Andalucía se muestra sedienta tras una larga y prolongada sequía de 5 años. La actual empezó en 2017. Las lluvias que en estos días nos han regalado las nubes, nos hacen concebir esperanzas. Parece que se abre la veda para que las primeras lluvias otoñales, tan deseadas, calen en el campo y en las ciudades. Los olivareros conciben esperanzas de que mejore el estado de la aceituna en el árbol y aumenten las previsiones de cosecha, estimada en un 50 por ciento sobre una campaña normal. Aunque la situación actual es muy preocupante. Los embalses están bajo mínimos.

El agua embalsada, a fecha de 11 de octubre en Andalucía, era de 2.778 hm3. Es decir, un 23,27% de agua embalsada sobre el volumen total. La media de esa semana en los últimos 10 años fue de 6.038 hm3, un 50,57% de agua embalsada. La cuenca del Guadalquivir está al 19%, con 1.526 hm3; y la del Guadiana al 23,32%. Los embalses de Córdoba están al 14,3%; Jaén, al 18,%, con 1.233 hm3; el pantano del Tranco de Beas está al 20% de su capacidad total: Almería al 18,3%; Granada, al 26,50%; Cádiz, al  24,1% (El embalse de Zahara-El Gastor al 16%; el de Bornos, al 12%; el de Arcos, al 88%; el del Guadalcacín al 25,5%; el de Barbate al 13%; el de Celemín, al 14%), y los de Huelva y Sevilla, los mejor parados, 36% y 37,5%, respectivamente. Asaja estima las pérdidas en más de 8.000 millones de euros y una caída generalizada en la producción agrícola.

La campaña de la aceituna puede reducirse a la mitad de la prevista, aunque estas lluvias benefactoras pueden paliar algo la situación. La vendimia se ha adelantado en muchas zonas. En la D.O. Montilla Moriles comenzó en agosto, con una disminución de la cosecha en torno a un 25%. Ante las oleadas de calor de este verano como consecuencia del cambio climático, en Jerez, algunos viticultores comenzaron la vendimia a finales de julio. Atrás queda la tradición de comenzar avanzado setiembre, aunque la fiesta tradicional de la vendimia se celebró a primeros de setiembre, igual que en Montilla-Moriles.

En algunas zonas de España ya hay restricciones. Si no llueve bien en este otoño lo pasaremos mal, en el campo y en las ciudades. Estas últimas lluvias, no generalizadas, apenas se han notado y la forma brusca de caer originó muchos más daños que beneficios en zonas como Antequera, Marinaleda, Casariche y otros pueblos de la Sierra Sur de Sevilla. Muchos agricultores se plantean cambiar de cultivo. En Extremadura, según COAG, se ha reducido la superficie de arroz en un 90% y el tomate para industria se ha sustituido por girasol. En Lebrija se desestimó la campaña de tomate para industria ante la falta de agua. Los ganaderos temen por su futuro ante la falta de agua para los animales. En algunas zonas ganaderas, como el Andévalo de Huelva, el Valle de los Pedroches cordobés y la Sierra Norte de Sevilla, y en otras muchas partes de Andalucía, los ganaderos utilizan camiones-cisterna o acarrean agua en bidones hasta las explotaciones para saciar la sed de los animales.  

La disponibilidad del recurso agua será uno de lo problemas de este siglo, debido a la emergencia climática y ambiental. No entendemos el empeño de algunos en ampliar las zonas de regadío, cuando no hay agua. Las marismas de Doñana son un indicador. Pues bien, los científicos de la Estación Biológica están en modo alarma desde hace meses, porque la madre de las Marismas está seca, la laguna de Santa Olalla, que es un indicador del acuífero de Doñana, se ha  secado. El vado del Quema por donde transitan muchas hermandades camino del Rocío, está seco. Doñana está seca, tiene sed como toda Andalucía y está en peligro el ecosistema catalogado de Reserva de la Biosfera y Patrimonio de la Humanidad, con toda la avifauna que alberga.

