Aconteció que Dios hizo al hombre y lo llamó Adán, vio que estaba solo y creo la primera mujer y la llamó Lilit.

Lilit, desde el principio dio problemas a su creador y al pobre Adán, al que Dios le había prometido una compañera que le obedecería en todo y le haría sentirse fuerte. No obedeció la orden de sumisión Lilit. Muy al contrario, pretendió gozar de la vida, del sexo y el erotismo igual que su compañero Adán, al que no le reconocía superioridad moral ni física ni inteligencia por encima de la suya. Entonces, Dios montó en colera, como sólo el dios de Israel sabe hacerlo, contra aquella criatura rebelde y la expulsó del paraíso. Desde entonces vaga por los márgenes de la historia, con largos cabellos y alas. Unas veces con rostro de mujer y cuerpo de serpiente, otras.

Pasados unos días, Adán le pidió a Dios que le creara otra compañera porque se aburría solo y no tenía a nadie que le obedeciera y que le hiciera sentir un ser superior, algo parecido al Dios que lo había creado. Necesitaba sentir que era el rey de la creación porque así se lo había dicho el Dios iracundo que había expulsado a Lilit de su lado. Accedió Dios al deseo de Adán, pero como andaba reticente porque Lilit que no le había salido bien, le advirtió con estas palabras: Voy a crearte otra compañera, a ver si esta vez sale mejor, le pondré un espía llamado ángel de la guarda y si tu compañera no se somete, se le castigará por rebelde y mala mujer. A ti se te castigará con ella, así que procura atarla corta y demostrarle desde el primer día quién manda en el paraíso. Así fue como Dios creo a Eva de una costilla de Adán para dejar claro que era inferior al ser del que cual había salido. Esta vez no podía salir mal.

Al principio todo fue tal y como Dios y Adán habían acordado. Eva era sumisa, complaciente y admiraba a su compañero. Pero he aquí que le dio por pensar. Poco a poco fue desarrollando un pensamiento crítico que le proporcionaba un placer distinto a todo lo que hasta el momento había conocido. Comenzó a no obedecer las órdenes de su compañero, fue cuestionándose cosas que antes las veía naturales. Ella no tenía por qué estar bajo Adán, ni siquiera cuando yacían juntos. Una tarde que paseaba pensativa por el jardín del Edén vio a lo lejos un ser extraño, se parecía al ángel aquel que Dios le enviaba de vez en cuando, muy de vez en cuando, para observa si su comportamiento era el adecuado y al que no podía ni ver.

Cuando fue acercándose comprobó que era una mujer alada que poco a poco fue transformándose en una serpiente hermosa cuyas escamas brillaban al sol y que le habló con voz suave, acariciante, diciéndole que no tenía por qué obedecer, que era libre y un ser humano igual que su compañero. No estaba escrito que tuviera que estar bajo la protección y el vasallaje de Adán ni de Dios. Hace tiempo que me vienen pensamientos extraños, contestó Eva, y creo que me iré a conocer el mundo que tiene que existir fuera de este jardín. Quiero ser yo misma, sin Dios ni compañero. Quiero saber qué se siente al ser libre y encontrar mi camino.

El ángel espía andaba cerca y escuchó la conversación de Eva con el ser maravilloso. Raudo fue con el cuento a su señor Dios. Este montó una vez más en colera y se personó en el paraíso con una espada de fuego que le cedió al ángel que era muy obediente, con el objeto de que fuera éste el que expulsará a Eva del paraíso por pensar y ser una rebelde al igual que Lilit. Adán se enfadó mucho con Eva porque él también tuvo que abandonar el paraíso. No se le ocurrió enfadarse con Dios y castigó a su compañera durante toda su vida, culpándola de todos los males que les acontecían.

El resto de la historia ya la conocéis: el patriarcado nos hizo creer que Eva y, por ende, la mujer es la culpable de todos los males de la humanidad. Cada mitología, cada religión, cada historia inventada nos ha ninguneado cuando no maltratado, cuestionando incluso nuestra humanidad, negándonos la igualdad. Sin embargo, las mujeres hemos sabido quiénes eran Lilit y Eva, quiénes somos y qué representamos. Es imparable nuestra revolución. No hay marcha atrás y al que no quiera reconocerlo, la Historia le enseñará que no hay posibilidad de volver atrás. Sin embargo, tenemos que estar aletas porque nubes negras se asoman por el horizonte. Samos rebeldes como lo fueron Lilit y Eva