Uno de mi calle dice que han dicho que tiene un amigo que dice conocer un tipo que ha encontrado un trabajo en el que cobra más que en el anterior. Y me han dicho que dicen que dijo que se tropezó en la calle con otro tipo que dicen que ha dicho que le han hecho un contrato indefinido después llevar diez años de contratos temporales. Uno de mi calle me ha dicho que las autoridades dicen que la cosa va bien, pero el peligro es que sólo sean casos aislados, y que se atisban de nuevo nubarrones en el horizonte económico.

Aunque no se lo crean, es verdad que conozco a varios que dicen que han cambiado de empresa para irse a otras donde van a cobrar más. A algunos les han hecho contratos indefinidos, algo inaudito en los tiempos que corren. Hacía años que a mis oídos no llegaban más que noticias de chicos y chicas que cambiaban de empresa continuamente, pero porque se les acababan los contratos basura, iban a la calle y, con suerte, encontraban otro empleo, aunque siempre cobrando menos. Iban de un contrato basura a otro que era una porquería. El mundo laboral lleva años de la basura a la porquería y del estercolero a la bazofia.

Hasta que de pronto, ¡ay! conoce uno a tipos que dicen que han dicho que han logrado mejorar sus contratos de trabajo. ¿O será que un dicho dice conocer a un contrato que dicen que ha mejorado un tipo? ¿O que un contrato conoce a un tipo que dicen que un trabajo ha mejorado un dicho? Acostumbrado a no recibir más que malas noticias, a uno le entra la duda de estar viviendo un sueño o una pesadilla, una ilusión o un espejismo. Le viene a la memoria el anuncio aquel de la ilusión de todas las noches con la ONCE y le asalta el temor de haberse convertido en un iluso. A ver si todo esto de las mejores condiciones laborales va a quedar en el sueño de una noche de verano, tórrida donde las haya, de aire irrespirable y grillos insomnes.

Pero no es un sueño. Llamo a la madre de uno de esos jóvenes afortunados y recibo la confirmación del acontecimiento. El chaval ganará bastante más que antes, va a poder viajar con cargo a la empresa, le retribuirán las horas extras y el contrato reflejará la realidad de la jornada completa que lleva diez años echando y no la mentirosa media jornada que ponía en su contrato anterior. Sigue uno buscando y tropieza con otros chicos y chicas, sobre todo con alta cualificación, que trabajan ahora en mejores condiciones. Hijos de amigos con años de paro o precariedad que hallan sosiego en el remanso de lo indefinido y en mejores salarios.

Sin embargo, eso no tiene un reflejo en las noticias. ¿Por qué será? Hurgo en los periódicos en busca de más indicios sobre el milagro. Extrañamente, las redes sociales callan el acontecimiento. Tampoco hay rastro en los telediarios. Indago en san Google. Nada por ninguna parte. No puede ser que algo así pase desapercibido, me digo. Tendría que haber quedado constancia en alguna parte, pero no aparece por ninguna. Lo único que sale es que falta mano de obra en la hostelería porque los jóvenes huyen de las malas condiciones que ofrece el sector: mucho trabajo y malos sueldos. ¿Tal vez huyan porque por primera vez albergan la esperanza de encontrar empleo en otros sectores en alza?

Es cierto que hay nubarrones en el horizonte del otoño que se avecina y que este pasado mes de julio se creó menos empleo que en junio, algo que no ocurría en veinte años, síntoma de una posible recaída. Pero también es cierto que en los dos últimos años se ha producido una mejora de las condiciones laborales en sectores tecnológicos y en pequeñas y mediana empresas. En ciudades como Barcelona y Madrid ha reaparecido el fenómeno del “fichaje” de profesionales con ofertas de altos salarios y algunas empresas se plantean hacerse más atractivas mediante la aplicación de la semana laboral de 34 horas, de lunes a jueves.  

Le entran a uno ganas de salir al balcón a proclamarlo a los cuatro vientos. Como hacíamos todos los días a las ocho cuando aquello del confinamiento. ¡Vecinos, ni es una ilusión ni soy un iluso! ¡Vuelven a existir los contratos que reflejan la realidad, mejoran las condiciones laborales y hasta pagan las horas extras! Un aplauso del vecindario, por favor. A ver si van a tener razón los que decían que no todo está perdido. Que esto es recuperable. A ver si el inminente otoño no viene como una ducha de agua fría.