José Jaime Ayora Ruiz tiene 37 años, de los cuales lleva ya 14 en Innsbruck, región del Tirol (Austria) a la que se fue por amor. Casi media vida fuera de Fuentes. Trabaja en una empresa de venta de recambios de coches. Amante del deporte, dedica su tiempo libre a entrenar a un equipo de chavales (infantiles). Practica senderismo por los Alpes, juega al futbol sala, al tenis, hace bicicleta de montaña... Todo un ejemplo de deportista. Innsbruck es una ciudad en los Alpes que ha sido durante mucho tiempo un destino para la práctica de deportes de invierno. En sus instalaciones se han celebrados dos olimpiadas de invierno. También es conocida por su arquitectura imperial y moderna. El funicular de Nordkette sale del centro de la ciudad y lleva a montañas de hasta 2.256 metros, donde se practica el esquí en invierno y el montañismo durante los meses cálidos.
P.- ¿Qué tal te va por Austria?
R.- Bien, trabajo 40 horas semanales y tengo 25 días de vacaciones que los aprovecho para venir a Fuentes, aunque ahora con el dichoso virus llevaba dos años sin venir. Siempre he venido dos veces al año y por fin estoy de nuevo aquí. He venido con mi novia, Marsci, una austro-húngara que está encantada con el pueblo y dice que no quiere irse. Allí estoy muy aclimatado, pero también es verdad que echo de menos a la familia, a mis padres y los buenos ratos que se echa con los amigos y, por supuesto, el carnaval, que me encanta.
P.-¿Te has planteado volver?
R.- Volver de momento no, no me lo he planteado porque allí estoy muy a gusto. En un futuro no sé… pero de momento, no. Por cierto que allí sigo vuestro periódico y se lo enseño a mis amigos. Les gusta mucho la idea de que sea el protagonista de una de tus entrevistas. A los que estamos fuera nos gusta enterarnos de lo que pasa en Fuentes y estoy al día gracias a vosotros y a mis amigos, con los que no he dejado de estar en contacto.
P.- ¿Hay mucha diferencia de vivir en Austria a vivir en Fuentes?
R.- La verdad es que yo me quise adaptar a aquel país desde el primer momento y no veo diferencia. Allí durante 7 u 8 meses hay una temperatura entre 15 y 30 grados y se hace mucha vida en la calle. Es un tópico eso de que allí siempre hace mucho frío. En verano, lo mismo que en España, hace mucho calor. Es el corazón de los Alpes, donde puedo hacer ciclismo de montaña y grandes caminatas. En todas las montañas hay un restaurante donde puedes tomar algo y reponer fuerzas. En las montañas es verdad que hace frío en invierno, pero te pones ropa adecuada y ya está. Por lo demás, todo es igual: los centros comerciales están llenos, el centro, las terrazas... Todo lleno igual que en España.
P.- ¿Cómo son los austriacos?
R.- Por mi carácter conozco a muchísima gente y no me costó trabajo hacer amigos, aunque gente mala hay en todos lados y muy buenas también me he encontrado. Han ido españoles que no han sabido adaptarse porque ponían pegas por todo, especialmente por el frío, y se marcharon pronto. En cambio, dos años después de llegar conseguí que pareciera que llevaba allí toda la vida. O sea, que he conseguido que aquello fuera como si estuviera en Fuentes.
P.- Hombre, igual que Fuentes no será...
R.- La verdad es que a los españoles nos miran bien, pero como discutas con ellos dicen que ahí sacamos el carácter español... Es el sambenito que nos cuelga, tanto a los españoles como los italianos y a los latinoamericanos. El genio latino. La zona en la que estoy está llena de estudiantes alemanes y del norte de Italia. Unos se enamoran o encuentran y se quedan. También hay gente refugiada de la guerra de los Balcanes, muchos yugoeslavos y muchos turcos. Como ves hay muchas culturas juntas. Los turcos sobre todo no hacen por integrarse y los yugoeslavos son muy suyos y tienen mal carácter. Después de los alemanes ,en un segundo escalón, están los austriacos, los italianos, los españoles y sudamericanos. La verdad es que gracias al fútbol conozco a mucha gente y los españoles tenemos muy buena fama. Ten en cuenta que entre el 50 y el 60 por ciento de la población habla español.
P.- La mitad de la población de Innsbruck habla español?
R.- Sí, sí. Es gente que habla tres y cuatro idiomas. Muchos veranean en Mallorca. Innsbruck tiene 130.000 habitantes. Todo el mundo habla alemán, inglés y muchos también italiano o francés. El español es muy popular. Fíjate que cuando los telediarios dan el tiempo incluyen la previsión de Austria y la de Mallorca. Aquello es como la ONU. Tengo un amigo, Elías, compañero entrenador del equipo infantil, cuyo padre es austriaco, la madre es peruana y el abuelo, húngaro. Mi pareja es húngara. Eso es lo que hay allí.
P.- ¿Te ves como uno de aquellos emigrantes de los años 60 que salieron de Fuentes a buscar trabajo?
R.- No, hay mucha diferencia. Me siento un emigrante moderno. Yo emigré por amor. En 2007 conocí en a una chica austriaca que tenía una beca Erasmus, nos hicimos novios y cuando tuvo que irse decidí viajar con ella. Luego, la historia con ella se acabó, pero yo estaba aclimatado a aquello, por lo que decidí quedarme. Los emigrantes de antes tenían una causa casi única, que era encontrar trabajo. Los emigrantes actuales nos movemos por muchas causas diferentes, entre las que está también la necesidad de encontrar trabajo. Pero hay muchos que emigran para salir de casa de los padres, por amor, por aventura, por curiosidad...
P.- Los emigrantes "clásicos" ascendían de estatus económico y social. ¿Los modernos también?
R.- Al principio, los emigrantes actuales tienen que bajar sus expectativas. Allí encuentras arquitectos o ingenieros trabajando de camareros. Con el tiempo, si aprenden el idioma, pueden encontrar trabajo de lo suyo. Mi amigo Iñaqui, de padre extremeño y madre catalana, es arquitecto pero trabaja en un almacén de mercancía del aeropuerto. Otra diferencia de los emigrantes modernos es que no nos vemos obligados a perder el contacto con el pueblo. Gracias a internet, yo estoy en permanente comunicación con mi familia y mis amigos. En ese sentido, la distancia entre Austria y Fuentes es mucho más pequeña que cuando sólo había la posibilidad de escribir una carta de vez en cuando.
P.- ¿Eso también significa que no te desenganchas de orígenes.
R.- Ya he dicho que mi decisión era integrarme plenamente, pero sin perder mis raíces. No estoy dispuesto a perder mi habla andaluza, de la que estoy muy orgulloso. Sé que vivo allí y tengo que vivir como al gente de allí, aunque no renuncio ni a una pizca de mi alma fontaniega. Otros llevan fuera seis meses y parece que se han criado en Valladolid.
P.- Para terminar, que les dirías a la gente de Fuentes?
R.- Que en mi corazón y en mi mente está siempre mi pueblo y que cada vez que vengo intento disfrutar de cada segundo con mi familia, con mis amigos y con toda la gente de Fuentes. Cuando allí me preguntan de donde soy les digo, muy orgulloso, que de ¡FUENTES DE ANDALUCIA!