El actual Hogar del Pensionista fue en tiempos recientes escuela para niños, cárcel en la Guerra Civil y Centro de Estudios Libre Adoptado, donde los jóvenes fontaniegos estudiaban Bachillerato. La fachada del Pósito posee una decoración de grandes pilastras con elementos toscanos realizadas en ladrillo y pintadas de rojo, que destacan sobre la superficie lisa y blanca del resto del edificio. Está dividida en cinco porciones desiguales por las pilastras toscanas. En las dos más amplias se abren sendas puertas gemelas para el acceso a las dependencias del Pósito y la carnicería. Ambas están enmarcadas en dos pilastras que sostienen un entablamento, cuya clave se adorna con un hermoso colgante pinjante.

Cada puerta está rematada por un frontón partido, cuya parte central se eleva a modo de templete curvilíneo. Este elemento altera la sobria composición de la fachada que junto a los adornos de la portada, en forma de jarrones, la dotan de atractivo dinamismo. Las otras dos porciones, similares en su amplitud, están ocupadas por sendas ventanas y la que es desigual se sitúa al final de la fachada. La fachada posee un friso con una inscripción y rematada por elementos restaurados recientemente. El vestíbulo se cubre con bóveda nerviada confluyendo los nervios en un pilar central.

El Pósito era originalmente un depósito de cereal de carácter municipal, cuya función primordial consistía en almacenar el trigo de cada recolección para luego venderlo en condiciones módicas a los agricultores más necesitados para que pudieran realizar sus cosechas o molerlo en los molinos locales para que los panaderos tuvieran suficiente harina con la que poder hacer el pan en tiempos de crisis agrícolas y así evitar una subida desorbitada de este producto básico.

El origen de estos graneros se remonta hasta los egipcios. Según la Biblia, siendo el patriarca José, hijo de Jacob, Gobernador de Egipto, mandó construir graneros para almacenar el trigo en los siete años de abundancia para tener el suficiente en los siete años de esterilidad. También los romanos hicieron almacenes de trigo para que no escasease en los años de malas cosechas y así evitar que el pueblo se rebelase contra el poder por la falta de este alimento básico.

En Castilla empezaron a establecerse en las ciudades y villas por convenios entre los vecinos o fundaciones de personas caritativas. El cardenal Cisneros comenzó a fundar esta institución del pósito en Toledo, Alcalá de Henares, Torrelaguna y otros lugares de Castilla. Posteriormente se extendieron por todo el reino y se establecieron por ley en todos los pueblos bajo el gobierno y administración de una junta formada por el corregidor, el alcalde mayor o el ordinario, un regidor, el procurador síndico del común y un depositario, con asistencia de un escribano elegido por el ayuntamiento.

El Pósito de Fuentes, creado como la mayoría para precaverse de las malas cosechas, del acaparamiento y los altos precios, no tenía casa propia y almacenaba el trigo en las cámaras de las casas palacio de los marqueses o en las de los vecinos, por las que el Concejo debía pagar un arrendamiento anual. Esto originaba un gasto permanente que había que aumentar al precio del trigo que se prestaba y exponerlo a posibles deterioros que sufrían los granos, pues las condiciones de las cámaras disponibles no eran las más idóneas en algunos casos.

Esto propició a que el Concejo tomase la decisión de comprar unas casas para poder construir en ellas el edificio del Pósito y que, además, tuviese dependencias para las carnicerías, en donde se repartía el otro alimento básico en la alimentación de la población, la carne. Así, en el Cabildo del 17 de marzo de 1597 se tomó el acuerdo de comprar unas casas en la calle Mayor, propiedad de Juan Martín Triana y su yerno, para hacer carnicería, pescadería y Pósito y que, según la tasación de los maestros alarifes, valían 1.268 reales de la época.

La preocupación por mantener y conservar el edificio del Pósito va a ser una constante entre los capitulares de la villa. No se puede olvidar la importancia de esta institución en la vida económica de la villa, prestando trigo a los agricultores o dándolo para panadear a los panaderos a fin de evitar en lo posible las hambrunas que en aquellos tiempos azotaban periódicamente las tierras del reino de Sevilla. Por ello, a finales del Siglo XVI, el Cabildo había comprado unas casas en la calle Mayor para construir en ellas el Pósito y la carnicería, a fin de evitar el tener que arrendar cámaras y graneros en las casas de los vecinos y subsanar los perjuicios que esta situación acarreaba, tanto en la custodia del trigo como en su conservación perfecta para el consumo o la siembra, alejándolo de las enfermedades y plagas.

