastián, puesto que no había iglesia dedicada su patrono, construyó una y junto a ella un hospital de la caridad, bajo su patrocinio, frente a la iglesia parroquial. La iglesia del hospital de San Sebastián fue desacralizada en los años 60 del siglo pasado y se transformó en el centro cultural del movimiento, para pasar después a ser dedicada a la casa de la cultura, que es como actualmente la conocemos.

Por ello, desde el día 20 de enero de 1644, se viene celebrando, año tras año, la festividad de San Sebastián, al que se sacaba en procesión este día desde su iglesia, además de algunos años que, para pedir las lluvias por la sequía o ante cualquier otra calamidad, se le hacían las correspondientes rogativas.

La imagen gótica del santo, con el paso de los tiempos, estaba muy deteriorada para sacarla en la procesión anual y el ayuntamiento en sesión ordinaria del día 15 de marzo de 1890 toma el acuerdo de autorizar al alcalde, José María de Llera y Díaz, para que encargue una nueva imagen a los escultores de España o del extranjero, considerando que es un desdoro que en una población de la importancia de ésta se tenga una efigie que está próxima a desaparecer por lo deteriorada en que se halla y teniendo  en cuenta el mucho fervor que profesa hacia ella el vecindario.

El encargado de hacer la escultura fue el francés Cachal Froe, residente en París, que tenía su estudio en la Rue Vavín, del nº 30 al 34, que se comprometió a hacerla de 1,70 metros, de madera tallada sin encarnadura, es decir sin policromar, por valor de 500 francos. Los gastos del transporte desde París a Irún costaron 92,62 pesetas y la encarnadura de la imagen, 150.

El nuevo ayuntamiento presidido ahora por José María de la Escalera y Fernández de Peñaranda acordó que dichas cantidades se abonasen del presupuesto, aún en vigor, del ejercicio económico de 1889-90, y debido a que se hace precisa la adquisición de una andas, que tengan de largo 2 metros y ancho y alto 1,50 metros, con 4 respiraderos calados, que serán de plata Meneses, como igualmente una peana y 4 candelabros con sus pedestales, también de plata, se acordó que dicha adquisición se hiciera por medio de subasta bajo el tipo de 3.000 pesetas y con las formalidades que exigía el Real Decreto de 4 de enero de 1883. Para lo cual se autorizó a la comisión de beneficencia y fiestas religiosas para que redactase el pliego de condiciones facultativas y económicas que habían de servir de base a dicha subasta.

La subasta para confeccionar las andas, peana y candelabros para San Sebastián se celebró el día 27 de noviembre del referido año 1890, quedando rematada al único licitador, Jacinto de Moras Camino, vecino de Sevilla, haciéndole saber que debe presentar en el plazo de 3 días una persona de arraigo en la localidad y de conocida probidad y responsabilidad a satisfacción del ayuntamiento para que pueda responder del cumplimiento del contrato. El señor Moras, en cumplimiento de acordado por la corporación municipal, propuso como fiador a José Pérez Barrada, vecino de Fuentes, que fue aceptado por ella.

En la sesión plenaria del 21 de febrero de 1891, siendo alcalde Javier de la Escalera y Fernández de Peñaranda, se recibió una instancia firmada por José Arce Conde, Antonio Jiménez Tirado y Juan Flores Conejero, a la sazón también concejal, como miembros de la hermandad de Nuestro Padre y Señor de la Humildad, que se veneraba en la ermita de San Francisco, por la que solicitaban se le concediese a la hermandad la imagen antigua de San Sebastián, con el fin de colocarla en un retablo que al efecto se construya para que sea venerada por los vecinos del barrio.

El ayuntamiento, considerando que la imagen antigua del santo no iba a estar expuesta a la veneración de los fieles en la iglesia del hospital, acordó “se le entregue a dicha hermandad para que la sitúe en el altar o retablo que le construya, pero haciéndoles saber que lo hacen bajo el concepto de depósito y jamás en propiedad, porque siendo del pueblo, el ayuntamiento no tiene facultades para cederla”. Esta imagen que aún se encuentra en la ermita de San Francisco sigue perteneciendo al pueblo que lo declaró su patrón hace casi 5 siglos.