En el artículo del domingo pasado analizábamos el ayuntamiento fontaniego bajo la dictadura de Miguel Primo de Rivera y recalcábamos la inestabilidad del mismo, sobre todo en los primeros años de esta forma de gobierno debido a que la ausencia de elecciones alejó a los ciudadanos de la institución municipal por dos razones importantes. Una, la de ser elegidos por el delegado gubernativo de Écija sin que la decisión de ser miembro de la corporación fuese una decisión personal y otra por la no intervención del resto de los habitantes del pueblo al no haber elecciones. Decíamos también que desde la formación del primer ayuntamiento dictatorial hasta la promulgación del decreto del 15 de febrero de 1930 por la llamada dictablanda se habían formado 11 ayuntamientos diferentes, algunos con unos pocos meses de mandato.
 
De todos ellos destacó por el tiempo de vigencia el formado el 26 de mayo de 1924 por el delegado gubernativo por la dimisión de 9 concejales. Esta corporación estuvo presidida por Luis Conde Herce hasta su muerte ocurrida el 30 de junio de este mismo año. Con la toma de posesión del nuevo concejal que venía a ocupar su vacante fue elegido como alcalde de la villa José Luis Escalera y Vasco, el 11 de julio de ese mismo año. Esta corporación estuvo rigiendo los destinos de la villa hasta el 24 de marzo de 1930, con breves alteraciones en su composición como la ocurrida el 27 de septiembre de 1927 por la dimisión de dos concejales, uno de ellos el primer teniente de alcalde.

Cuando el dictador Miguel Primo de Rivera perdió la confianza real y abandonó el país el Rey nombró para formar gobierno al general Berenguer. Ante estos hechos nuestro Ayuntamiento reunido en sesión plenaria extraordinaria el 31 de enero de 1930, puso a disposición del nuevo Gobierno sus cargos, dimitiendo de los mismos. El alcalde, cumpliendo con el mandato recibido por el pleno para poner a disposición del nuevo Gobierno sus cargos de concejales se entrevistó con el gobernador civil al que hizo saber la decisión del ayuntamiento de Fuentes, rogándole encarecidamente así lo hiciera saber al presidente del consejo de ministros y al ministro de la Gobernación. La respuesta fue que, según órdenes recibidas del Gobierno, le rogaba a él y a sus compañeros del concejo que permaneciesen en sus cargos hasta nuevas nuevas órdenes. Por ello el ayuntamiento permaneció como tal hasta el 24 de marzo de 1930.

Al publicar el nuevo Gobierno un real decreto para organizar los ayuntamientos el día 15 de febrero del 1930, ordenando que se deberían constituir los nuevos ayuntamientos el día 25 y para dar cumplimiento a lo prevenido por él, el alcalde José Luis de la Escalera y Vasco convocó a los concejales en sesión extraordinaria el día indicado. Se siguió lo ordenado por el decreto y se nombró la mitad de los concejales extraídos de las listas de mayores contribuyentes y la otra mitad de los concejales con mayor voto de las elecciones de 1922, ya que las de 1918 habían sido declaradas nulas.

Durante el mandato como alcalde de José Luis de la Escalera y Vasco, apoyándose en la junta permanente junto a sus tenientes de alcalde, se produjo un avance importante en el pueblo y una modernización del mismo. En primer lugar, confeccionó un ambicioso programa de obras públicas sin precedentes en el municipio, entre las que se encontraban la pavimentación con adoquinado de las principales calles: Rodríguez de la Borbolla, Alfonso XIII, Marqués del Nervión, Écija, San Miguel, San Antonio, Sagasta, San Sebastián, Plaza de Santa María la Blanca, Marquesa de Estella y Fernando de Llera.

También se decidió emprender otras nuevas obras: construcción de una plaza de abastos, un cuartel para la Guardia Civil; el edificio para las escuelas, la construcción del matadero público y casas baratas para obreros. Su criterio era que, para realizar todas estas obras el ayuntamiento debía operar con el Banco de Crédito Local de España un empréstito de 400.000 pesetas, cantidad que se estimaba suficiente para los indicados fines, operándose el dicho empréstito con un plazo de amortización de 50 años. Este plan fue aprobado por unanimidad en el pleno celebrado el día 17 de noviembre de 1925.