Hacia mediados del Siglo XVIII, en 1736, el Cabildo adoptó la resolución de ampliar las cámaras del Pósito y para ello acuerdó comprar una casa que lindaba con él y que pertenecía al convento de San Juan de Dios de la ciudad de Écija por un valor de 1.100 reales de vellón, que se obtendrían del arrendamiento de las tierras de las Siete Encinillas. Para reconocer el edificio, que amenaza ruina y estaba en muy malas condiciones para albergar el trigo, se les pidió a los alarifes locales que lo visitasen y diesen su parecer sobre el estado y la intervención que necesitase hacer a fin de ponerlo en las condiciones más óptimas para su cometido. A este reconocimiento acudió, entre otros, el maestro alarife Juan Ruiz Florindo.

Al año siguiente, una de las tres piezas que componían los graneros del Pósito, concretamente la situada encima del matadero, se había hundido y las que estaban sobre la carnicería necesitaban muchas reparaciones para poder recoger el trigo. Por ello, se acordó hacerles los arreglos oportunos, pero, viendo que la reparación del matadero iba a ser muy costosa y, además, como estaba en el centro de la villa, era muy peligroso a la hora de traer las reses que sacrificar para el abasto de las carnicería, se tomó la decisión de hacer uno nuevo al final de la calle Mayor, junto a la huerta, encargándole la obra a Juan Ruiz Florindo. Para sufragar los gastos se tomaron los maravedís producidos por el arbitrio de 150 fanegas de tierra de las Siete Encinillas, así como los 24.000 ladrillos que dicho arbitrio poseía y que estaban en poder del Concejo.

Al no tener edificio propio el Pósito tenía que arrendar trece o más cámaras a los vecinos de la villa y ello suponía unas pérdidas para la institución: unos 1.600 reales de alquiler, la pérdida de varias fanegas de trigo por las humedades y agua de lluvia que le afectaban, valor de las llaves, candados y demás útiles usados en la seguridad del mismo. Todo lo cual suponía unas 20 o 30 fanegas de trigo de pérdidas anuales. En el Cabildo del 25 de mayo de 1746 se tomó el acuerdo, una vez obtenida la licencia oportuna del asistente de la ciudad de Sevilla, juez privativo de los Pósitos y tener en las arcas del depositario unos 70.000 reales de las diferentes ventas de trigo, de encargar a Jerónimo Moreno, maestro de albañilería y a Bartolomé Naranjo, maestro de carpintería, que reconociesen el sitio donde se había de formar dicho Pósito.

Tenía el Pósito una cabida de 15.000 fanegas de trigo y declarasen las circunstancias que había de tener su formación: grosor de los cimientos y su fondo y el de las paredes, materiales que se han de usar, opinión de si la cubierta ha de hacerse con  bóveda o con cuarterones, los cañones que ha de tener la techumbre, las maderas necesarias para sus puertas y otros lugares, herraje que se necesitar y demás circunstancias que tuviesen por conveniente exponer para mayor conservación y seguridad del caudal. Con esta decisión se va a hacer el edificio del Pósito para que pueda servir de depósito para todo el trigo que la villa necesitaba y centralizar su gestión permitiendo que el diputado y el depositario del mismo pudieran realizar una vigilancia más exhaustiva de los caudales que en él hubiera.

Como todas las obras no son eternas y están sometidas al deterioro conforme pasa el tiempo por ellas, en el 1790, 44 años después de haber sido construido, el edificio tiene que ser sometido a una nueva intervención, consistente en la restauración del Pósito y de la carnicería debido a una “raja que había abierto el cielo raso del cañón que está a la derecha de la entrada de dicho Pósito y pared que cae al corral de la carnicería” por la que se introducía agua y se mandó hacer un reconocimiento del estado del Pósito a Alonso Ruiz Florindo de Carmona.

Tras el reconocimiento oportuno, practicadas las necesarias diligencias ante el superintendente general de Pósito de Madrid, se realizó la obra de reparación, dándole el estado en que hoy está, tanto al techadero del Pósito como a la carnicería y reformándose el granero alto, importando dicha obra 82.546 reales y 31 maravedís. (En la fachada del edificio hay un escudo de armas del rey con dos castillos y dos leones y una placa que dice “Se hizo esta obra siendo Corregidor de la villa el Licenciado D. Miguel de Padilla Infante y se construyó por el maestro Alonso Ruiz Florindo de Carmona, Año MDCCXC”).