Viajé este pasado fin de semana a Montemayor, pueblo de la provincia de Córdoba que tiene un hermoso castillo, un casino decimonónico, un centro de participación activa de personas mayores luminoso, abierto y lleno de actividad, junto con la casa de la cultura y museo arqueológico que sorprenden grata y admirablemente. Lo verdaderamente admirable es que durante los días que permaneces en el pueblo se desarrollan unas jornadas de arte contemporáneo cuyas obras permanecerán en las calles de pueblo una vez terminadas las jornadas, igual que las enseñanzas que transmiten, cuyo tema central son las Misiones Pedagógicas de la II República.
Parecerá un cóctel extraño, pero nada más lejos de la realidad. Veamos antecedentes: desde hace diez años se vienen realizando las jornadas de arte, contemporáneo Artsur, una vez en la Victoria, otras en algún otro pueblo de Córdoba vecino del anterior y, desde hacer varios años, en Montemayor.

Las jornadas se llevan a cabo gracias al entusiasmo de un grupo de voluntarios y voluntarias incansables y la ayuda de ayuntamiento, Diputación, agrupaciones y entidades culturales. Cada año se elige un tema como eje vertebral de las mismas y este año ha sido las mencionadas Misiones Pedagógicas. Artistas de arte  urbano, muralistas, pintoras,  escultores como Antonio Cobo y Guadalupe Martín, de Escuela Ambulante, Virginia Bersabé, Nils-Udo, Belén Orta, José María Serrano, Felicia Puerta, Javier Torres, músicos, poetas del cante y de nuestras raíces, como Antonio Manuel, han ido desgranando su arte, su tiempo su imaginación y su generosidad  por las calles y espacios de Montemayor, tejiendo un telar invisible que va enseñando a la vez que divirtiendo con el mismo espíritu que las Misiones Pedagógicas, todo va cobrando sentido.

Es una gozada escuchar a una artista, profesora de bellas artes de la universidad de Valencia hablar de su pintura, sobre cuál es el significado del arte abstracto, qué pretende ella con su exposición. Te hace vibrar la sensibilidad la joven Virginia al contar cómo surgió el hacer murales con mujeres viejas andaluzas y sabia. Las emociones se acumulan al andar por el laberinto de hierro, cual Ícaro en busca del minotauro, buscando nuestra identidad y el sentido de la vida. O en plena naturaleza asistir a una clase magistral de cómo se va creando una escultura, a la vez que el escultor la realiza para después dejarla allí embelleciendo el paisaje, humanizándolo.

El coordinador de exposiciones de la Residencia de Estudiantes y Natalia Pintado, nieta de Sidonio Pintado maestro fusilado en el 39 y colaborador de las colonias escolares, narran el origen de las  Misiones, inspiradas en la Institución Libre de Enseñanza; de las bibliotecas que crearon en pueblos olvidados, de cómo llevaban el teatro, el cine y las copias de obras del museo del Prado  a los rincones más alejados para que la cultura y al belleza formaran parte de la vida de mujeres, hombres, niñas y niños que por vivir en aldeas y pueblos donde se les había negado el derecho a la cultura difusa como decía Manuel Bartolomé Cossío, presidente del patronato de las Misiones Pedagógicas y a cualquier cultura.

Más de 600 maestras y maestros, intelectuales, poetas, músicos, cineastas, filosofas: Luis Cernuda, María Zambrano, García Lorca, María Moliner, Alejandro Casona, José Val del Omar, Pedro Salinas y tantas y tantos otros. Cada cual se ocupaba de lo que mejor sabía hacer, sin jefes, sin jerarquías, solo con el afán de hacer llegar la cultura, la belleza y el saber a las personas olvidadas. Fueron más de 7.000 pueblos los que tuvieron la oportunidad de vivir aquella maravillosa atopía hecha realidad.
Decía Bartolomé Cossío “Dadme un buen maestro y él improvisará el local de la escuela, si faltase el material él lo inventará, él hará que la asistencia sea perfecta”. Le pregunté a los ponentes sobre las Misiones en la campiña sevillana, pero no disponían en esos momentos de los datos, aunque sí me aseguraron que hubo muchas intervenciones. Me dejaron su correo para seguir en contacto y prometieron mandar información.