"Mira, Pepe, lo que pasa es que la política es una mierda. Huele mal desde kilómetros. Los políticos son todos unos chorizos que van a trincar cuanto pueden y después te dejan tirado. El pueblo les importa un carajo. Yo nunca he creído en la política, ni me han interesado los que mandan. Pero ahora les vamos a dar una patada en el culo. A la mierda todos, que es de donde nunca debieron salir. Creen que diciendo que somos de extrema derecha van a quitarnos votos. ¡Al contrario, nos dan cada vez más apoyos! Nosotros no somos políticos, somos el pueblo levantado para echar a los que están jodiendo a España con tanto dejar que vengan moros y negros, tanta igualdad de género, tanto ecologismo y todas esas gaitas. Tú no ves esto porque te tienen comido el tarro, pero están destruyendo España".

Como dice Juan, él nunca se ha interesado por la política. Cada día de sus 56 años de edad los ha volcado en construirse una vida lo más confortable y próspera posible. Trabajo no le ha faltado de instalador especialista en aires acondicionados, con casa en propiedad, apartamento en la playa, dos buenos coches, criar los hijos, renovar el carné de su equipo de fútbol, sacar el perro a pasear... Ni siquiera ahora reconoce que hace política por el hecho de haberse apuntado al partido de Abascal, al que considera más un héroe salvador de la patria que un político. Antes de dar este paso de hacerse del partido de los antipartido decía que la política era cosa de los políticos. Incluso ahora dice que él no hace política, sólo pretende "salvar España". Antes, a su suyo, que era ganar dinero y disfrutar de todas las comodidades que era capaz de adquirir.

Un día no hace mucho parece que Juan tuvo su particular Epifanía. Vio la luz. Y la revelación le mostró que mientras él miraba exclusivamente por su propio interés, los políticos habían hecho lo mismo. No concluyó que él había tenido parte de culpa del choriceo político por haberse despreocupado de la política durante tantos años. La culpa la tienen siempre los otros, ya se sabe. Pero ha visto la luz, que es lo importante, y ahora parece más un iluminado que un ciudadano informado, consciente y activo. Es un converso, pero no a la política, sino a la no política, a la antipolítica. Por eso no es extraño su discurso. Escuchando a Juan parece oír a una de esas personas que están aprendiendo a escribir y, una vez manejan el alfabeto, componen frases torpes e incongruentes. Está tan escaso de cultura política que apenas es capaz de hilvanar argumentos para defender sus ideas.

Pero lo que se le entiende perfectamente es que él no es político, ni racista, ni machista, ni homófobo, ni destructor de la naturaleza. Lo que pasa es que están jodiendo a España. No sabe concretar muy bien eso de "jodiendo a España", pero la están jodiendo, repite como un mantra. Insisto a Juan que concrete y acaba señalando que en parte es con tanta mariconada y tanto prohibirlo todo. "Al final no vamos a poder ni mear en el campo con tanto ecologismo", dice Juan cabreado. Todo está regulado, establecido y vigilado. "Cuando ganemos las elecciones se van a acabar tantas prohibiciones porque somos los verdaderos defensores de la libertad. Si yo tengo un coche potente y seguro por qué tengo que ir a menos de 120 kilómetros por hora. Me impiden fumar donde me sale de los c... Por qué me tengo que poner no una, sino tres vacunas contra el covid. Este gobierno ha convertido a España en una dictadura en la que no se puede hacer ni decir nada que no sea lo que digan el coleta y sus palmeros. Eso se va a acabar después de las elecciones".

Juan está convencido de que él no hace política. Que los políticos son los otros, el gobierno y todos los diputados del Congreso, el Senado, el Parlamento, la Junta de Andalucía, los ayuntamientos. Todos son unos sinvergüenzas que Abascal va a mandar a sus casas en cuanto gane las próximas elecciones. "¿Andalucía para qué quiere un Parlamento si ya tenemos el nacional? Ni un Gobierno. Canal Sur la cerraremos al día siguiente de las elecciones". Lo mismo hará el partido de Juan con las instituciones de Cataluña, el País Vasco, Valencia, Murcia. "Todos a la puta calle, que aquí se va a acabar el mangoneo". El 19 de junio, cuando Macarena Olona gane las elecciones andaluzas, no tomará posesión porque disolverá la Junta y devolverá las competencias a Madrid. Aquí no habrá más instituciones que los gobernadores civiles y los ayuntamientos.

Dejemos que hable Juan y sabremos a dónde nos quiere llevar. Bueno, en realidad ni él mismo lo sabe. Ha oído cantos de sirena y trata de dirigir su barca en esa dirección. Torpemente. Sabe lo que no quiere. No quiere política, aunque se haya afiliado a un partido. Juan no quiere el feminismo, aunque a su hija que no la toque nadie. No quiere inmigrantes, aunque sabe que sus condiciones de trabajo no las quiere nadie de aquí. No quiere normas, aunque en su vado que no aparque nadie. No quiere vacunas ni mascarillas, pero si se pone malo que lo curen de inmediato. No quiere impuestos, pero las carreteras por las que circula con su Range Rover a 200 Km por hora tienen que estar en perfecto estado.

Enfadado siempre, con una actitud de niño consentido, simple, egoísta, débil con los fuertes y cruel con los débiles, Juan tiene un partido político que le representa. Ha visto la luz y trata de alumbrarnos a todos con su nueva verdad revelada. El amigo Juan parece haber sido abducido por una secta. Como un crío cree todo lo que le llega de su líder. Como eso de que Olona renunciará a gobernar si gana las elecciones. Los que no vemos lo que están haciendo los rojos con España es que no queremos saber. Él ha visto la luz y sabe que existe un complot internacional para mantener un mundo manejado por los débiles, los musulmanes, los ecologistas, los negros, los maricones, las feministas, los discapacitados... Esas minorías gobiernan el mundo desde hace años. Juan dice que ha visto la luz y que su resplandor nos tiene que iluminar a partir de ahora. Aunque sea la luz de un rayo que nos parta en dos.