Este jueves se celebra el día de la Virgen del Rosario, patrona de Fuentes. Por escritura otorgada ante el escribano público Juan de Moya por el «cura de la Iglesia mayor de la villa de Fuentes y mayordomo de la Fábrica de ella» Juan Caro, en virtud de licencia del provisor y vicario general del arzobispado de Sevilla, el 9 de junio de 1573 don Álvaro de Fuentes y Guzmán, señor de Fuentes, obtuvo licencia para levantar bajo su mecenazgo una capilla dedicada a la advocación mariana del Santo Rosario, con tribuna propia abierta hacia la capilla mayor, desde donde la familia del señor asistía a las celebraciones litúrgicas.

Este dato corrobora la presencia de la advocación del Rosario en Fuentes desde la segunda mitad del siglo XVI, estimándose la creación de la cofradía del Rosario en fechas posteriores a la construcción de la capilla.

El profesor Romero Mensaque ha contabilizado en sus estudios el culto documentado al Rosario en 81 pueblos de la provincia de Sevilla, en el que por fecha de aparición aproximada Fuentes (1573) ocupa el séptimo lugar en antigüedad detrás de Écija (1518), Carmona (1522), Burguillos (1547-1549), Castilleja de la Cuesta (1550), Osuna (1552-1554) y Utrera (1562).

Junto con la propia Orden de Predicadores, la devoción al Rosario fue muy fomentada a lo largo de todo el siglo XVII por los arzobispos hispalenses e incluso a nivel real, pues en 1655 Felipe IV promulga un edicto por el que hace un llamamiento a los obispos para la promoción de esta práctica devocional en sus respectivas diócesis, así como el Papa Inocencio XI en 1679 confirma las muchas gracias e indulgencias que desde el siglo XV habían sido concedidas a las cofradías del Rosario y todos sus cofrades.

En el caso de la cofradía fontaniega, el 27 de agosto de 1672 el fraile dominico Tomás Ruiz, lector de Teología del Convento de Santo Domingo de Málaga, por comisión que tuvo de fray Tomás de la Reina, prior de San Pedro Mártir de Marchena, se personó en Fuentes para renovar la citada cofradía del Santo Rosario. En este acto, en presencia del clero y varias personas de todas clases y estados, le hizo entrega a los cofrades de las constituciones propias de las cofradías dominicas, dejando constancia de que anualmente el mayordomo de la cofradía tenía que presentar sus libros de matrícula de hermanos al prior del convento dominico de Marchena, por ser el más cercano de la Orden de Predicadores, para la aprobación por parte de éste.

Años más tarde, el 8 de junio de 1687, volvió de nuevo fray Tomás Ruiz a Fuentes, esta vez con facultades de fray Manuel de Santo Tomás, vicario general y padre provincial de la orden, al mismo efecto de renovar la cofradía. Según consta en las constituciones otorgadas, los cofrades tenían la obligación, para poder ganar las gracias e indulgencias concedidas, de rezar semanalmente los quince misterios del Santo Rosario y dar de limosna lo que buenamente pudiera para contribuir al aumento y fiestas de la cofradía.  

El fenómeno rosariano constituye en Andalucía mucho más que la devoción mariana por antonomasia o la iconografía más repetida en los templos, ya que implica toda una estructura socio-religiosa que marcó la vida de los fieles desde el siglo XVI hasta la primera mitad del siglo XX.

Ciertamente el Santo Rosario nace como oración vocal y mental que se concreta en un instrumento de cuentas, y que pronto se hace palpable en las representaciones de las imágenes de la Virgen con esta advocación, en las cofradías y hermandades y sobre todo en el fenómeno específico de la religiosidad popular en que se convierte desde finales del siglo XVII a través de los Rosarios públicos o callejeros.

El rezo y devoción al Rosario tienen su origen universal en los ambientes monásticos de monjes cartujos y frailes dominicos en plena Edad Media, aunque no se consolida hasta la primera mitad del siglo XV.

En el caso concreto de Sevilla, los inicios están vinculados a los conventos de la Orden de Predicadores (Dominicos) donde desde 1479 se instituyen formalmente las denominadas Cofradías del Rosario, corporaciones dependientes de la orden dedicadas al ejercicio de esta oración y culto a la Virgen, establecidas en las iglesias de los cenobios dominicanos o bien, en la parroquia mayor de cada ciudad o pueblo e incluso en templos pertenecientes a otras congregaciones religiosas, siempre con licencia expresa de la jerarquía de la Orden de Predicadores.

Con el Papa Pío V el Rosario adquiere una difusión universal, que la historiografía ha relacionado con la Batalla Naval de Lepanto (1571) en que la gran victoria de la Armada cristiana sobre el ejército Turco fue atribuida a la milagrosa intervención de la Virgen del Rosario. El hecho fue que en 1573 el Papa Gregorio XIII expidió un Breve estableciendo el primer domingo de octubre como festividad de la Virgen del Rosario a celebrar en aquellos lugares donde hubiera altar o capilla dedicada a esta advocación.