Una comitiva sale del ayuntamiento y se dirige a un tablado levantado en medio de la barrera del palacio. Es domingo 27 de septiembre de 1812. Va camino del solemne acto que se va a celebrar. La comitiva está compuesta por el juez de primera instancia, José Bravo Torres, y el cabildo del ayuntamiento en pleno, bajo la presidencia del alcalde primero, Francisco de Paula Soane Rodríguez. En la plaza, repleta de vecinos convocados por medio de edictos, pregones y el tañido de las campanas, los fontaniegos asisten al acto.

Una vez que la comitiva de personalidades llega al tablado, el secretario del ayuntamiento, Francisco Simeón González, sube al estrado, abre un ejemplar de la Constitución de 1812 y con voz potente va leyendo el texto. Al término de dicha lectura, los asistentes emiten en voz alta su juramento de acatarla, obedecerla y cumplirla, como norma suprema del Estado. Tras ello, las autoridades proceden a descubrir una placa conmemorativa del acto. Aquel lugar pasa a denominarse en adelante Plaza de la Constitución.

Para llegar a este momento los españoles habían tenido que vivir algunos importantes y turbulentos cambios en la vida política del país: la renuncia del rey Carlos IV en su hijo Fernando y la de éste en Napoleón, el nombramiento de José I Bonaparte como rey de las Españas, la invasión de las tierras españolas por el ejército francés,  la sublevación del pueblo madrileño frente al invasor y la resistencia de los españoles con su ejército o con las guerrillas, para arrojarlos del país.

La ocupación de las tierras de España por los franceses, que se va haciendo progresiva de Norte a Sur,  va a influir en la vida local de muchos pueblos, bien porque sus justicias van a tener que verse sometidos a las decisiones del invasor, bien porque los señores de su jurisdicción tienen su residencia en lugares ya ocupados. Este es el caso de la villa de Fuentes, en la que no pueden ser renovados sus oficios porque la marquesa de la villa reside en Madrid, que ya ha sido ocupada por las tropas francesas. De ahí que las justicias locales nombradas para el año 1808 se dirigiesen a la real audiencia de Sevilla para que la junta central suprema, en nombre del Rey Fernando VII, nombrase a los componentes de la corporación municipal para el año 1809.

Las tropas francesas fueron desplazándose hacia el sur, lo mismo que hacía la junta central suprema, depositaria de la legalidad monárquica española. Así, entre el 25 de enero de 1810, que entran los franceses en la vecina Écija, y el 29 del mismo mes que ocupan Carmona, la campiña sevillana entre estas dos poblaciones queda en poder de los franceses. Los pueblos de la comarca, La Luisiana y Fuentes de Andalucía, quedaron también bajo el dominio francés. Aunque Écija fue adscrita a la prefectura de Córdoba, Fuentes lo fue a la de Sevilla, a cuya provincia pertenecía. La ocupación de Sevilla el día 1 de febrero del mismo año propició que la administración francesa fuera desplazando a la española y así se creó la prefectura de Sevilla, que era la encargada ahora de organizar la administración provincial y local.

El rey José I Bonaparte, hermano de Napoleón, a quien el pueblo español le puso el sobrenombre de Pepe Botella, viajó en 1810 a Andalucía, pernoctando en su primer viaje en Écija el día 29 de enero y el día 30 pasó por los territorios de la Monclova y Fuentes, llegando a Carmona, donde se alojó.

Nuestro ayuntamiento juró obediencia y fidelidad a José I y a la Constitución del reino (la llamada Constitución de Bayona) el día 8 de marzo de 1810 en las casas capitulares de la villa. En este acto estuvieron presentes las justicias del concejo, el licenciado Ruperto de Orozco, abogado de los reales consejos, corregidor y único juez ordinario; Francisco García Pérez, alguacil mayor; Pablo Escalera y Cuentas, Agustín de Partearroyo y Antonio Rodríguez Muñoz, regidores; Bartolomé Ruiz Pilares, síndico procurador general, y también Fernando Sánchez de Vargas, cura propio de la parroquial de esta villa. Para evitar posibles represalias, en el acta de dicho juramento, que había de ser enviada al corregidor de Écija, se hizo constar que habían dejado de asistir José Peñaranda y Sevilla, regidor, que se hallaba ausente de la villa desde el 9 de noviembre pasado; Cristóbal Martín Hornillo y Lora y Mateo de los Reyes y Montenegro, curas de la citada parroquial, el primero por hallarse postrado en cama y el segundo por estar enfermo en el Puerto de Santa María.

La prefectura de Sevilla emitió una orden el 24 de noviembre de dicho año para proceder a la elección de las justicias de las ciudades, pueblos y villas para que desde primeros del año próximo, es decir el año 1811, ejercieran la jurisdicción los regidores nombrados, según recogía la constitución de Bayona, de ideas liberales. Para ello las justicias se elegirían por el voto de todos los ciudadanos y en nuestro pueblo fueron elegidos por este procedimiento como corregidor, Pablo de Escalera y Cuentas; como alcaldes, Fernando Aguilar y Andrés del Corral; como regidores, Martín Armero, Alonso Peñaranda y Rueda, José Galindo y Lora, José Sánchez, Francisco Pilares, y Francisco Hidalgo Reyes; como alguacil mayor, José Beltrán, y como síndico procurador general, José Adalid de la Torre.

Mientras toda España estaba invadida por los ejércitos franceses y Cádiz era bombardea, como única ciudad libre, se reúnen en ella, los miembros de la regencia, y diputados llegados desde todas las provincias, incluso la de ultramar, en un total de 100 de los que 30 representaban a las provincias de las Indias. El trabajo principal de estas  Cortes fue la elaboración de una Constitución de signo liberal con el reconocimiento de la soberanía nacional, el sufragio universal y una amplia gama de derechos de los ciudadanos, entre los que destacaban la igualdad ante la ley y la libertad de imprenta.

Esta Constitución fue la que juró el pueblo de Fuentes el día 27 de septiembre de 1812 y, para celebrarlo, el ayuntamiento abrió una suscripción popular con el fin de hacer una novillada en la que pudieran participar los mozos del pueblo.

Dos días después se procedió a hacer un acto religioso para pedir de nuevo el juramento al pueblo asistente a la iglesia. La misa cantada fue presidida por el ayuntamiento, el juez y el vicario general. En el ofertorio, el secretario del ayuntamiento leyó el contenido de la Constitución. Al finalizar la misa subieron al presbiterio el juez con un ejemplar de la Constitución y el vicario con el libro de los evangelios y dirigiéndose a los allí reunidos, que casi llenaban la iglesia, dijo el juez: “Ciudadanos de la villa de Fuentes, juráis por Dios y por los Santos Evangelios guardar la Constitución política de la monarquía española, sancionada por las cortes generales y extraordinarias de la nación y ser fieles al Rey”. Los concurrentes dijeron "sí, juro" y a continuación se entonó el Te Deum.

Posteriormente, el día 14 de octubre, la comunidad religiosa de las Madres Mercedarias Descalzas, al ser una comunidad de clausura, prestaron su juramento en el convento. Al día siguiente, el clero, regular y secular, reunidos en la sacristía de la iglesia parroquial prestó el juramento a la Constitución. De esta forma, el pueblo de Fuentes en 2 años había jurado el acatamiento de 2 constituciones liberales, la impuesta por Napoleón, la llamada Constitución de Bayona, y la de Cádiz, más conocida por el sobrenombre de La Pepa.