"Iniciada la crisis obrera dos meses ha, a consecuencia de la pertinaz sequía, ya consta al ayuntamiento el triste calvario sufrido por la clase trabajadora en tan largo espacio de tiempo y las dificultades que han tenido que reunirse para facilitar los medios de librar a aquella de los horrores del hambre". Con esas palabras se dirigía el día 13 de mayo de 1095 el entonces alcalde de Fuentes, Francisco Javier de la Escalera y Fernández de Peñaranda, a sus concejales. ¿Qué había ocurrido para que el alcalde sintiese tan suyo el problema de los braceros del campo?

Ya se venía arrastrando una sequía importante desde el año 1904, que había asolado las cosechas y que se extendió por el 1905. La situación del campo llevó a la mayoría de la población fontaniega, dependientes de la agricultura, a una penosa situación pues aunque el ayuntamiento había intentado repartir a los jornaleros en paro entre los labradores pudientes, llegó un momento en el que ni los mismos labradores podían sostener a dichos jornaleros pues sus cosechas se habían perdido.

Al ayuntamiento le era imposible hacer frente ni un solo día al pavoroso problema del hambre. Téngase en cuenta que la escasez de recursos era general, siendo muy difícil obtenerlos aún para las clases acomodadas por el triste porvenir que ofrecían las agostadas sementeras. Tampoco podía la corporación considerando que la desgravación del derecho de consumos del trigo y harinas había reducido considerablemente los ingresos municipales creando una situación insostenible para el erario local.

Por eso, el ayuntamiento acordó acudir al gobernador civil para que se dignase trasmitir al Gobierno del rey el estado precario de la clase obrera de la localidad y ordenase la construcción de una carretera desde esta villa a la de La Campana. Era un medio de atenuar la desdicha que se cernía sobre los jornaleros y sus familias. Se solicitaba que esta construcción fuera llevada a cabo por administración directa, con ausencia de subastas para la licitación de empresas, a fin de acomodar en ella el mayor número de braceros. Esto permitiría conseguir dos propósitos importantes: disminuir el paro obrero y permitir la comunicación más fluida entre las dos poblaciones, cuya única vía de comunicación era un camino, por donde transitaban carros y caballerías.

Ante la ausencia de respuesta por parte del Gobierno, el alcalde utilizó un medio muy tradicional de la época: buscar influencias en la Corte. Para ello se dirigió al senador vitalicio Fernando Primo de Rivera, I Marqués de Estella, esposo que fue de la fontaniega Doña María del Pilar Arias de Quiroga y Escalera, ya fallecida en aquellas fechas, que inmediatamente, debido al afecto que sentía por el pueblo de Fuentes, según él manifestaba, intercedió ante el Gobierno de la nación y consiguió que dictase la Real Orden del 4 de abril por la que se acometió la construcción de la carretera. Partía de la carretera general Madrid-Cádiz llegaba hasta la estación de ferrocarril de Fuentes. Se hizo por administración directa.

La Real Orden ordenaba las explanaciones y obras de fábrica del segundo trozo de la carretera de La Campana a Fuentes con un presupuesto de 20.290’95 pesetas y las obras comenzaron el día 18 de abril de 1905, siendo ocupados 30 obreros pedidos por el encargado de la obra, que se ampliarían en días sucesivos hasta alcanzar los 50. La corporación, en sesión extraordinaria al siguiente día de empezar las obras, vio insuficientes estas cifras pues se hallaban inscritos en las listas que había en el ayuntamiento 400, que hasta entonces habían trabajado en el arreglo de los caminos, recibiendo a cambio un módico jornal como auxilio para ampararlos contra los horrores el hambre, y que la Real Orden no resolvía el problema que la población fontaniega vivía en esos momentos. Asimismo, se vio que no se podían contratar más obreros y se buscó la posibilidad de que se decretase la construcción definitiva de la carretera y no solo de su explanación pues en su realización se utilizaba poca mano de obra, al transcurrir la carretera por una llanura y tener poca diferencia de cota desde un punto a otro.

De nuevo el pleno municipal tomó la resolución de dirigirse al ministro de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas para solicitarle una vez más la construcción de la carretera referida y la Gaceta de Madrid publicó, el 6 de junio, la Real Orden del 2 con la disposición de llevar a cabo, por el sistema de administración, las obras de terminación de la carretera de La Campana a Fuentes, que vendría a resolver la difícil situación por la que atravesaba la clase obrera fontaniega por la sequía que había asolado el campo y había conseguido que la recolección terminará apenas se había iniciado, con el consiguiente quebranto de la economía de cuantos dependían de la agricultura, principal y única fuente de riqueza de la localidad.

De nuevo se vio en la rápida resolución de la petición del cabildo fontaniego la intervención de su protector. El ayuntamiento, además de agradecerle su interés por resolver los problemas de Fuentes, pueblo que sentía como suyo, le puso el nombre de Marquesa de Estella a parte de la calle Santa María la Blanca, donde estaba situada la casa donde nació y vivió Doña María del Pilar, en sesión del 13 de mayo de 1905, nombre que ha perdurado hasta nuestros días. Al Marqués de Estella, en agradecimiento por todos los favores recibido por el pueblo de Fuentes y su interés por resolver los problemas del paro que afectaba a más de la mitad de la población, se le nombró hijo adoptivo en sesión del 15 de junio de 1905.