Las gestiones que el alcalde realizó empezaron a dar resultados positivos y ello lo hizo saber al pleno en la sesión del 30 de enero de 1926, comunicando a los asistentes que el banco había concedido el préstamo solicitado. El cabildo, ante esta situación acordó facultar al alcalde para que gestionara la adquisición por venta de aquellos edificios que fuesen necesarios para las construcciones proyectadas. El alcalde, en la sesión extraordinaria del 23 de octubre, dio a conocer al pleno las obras que se iban a llevar a cabo y que eran: pavimentación por adoquinado y acerado de las calles Sagasta (Flores), Marqués del Nervión (General Armero), Rodríguez de la Borbolla Carrera), Alfonso XIII (Lora del Río), Écija (Huerta), San Sebastián, San Antonio, San Miguel, Cruz y Marquesa de Estella (Padre Jesús Nazarenao); construcción de una casa cuartel para la Guardia Civil, y construcción de un mercado público para el abasto diario de la población. También se aprobó como impuesto a los vecinos de las calles que se iban a adoquinar el 20% de su coste total, prorrateado entre los metros de fachadas de cada casa, como era tradicional.

Realizada la subasta de las obras a un solo postor le fue concedida al único concurrente, Antonio Girón Girón, vecino de Torremolinos, por valor de 370.928 pesetas, que fue declarada válida en el pleno de 2 de agosto de 1926. Transcurridos dos años desde la adjudicación de las obras, el alcalde convocó al cabildo el día 24 de enero de 1930 para informar de la recepción de las obras realizadas, que habían sido inspeccionadas previamente por los arquitectos de la Diputación. Tras unas pequeñas intervenciones para subsanar los mínimos desperfectos encontrados por los inspectores de obra, fue declarada por unanimidad la recepción de las obras.
 
El casco urbano pareció otro con las calles centrales adoquinadas (muchos de esos adoquines seguimos pisándolos al transitar por ellas), el mercado de abastos funcionando con sus puestos de venta de carnes, pescados y frutas y verduras y el cuartel de Guardia Civil en perfectas condiciones para la vida y trabajo de los guardias. El pueblo cambió su fisonomía por completo y se fue adaptando a los tiempos modernos, con la aparición de vehículos a motor.
 
Además el ayuntamiento presidido por Javier de la Escalera y Vasco siguió emprendiendo obras para mejorar la situación urbanística local y al mismo tiempo mejorar la vida de sus ciudadanos. Así se amplió la calle Marquesa Estella (Nuestro Padre Jesús Nazareno) sobre todo en su confluencia con la calle Marqués del Nervión para permitir que los vehículos, generalmente carros tirados por  parejas de animales, mulas, caballos o burros, pudieran doblar sin dificultades  y acceder a la calle Marqués del Nervión,  o viceversa, es decir,  desde la calle Marqués del Nervión a ella, ya que su estrechez constituía también un peligro constante para los peatones que circulaban por  ella cuando llegaban a su desembocadura con la segunda.

Otra obra importante para aprovechar el agua y permitir el abrevadero de los animales fue la construcción del Abrevadero “El Molinillo”, situado en la confluencia de la calle Mayor con el ruedo de la villa. En ese lugar había un derrame de aguas sin procedencia determinada. Tras varias investigaciones, el concejal encargado de hacerlas las encontró en un depósito subterráneo en la calle Sol. Desde allí se condujeron las aguas hasta donde se estaba construyendo dicho abrevadero. El abrevadero ha sido siempre utilizado para que bebiesen los animales de labor. Actualmente sus aguas están conducidas subterráneamente hasta una fuente a la espalda del pabellón de deportes municipal y el derrame de sus aguas va al arroyo Madre de Fuentes.

Una de las obras que no se pudo realizar fue la construcción de las escuelas públicas por falta de presupuesto y sin apoyo estatal. Si embrago el ayuntamiento del préstamo solicitado depositó, para este fin en el futuro, 50.000 pesetas en el Banco de Crédito Local de España a disposición del ministerio de Instrucción Pública. También Escalera se preocupó de las comunicaciones con otros municipios y emprendió la solicitud de vías de comunicación, bien a la Diputación, bien al ministerio de Obras Públicas y así se realizó el Camino a Carmona, el camino desde La Herradura hasta la nacional 4 y el intento de un camino hasta el castillo de la Monclova. José Luis de la Escalera y Vasco debe ser considerado por los fontaniegos como uno de sus mejores alcaldes y así reconocerlo.