Eli, ponme uno con leche y media tostá con aceite. Eli, ponme una copa. Eli, una de churros. Eli, un vaso de agua. Eli Cantizano tiene cuatro manos, siete ojos, doce lenguas y dos toneladas de alegría. Eli tiene un resorte que todas las mañana la pone en pie a las cuatro y media de la madrugada. Eli tiene una sonrisa que le dura desde que pone un pie en la calle hasta que cae rendida ocho horas más tarde. La mujer más madrugadora de Fuentes regenta el bar Mae Mía, exitoso establecimiento que reparte los más tempraneros desayunos del oeste sevillano. A las cinco ya tiene la persiana en alto. Eli es, Eli tiene, Eli hace, Eli habla, Eli ríe. Eli, Eli, Eli... Ya quisiera Duracel dar con el secreto de las pilas que gasta la Cantizana. La alegría de la mañana.
Pregunta.- ¿A quien madruga Dios le ayuda?
Respuesta.- Algo de eso debe de haber. Abro a las cinco y ya tengo cuatro o cinco clientes esperándome en la puerta del bar. No sé si Dios ayuda, lo seguro es que el trabajo ayuda y en esto de trabajar duro hay pocos en Fuentes que me ganen. Menos mal que existen las siestas de dos horas porque si no este ritmo de trabajo no habría quien lo aguantara.
P.- ¿A dónde va la gente tan temprano?
R.- Unos van camino de sus trabajos en Sevilla y otros hartos de estar en la cama. Vienen buscando el cafelito y la tertulia de la mañana. Mis clientes son instaladores de aire acondicionado, albañiles del Pladur, electricistas o jornaleros que van camino del tajo. Les gusta tomarse antes un café sin prisas. Paran muchos poceros de Lantejuela que van a Sevilla y hasta algunos camioneros que prefieren desviarse en el cruce de la A-4 y tomar aquí café en vez de hacerlo en el cruce. Dicen que en otros bares no les sirven la tostá, sino que se las tiran. El caso es que a las doce tengo el pescado vendido.
P.- ¿Cuál es el secreto del éxito de tu establecimiento?
R.- El trabajo, el equipo, el agrado, el madrugón, la calidad de la manteca de lomo, los churros y la ubicación junto a la carretera. La gente dice que he tenido suerte, pero la realidad es que detrás de este negocio hay muchas horas de trabajo. Incluidas muchas horas en las que está cerrado, pero tienen que comprar naranjas para el zumo, los tomates para las tostadas, la masa para los churros... Mi pareja pregunta cómo es posible que me levante a las cuatro y media con tanta energía. Será que mi felicidad es esto, será que trabajando soy feliz, será que las pocas veces que no he tenido trabajo he sentido que me faltaba algo. Con Fátima, mi mano derecha, Aurelia y Almudena tengo un equipo estupendo.
P.- Detalla eso del agrado
R.- Tengo la costumbre de preguntarle a cada cliente por sus problemas. Me intereso por la salud del padre de esté, por la hija del otro, por las preocupaciones del que entra. Un bar tiene mucho de consulta psicológica. El que entra quiere tener un rato agradable, no a que le amarguen la vida y parece que aquí se sienten acogidos. Es verdad que en este negocio hay quien no trata bien a la clientela. En el Mae Mía aplicamos la máxima de que el cliente siempre tiene razón y procuramos darle el trato lo más personalizado posible. Me caliento mucho la cabeza para darle a mi gente lo mejor que puedo. Mis churros han sido un éxito hasta el extremo de que otros nos han copiado. Mi clientela es como mi familia. Será que paso más horas con ellos. Vienen más por mi agrado que por mi cara.
P.- Familia, consulta psicológica... ¿De qué padece el fontaniego?
R.- Lo más común es la soledad. No todo el mundo, por supuesto, pero hay quien tiene pocas personas que las escuchen, que las entiendan y que les den una sonrisa para arrancar el día. Nosotras les ponemos el café, los churros y un chute de optimismo con los que volver a la calle con ganas de disfrutar la mañana.
P.- La tele dice que el mundo se acaba.
R.- Eli dice todo lo contrario, que la vida es bella, que no estamos tan mal, que merece la pena luchar para ser felices y que el trabajo es salud. Creo que muchos se vienen arriba cuando arrancan el día con el optimismo que transmitimos en el Mae Mía. Es verdad que aquí tenemos que tener mucha paciencia porque todo el mundo quiere que le sirvas todo y de inmediato. A veces hay que echar el freno, aunque siempre con una sonrisa en los labios.
P.- La barra de un bar es, además de una consulta de psicología, un sismógrafo de la opinión ciudadana. ¿De qué habla la gente aquí?
R.- De todo un poco. De política, de la corrupción, del biometano, del calor que está haciendo, de quién ha muerto hoy... La política ha decepcionado y la corrupción desanima al más pintado. Pero en este país el que más y el que menos tiene algo que callar en eso y suele ocurrir que siempre habla el que más tendría que callar.
P.- ¿Qué dice el sismógrafo de Eli sobre la planta de biometano?
R.- La mayoría no quiere la planta. Tiene miedo de que traiga malos olores y gases que perjudiquen a la salud. Nadie quiere estar oliendo a mierda. Yo no sé quién tiene razón, si los que están en contra o los que están a favor. Lo que sé es que la mayoría está en contra.
P.- ¿Te vienen de familia la vitalidad y la tozudez?
R.- Por parte de padre y de madre. Cuando me propongo algo no paro hasta conseguirlo. A cabezona y a capacidad de trabajo no me gana nadie. Aunque todo el mundo tiene momentos buenos y momentos malos. Ha habido días en los que mi padre ha estado enfermo, por ejemplo, y la agitación del bar me ha servido para seguir a flote. La alegría es una actitud ante la vida.
P.- ¿La alegría es rentable?
R.- No me ha ido mal. Estoy ganando dinero y lo estoy invirtiendo porque debo pensar en mi futuro y en el de mi hija. Nada de lo que tengo viene de la suerte, sino de mi lomo. (Muestra un callo de tanto hacer cafés). Empecé en la hostelería un poco por casualidad después de haber estudiado un módulo superior de Administración. A mi pareja y a mí nos ofrecieron llevar la barra de la peña flamenca y vimos que se podía ganar dinero y el trabajo me gustó. No tenía ni idea de atender una barra, pero aprendimos rápido. Luego cogí la venta de la rotonda, donde estuve cuatro años y ahora llevo dos años aquí. Hay a quien la envidia le ha hecho decir barbaridades de mi, pero eso no me afecta porque sé lo que quiero y soy feliz con mi trabajo.
P.- ¿Qué está pasando en Fuentes con los bares?
R.- Que no hay personal para trabajar en esto. Hace unos años había cincuenta bares y ahora quedan veinte, si acaso. Este trabajo es duro, exige dedicación y la obligación de la alegría. Cierran bares que son un buen negocio simplemente porque no encuentran camareros y los que hay no tienen preparación ninguna. Nadie quiere trabajar los fines de semana, ni en Semana Santa, Carnaval o Feria.
P.- ¿En Fuentes se vive bien?
R.- En Fuentes no se vive bien, se vive muy muy bien.