Hay que extremar la eficiencia en el uso de agua en Doñana y su entorno, tanto en la agricultura como en las zonas veraniegas y turísticas. El intento de ampliación de las zonas de regadío para cultivos, como los berries en la corona norte de Doñana o en las costas de Almería, Málaga y Granada (invernaderos y subtropicales) es suicida, con los escenarios de falta de agua actuales. No hay agua disponible para tanta demanda. ¿Es tan difícil de entender? Esperanzadoras estas lluvias suaves que han llegado en los últimos días y que  parecen abrir la esperanza de este otoño hasta ahora sediento.  

La sostenibilidad y unos planes reales de conservación del recurso tienen que prevalecer sobre los intereses particulares y la codicia de algunos y me temo que de muchos. Y si vienen mal dadas, como es el caso actual, los alcaldes y alcaldesas ya han empezado a emitir bandos ordenando restricciones de agua potable y reservando su uso al consumo humano y para el mantenimiento de las industrias. Está prohibido el uso para el riego de jardines, tanto públicos como privados, llenado de piscinas, lavado de coches, etc.

No hay agua y se prevé ampliar las balsas mineras de residuos tóxicos de la empresa Atalaya en Riotinto que ya albergan 18 millones de metros cúbicos de residuos tóxicos. La Junta de Andalucía tiene en sus manos autorizar o no la  elevación de 42 metros sobre las balsas ya existentes. El Instituto Geológico y Minero pone reparos al proyecto. Esperemos que prevalezca el sentido común y la Junta no autorice esa barbaridad que me hace pensar en el desastre ambiental originado por la rotura de la balsa de las minas de Aznalcóllar en abril de 1998.  

La mesa social del agua mantuvo recientemente una reunión con el grupo parlamentario Por Andalucía en el Parlamento y ha pedido cambiar el enfoque de nuestro modelo hídrico, "ya que estamos en una situación de déficit estructural que tenemos que corregir. Este verano ha sido el más seco desde que hay registros en Andalucía y Europa, desde 1880, hace 142 años", señaló Antonio Aguilera, miembro de la mesa social, representando a la Fundación Savia. Aguilera compareció junto a la portavoz de Por Andalucía, Inmaculada Nieto y el eurodiputado de IU, Manu Pineda. Pineda señaló que la dirección general de Medio Ambiente de la UE se plantea una nueva denuncia ante el Tribunal de Justicia de la UE por el proyecto de ampliación de regadíos en el entorno de Doñana. La mesa social del agua está compuesta por 12 asociaciones agrarias, ecologistas y sociales, como CCOO, COAG, UPA, Facua, Aeopas, WWF, Greenpeace, Ecologistas en Acción, Fundación Savia, Fundación Nueva Cultura del Agua y Red Andaluza de la NCA.

La mesa social del agua viene denunciando que la emergencia climática y la crisis de seguridad hídrica obliga a replantearse el modelo de gestión en Andalucía y reclama el cumplimiento de la Directiva Marco del Agua, la recuperación del buen estado ecológico de los recursos hídricos, equilibrar las demandas y los consumos, una transición hídrica justa y sostenible ambiental y social, diagnóstico del abastecimiento urbano, incluir criterios de cohesión y justicia territorial, analizar y diagnosticar la dimensión del regadío y apoyar a las pequeñas y medianas explotaciones agrarias y ganaderas.

Sobre este tema, el Gobierno de España, en palabras del ministro de Agricultura, apuesta por el regadío sostenible para el futuro del sector agroalimentario y para propiciar el necesario relevo generacional. El ministerio ha anunciado que entre 2022 y 2027 se destinarán más de 2.100 millones de euros a la modernización de los regadíos. Si no hay relevo generacional y si no gestionamos de forma sostenida el uso y consumo del agua, ante escenarios futuros con escasez de agua y sequías severas, como consecuencia del cambio climático, el campo se nos irá muriendo poco a poco. Es nuestra obligación y responsabilidad mitigar esos efectos para que las futuras generaciones sigan disfrutando del campo y del desarrollo del potencial agroalimentario andaluz. Por eso, ante la escasez y la alarmante sequía, es urgente una buena gestión del agua, un bien escaso imprescindible para la vida. No seamos egoístas y pensemos en el futuro por el bien de nuestros nietos.