Subir o no subir, ésa es la cuestión. Fuentes tiene un equipo de voleibol femenino -el masculino también- de superliga varado en la primera nacional. Es decir, con una calidad de juego por encima de la categoría que ocupa. La temporada pasada tuvo el ascenso en las manos, pero renunció por razones económicas. Jugar en la superliga exige un presupuesto que no estaba al alcance de la economía de un pueblo de siete mil habitantes. Este año puede ocurrir lo mismo: deportivamente ha hecho los deberes y ahora anda a la búsqueda de los medios económicos necesarios para asaltar el cielo. De padre sevillano y madre rusa, Ana Guitard Ivachenkova, natural de Alcalá de Guadaíra, con ocho de sus 23 años militando en las filas del Fuentes, es una de las que sueña con el ascenso.
Pregunta.- ¿Qué va a ser del Fuentes la próxima temporada?
Respuesta.- Ojalá consigamos ascender porque otra cosa sería frustrante. Llevamos cuatro años en la primera nacional, dos de los cuales hemos quedado primeras y segundas en la clasificación. ¿Un equipo que es de superliga está condenado por falta de dinero a permanecer en primera, una categoría que deportivamente no le corresponde? El club y nosotras vamos a mover cielo y tierra para hacer posible el sueño del ascenso. Si no lo conseguimos podemos entrar en una fase de estancamiento deportivo que ocasione desánimo y frustración.
P.- ¿Qué supondría para ti competir en la superliga?
R.- Para nosotras es un sueño. Sería la mejor forma de culminar nuestra trayectoria ascendente de todos estos cuatro años. El equipo es bueno, el club también y muchas de las jugadoras llevamos años apostando fuerte por el voleibol de Fuentes, incluso las que no somos de Fuentes. Todo eso ha dado como resultado la posición que ocupamos. Subir de categoría es una recompensa a ese trabajo, aunque también supone un mayor esfuerzo deportivo porque tendríamos que entrenar un día más a la semana -ahora entrenamos lunes, miércoles y viernes- y una sesión más de gimnasio. La superliga no es sólo más presupuesto, exige más compromiso de dedicación y mayor esfuerzo deportivo porque se trata de una competición semiprofesional.

P.- No sois de Fuentes, pero defendéis sus colores.
R.- Las que no somos del pueblo tenemos que hacer el esfuerzo añadido de viajar a Fuentes al menos uno o dos días a la semana, al entrenamiento de los viernes y al partido de los sábados que jugamos en casa. Pero no nos importa porque hacemos lo que nos gusta, que es jugar al voleibol. Yo empecé en el equipo de Fuentes cuando hacía cuarto de ESO, ya hace ocho años. Otra que lleva ocho años es la fontaniega Ana Caro. Creemos que en estos años nos hemos ganado a pulso tener un rinconcito en el corazón de los fontaniegos.
P.- ¿Qué te da el voleibol?
R.- En general, el deporte tiene un potencial educativo muy alto. Jugando en un equipo como el nuestro aprendes a gestionar tu tiempo de forma positiva, adquieres capacidad de compromiso con una meta importante, te corresponsabilizas con un objetivo compartido, desarrollas y ejercitas habilidades sociales, ganas salud y vives en cada partido una catarsis liberadora que te hace salir más feliz que entraste. Por eso llevamos tantos años en esto. El voleibol es parte de nuestra identidad, de nuestra forma de vida. Al final, nos hacemos amigas y el voleibol es también una forma de juntarnos para disfrutar. Si lo dejara perdería a una parte importante de mis amigas y de mi misma.

P.- ¿Eso compensa el poco respaldo social que el equipo encuentra en Fuentes?
R.- El club de Fuentes tiene respaldo social, aunque eso no se traslade a una presencia importante de público en el pabellón los días de partido. Es verdad que puede influir el hecho de que la mayoría de las jugadoras no seamos del pueblo. La gente debe saber que defendemos los colores de Fuentes, que este pueblo tiene una oportunidad de disfrutar de un equipo que ya quisieran para sí otros muchos y que el nombre de Fuentes de Andalucía viaja cada semana a ciudades y pueblos de casi toda España. Eso debería tener un mayor reconocimiento social.
P.- ¿Por qué no hay en el equipo más jugadoras de Fuentes?
R.- A eso deberían responder los padres de Fuentes. Yo creo que el problema no es exclusivo de Fuentes. En general, aparte del fútbol, el deporte es poco estimado. Vivimos en una sociedad que ha renunciado a inculcar valores como la responsabilidad, el esfuerzo, el compromiso y la gestión positiva del tiempo libre. No todos, por supuesto, pero muchos padres no inculcan a sus hijos determinados hábitos y así los jóvenes no han aprendido a gestionar su tiempo libre de forma creativa y positiva. Los chavales creen que son adultos por el hecho de salir de noche o por tener mucha actividad en las redes sociales. Todo eso hace que haya poca adherencia a la práctica de un deporte como el voleibol.
P.- ¿Cómo es tu día a día?
R.- Me levanto a las ocho de la mañana para estudiar hasta las cinco y media de la tarde, con una pausa para el almuerzo. A partir de las cinco y media me dedico a entrenar, salgo con amigos y mi pareja y a las once estoy en la cama. La práctica del deporte es compatible con la diversión y con salir los fines de semana de marcha. Estar en una competición no te obliga a renunciar a nada, sólo a aprender a gestionar mejor tu tiempo. No tenemos vida de monjas. Estoy convencida que yo no haría muchas más cosas a lo largo del día si dejara el voleibol. He aprendido que la actividad te lleva a desplegar más actividad, lo mismo que la pasividad te lleva a más pasividad. Todo es cuestión de saber gestionar tu tiempo.
P.- Preparas oposiciones para qué empleo?
R.- He estudiado Educación Primaria y quiero ser profesora de Educación Física. Por eso me paso el día estudiando y practico deporte. Como decía al principio, el deporte tiene un enorme potencial educativo en valores para el desarrollo de la personalidad. Los padres deberían ser más conscientes de esto y no creer que es una forma de matar el tiempo libre. Pero para eso tendrían también que asumir su tarea de educar para la gestión creativa del tiempo y, sin llegar a ser autoritarios, imponer unos límites que ahora no existen.
P.- ¿De dónde te viene esta afición por el deporte?
R.- Supongo que de mis padres. Mi madre, Ekaterina Ivachenkova, ha sido 18 años jugadora de baloncesto y mi padre, José Luis Guitard, jugó al fútbol. Yo he probado muchos deportes hasta que me quedé con el voleibol, un juego que forma parte de mi propia identidad, de mi rutina diaria. La verdad es que no sé qué haría sin el voleibol. No sería yo misma.