La sanidad pública está en peligro, corremos el riesgo de terminar teniendo una especie de beneficencia, unos hospitales a los que no querremos ir por ser sinónimo de muerte y abandono. Hace tiempo que observé cómo cada vez más anunciaban seguros privados de medicina, clínicas maravillosas donde te curan de todo lo curable de forma amable, mientras te alojas en habitaciones comparables a hoteles de 5 estrellas. Pensé: algo se está moviendo, estos anuncios no auguran nada bueno. Poco después empezó el deterioro de la sanidad pública.  

Al principio, cuando aún la publicidad no nos inundaba con las bondades de la medicina privada, pensé que era cosa de la crisis, que todo volvería a ser como cuando estábamos orgullosos de nuestro sistema sanitario. Fue la abundancia de los anuncios de seguros privados lo que me hizo pensar que estábamos entrando en una nueva etapa, muy bien orquestada, donde nada sería como antes.

He aquí que ahora nos enfrentamos al desmantelamiento de lo que fue un derecho que creíamos consolidado y nos hemos quedado sin apenas conciencia de lo que está ocurriendo. Recuerdo cuando en cierta ocasión le decía a mi alumnado que llegaría un día, si no luchábamos por nuestros derechos, que, por ejemplo, tendríamos que pagar al médico por una visita. Un alumno me dijo: “maestra, eso es imposible, eso no puede ocurrir”. Ahora son muchas y muchos, tal vez ese alumno, hoy un adulto, esté pagando un seguro médico porque necesita que lo vean urgentemente y la cita no termina de llegar. Ese seguro que es un engaño más del capitalismo, que nos hace creer que por pagar cincuenta, sesenta o incluso cien euros al mes, quien se lo pueda permitir, va a. tener cubierta toda su salud, su bienestar y el de los suyos.

Todavía estamos a tiempo de luchar y exigir el derecho a una sanidad pública gratuita y universal, esa que nos salva, que no pregunta si eres vieja o viejo, si padeces una enfermedad crónica o grave que necesita tratamiento muy costoso, como hacen los seguros privados, esos que han sido creados, no lo olvidemos, como negocio y que como tal tienen la obligación de obtener benéficos, mientras más mejor.

Cada vez escuchamos con indiferencia que un familiar, una amiga, un conocido ha ido a una consulta médica privada porque la cita en la sanidad pública no llega, con la consiguiente ansiedad y desasosiego que esa circunstancia produce. Lo más grave de todo esto es que se pierden vidas en la espera, el trastorno que padece una persona sabiendo que sufre una enfermedad grave mientras espera durante meses que le toque -sí como una lotería- en la lista de espera. El día 24 de este mes la Marea Blanca ha convocado una manifestación en Osuna, a la que estamos llamados todos los pueblos de la zona básica sierra sur y campiña. Acudamos a defender nuestra salud, nuestra vida, nuestro bienestar, nuestros derechos.