Podíamos empezar este artículo hablando del origen del Jueves lardero, del significado de su nombre, o en qué lugares de España se celebra aún, cuestiones todas que podemos encontrar en Wikipedia o en cualquier artículo o libro de Antropología. No, aquí solo pretendemos obedecer a lo que manda la tradición, volver a sentir ese pellizco de impaciencia que poco a poco iba materializándose en esos días luminosos de nuestra niñez, cuando nuestras madres y abuelas preparaban la tortilla, los huevos duros, y el chorizo guisado con vino.
A media mañana compraban las roscas de pan, los violines y los entornaos, mientras nos mandaban a comprar a los puesto más cercanos las castañas pilongas, los dátiles, las pasas y, si no había quién nos los promocionaran, palmitos a la puerta de la ermita de la Aurora. Más tarde todos íbamos caminando hacía la Fuente de la Reina. Allí nos sentíamos felices, seguros de tener cerca a la familia, libres de preocupaciones, sin más interés que el juego y la satisfacción de sentirnos parte de una comunidad, sin saber que eso era lo que estábamos haciendo: crear sociedad, ritos de cohesión.
Todo lo anterior solo son recuerdos, nostalgia de tiempos pasados. No nos engañemos, ahora el Jueves lardero tiene aromas de barbacoa y excesiva comida y bebida que quizás haga honor a su nombre, lardo, convertido en abundancia bajo el signo del tiempo consumista que nos toca vivir. Ese mismo tiempo que todo lo destruye y cambia, pero a veces no puede borrar ciertas tradiciones que encierran una forma de ser y vivir de todo un pueblo, aunque intente ocultar significados detrás de nuevas formas de cultura, de diversión, solo con bucear un poco en nuestras fiestas antiguas, encontramos aromas de nuestro pasado.
En Fuentes hemos sabido mantener viva una tradición centenaria, no sabemos muy bien por qué singularidad, al igual que el carnaval, dónde se mantiene viva el sueño de salir al campo para celebrar la fiesta de la comida, la bebida y la buena compañía de familiares y amigos. Seamos conservadores y conocedores de nuestras tradiciones, que nos cohesionan como sociedad, en estos tiempos de globalización que pretende uniformarnos a la vez que nos convierte en individuos, borrando el sentido de grupo. La fiesta del Jueves lardero nos da sentido como pueblo en el tiempo. Larga vida al Jueves lardero.