Pensaba hace un tiempo que tenía que cambiar de teléfono móvil, el que uso ahora está lleno magulladuras, la pantalla cruzada por cicatrices reflejos de mi cuerpo y mi alma, realmente se ha convertido en un apéndice de mí, de mi yo real. Algunos días más tarde de ese pensamiento leí un artículo sobre el litio, ese metal necesario para los móviles, autos eléctricos, baterías para almacenar electricidad producida por las placas solares… Había oído ya hablar del metal y su importancia, que se estaba convirtiendo en uno de los más preciados, el futuro era del litio según leía o escuchaba. Así fue que anduve buscando información de dónde se encontraba, cómo era su aspecto, cómo se extraía.

El litio es un metal blando que pesa menos que el agua, extraño para mí. Sí, es el metal que va a facilitar la transición ecológica, pero he aquí que al necesitar una cantidad enorme de agua para obtenerlo porque no se encuentra directamente en la naturaleza sino en los lugares donde existen grandes lagos salados y para separar el litio de la sal se utilizan grandes cantidades de agua dulce, agua necesaria para la vida a su vez. En lugares de países como Argentina, Chile y Bolivia, entre otros, donde hay grandes reservas de este metal, se están, al parecer, desviando ríos, utilizando aguas de las comunidades que llevan años, siglos, viviendo de la agricultura y el ganado.

Todo lo anterior me llevó a pensar que estamos en un círculo infernal. Aquello que nos puede facilitar el liberarnos de los combustibles fósiles nos lleva a un paisaje de sequedad donde se obliga a la gente a emigrar, pero ¿a dónde hacerlo? Nadie quiere al emigrante pobre, al refugiado climático. Nos puede parecer que son problemas que no hemos creado, y así puede ser, nos lo han creado de forma que no podemos vivir sin teléfono móvil, sin ordenador. El coche eléctrico es cada vez más una obligación o lo será. Sin embargo, esa necesidad se convierte en una competición, en una carrera sin fin: el móvil tengo que cambiarlo cada tiempo, el ordenador queda obsoleto o nos lo quedan.

Nos hicieron creer que el progreso era una línea recta e infinita y ahora descubrimos que vivimos en un planeta que es indiferente a nosotros, contiene lo que contiene y no va a fabricar nada pensando en nuestra especie para que sigamos maltratándolo. Sería un oxímoron, ¿O no?