Las encuestas echan humo. De hacerles caso, hemos de pensar que el pueblo andaluz, otrora progresista, se ha vuelto de repente de derechas, muy de derechas. Los lobos siberianos se acercan y nadie parece preocupado. Todo indica que el presidente Moreno va a ganar. Pero para gobernar tendrá que casarse con la extrema intolerancia, que quiere pasar por otra cosa, pero que es lo que es, fascismo vestido de domingo. No sé cómo nos lo montamos, pero España siempre “is diferent”. Aquí no se le hace ascos a nada. La derecha democrática pretende apoyarse y/o gobernar con los ultras ¿No sabe el PP que no se puede jugar al parchís con gánsteres? La intolerancia gana siempre, a no ser que se le combata, y eso por cierto, es lo que hacen en toda Europa.

Se empieza pactando el gobierno en Madrid (nunca había ocurrido esto hasta que llegó Vox al parlamento andaluz). Se le llama a Andalucía región (nunca se había llamado así, desde que existe la comunidad autónoma, que no nos regalaron). Se insulta la memoria de Blas Infante (asesinado por los hermanos ideológicos del partido verdoso). Se habla de maricones y bolleras, de rojos y moros, sudacas y negros, de tías que deberían dedicarse a “sus labores”, de “violencia intrafamiliar” en lugar de asesinatos machistas.

Este salto al siglo XIX, esta ideología garrula, propone el odio a todo lo que se menea, soluciona todo en dos minutos, con un dibujo escrito en una servilleta, sobre el pringoso mostrador de una tasca. Esta regresión programada se producirá si nadie lo remedia, con el apoyo de chavales y, aún más surrealista, con el apoyo de chavalas que votan por primera vez. Obreros y autónomos, que han procurado no enterarse de nada de lo que pasa en el mundo, pero que conocen al dedillo la clasificación de la liga del champiñón, engrosan las listas de votantes. Son los alegres humillados, masoquistas dispuestos a comprar y defender falacias.

¡Qué gusto da ser gregario y no tener que pensar en nada!  Ya no van de fachas los fachas. No desfilan a paso de oca, ni llevan ridículos bigotitos, ni portan banderas con pájaros imperiales, ni camisas azul ultramarino. Pero basta con rascar un poco con una uña y el fino baño democrático se descascarilla hasta el hueso. Ahora, de la mano de su líder Abascal I el Campeador, especialista en chiringuitos y mamandurrias, llega a casa, “el azote de los infieles”,  la representante del muchísimo y mucho más todavía, la Juana de Arco de Alicante. La “granadinísima” Macarena Olona con sus “ocho apellidos andaluces” (que la registren si sabe si hay vida al sur de Sierra Morena) va a venir a ponernos las cosas en su sitio. ¡Aleluya! Qué sería de nosotros sin las ideas que propone. Ojalá no tenga que hablar el año que viene de las tropelías que ejecute.

El Partido Popular está jugando con un producto altamente inflamable, que marcará el destino inmediato de nuestra tierra. Podemos salir ardiendo todos por un puñado de votos. No importa que a sus socios europeos no les guste tanta fogosidad, bailarán con el diablo con tal de pillar cacho ¿Entonces, quién parará a Atila, una vez que Ciudadanos acabe en la escombrera de la historia?

No parece que el PSOE tenga el apoyo suficiente. Menos mal que nos quedan todos los partidos a su izquierda. Se denominan la izquierda real, pero yo más bien los veo como la izquierda surrealista. Los del “Frente Andaluz Izquierdista”, no se ponen de acuerdo con la “Izquierda Andaluza Frentista”. Qué se puede esperar de una organización política incapaz de entregar un papel en el registro a tiempo. Dicen las lenguas de doble filo que fue Pablo Iglesias el que retrasó la firma y finalmente, aunque tarde, dio el visto bueno para cerrar la coalición. Un momento, ¿Pablo iglesias? Este no era el ex-líder, el ex-coletas, el ex-todo.

Pues sí, siempre según estas lenguas de acero inoxidable, aquí las decisiones sobre Andalucía se toman en Madrid, ya sea en Vox o en Podemos. Moreno dice que en el PP no. Somos menores de edad ¿Alguien se imagina que esto ocurriera en Cataluña? Andalucía, olvidada y humillada, le arrancó su autonomía a España, pagando un precio que ningún otro pueblo tuvo que pagar. Ahora quieren volver a manejarnos desde fuera. Quieren que volvamos a ser el sur obediente y bufón, de toreros y folclóricas, de señoritos y manijeros.

El monstruo se acerca. Ojalá reine el sentido común y los ciudadanos vayan a votar en masa. Ojalá la opción que gane no lo haga por el desdén de ciudadanos que se quedan en casa. O por la incompetencia e infantilismo de micro partidos de izquierda o porque la ignorancia haga que personas de bien voten a la tribu de Viriato.
Se acercan, vienen cargados de miseria.

“A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar”.
(Galope-1939, Rafael Alberti)